La salida de Luis Videgaray se vivió en este Casino de apuestas políticas. En este Casino se juega el rumbo del país. Sucede que el ex secretario de Hacienda era el hombre más poderoso de México -más que el propio Presidente para efectos prácticos-, y en una decisión sorpresiva se le separa del cargo. Es una sorpresa porque no era el momento de que se fuera. La ruleta estaba girando.

La visita de Trump aún no había causado todos sus efectos.

Mientras la decisión más espectacular del sexenio estaba en curso, alguien se arrepiente de tal atrevimiento y retira las fichas. Me huele a que se trata de políticos sin mano firme. Alguien aquí claudicó ante el embate lógico que suponía dicha visita histórica. O sea, apuestan como lo hacen los novatos.

He visto a varios políticos vomitarse de arrepentimiento.

Pero después de cierto tiempo, en este Casino ya no es posible retirar las fichas. Se gana o se pierde. Con la salida de Videgaray se perdió este gobierno de poder capitalizar las ganancias que le iba a dejar el remanente de una contienda cerrada entre Hillary y Trump. Ojo que no estoy en el supuesto de que Trump gane. El sólo hecho de que llegue a ser una elección cerrada, justificaría la decisión soberana de México de invitar a un candidato a su territorio. No olvidemos que se trata de nuestro socio más importante y de la nación más poderosa.

Me sorprende la renuncia de Videgaray porque se da justo cuando las encuestas que ponen en empate técnico la elección en Estados Unidos se convierten en respaldo de dicha invitación.

Es decir, si analizaron los diversos escenarios y se llegó a la conclusión de que era necesario invitar al magnate neoyorquino, ¿por qué no se asumen las consecuencias?, las cuales eran aguantar los embates políticos y mediáticos.

Lo mejor estaba por venir.

Estoy de acuerdo en que la visita tuvo varios errores de logística, pero éstos podían solventarse. Por ejemplo, es verdad que el Presidente no le dijo a Trump lo que todos los mexicanos querían escuchar, pero también es cierto que la visita de Trump no fue diseñada por el equipo gringo y por el equipo de Peña Nieto para que hubiera un show mediático. Si el Presidente hubiera espetado algo con lo que Trump no estaba de acuerdo, éste le hubiera contestado a su modo y en su tono algo que habría desfigurado la reunión y habría echado por tierra el fin principal de la visita.

No podía venir Trump para que le escupiéramos.

Sin embargo, estoy muy de acuerdo en que al Presidente le faltó elocuencia. Pero eso es una cuestión de forma, no de fondo.

Estoy de acuerdo que hubiera sido mejor que primero viniera Hillary Clinton. Pero debemos analizar que es muy probable que para Clinton no era una prioridad venir a México, y quizá no pensaba venir. Si a Hillary se le hubiera invitado primero y ella declinaba o se mostraba dubitativa ante la invitación, ¿el papel de México hubiera sido entonces no invitar a Trump?

Me parece que no era prudente evidenciar ante Trump que México tenía predilección por Hillary. Repito, éste no ere el tema a considerar.

Creo que la decisión de invitar a los dos al mismo tiempo fue buena. Aporta una gran seriedad diplomática.

La otra opción para nuestro país era quedarse con los brazos cruzados a esperar el desenlace de la elección estadounidense, sin tomar previsiones ni al menos decirle a Trump que no estábamos de acuerdo con la postura que tenía hacía México.

Si al Presidente le faltaron o le sobraron algunas palabras, fue una cuestión de forma, no de fondo.

Es curioso que se piense que lo malo fue no actuar con espíritu entreguista frente a Hillary, cuando se ha criticado que México no toma la iniciativa en la relación con los Estados Unidos.

Lo que quiero decir es que la apuesta de Videgaray-Peña no fue mala. Es más bien digna de un análisis más exigente. A las pruebas me remito: hace dos días la cadena CNN puso a Trump por encima de Hillary. Y que haya venido a México no fue factor para ese resultado, pues no es la primera vez que ambos contendientes están a la par en las preferencias. Más bien, es una lucha que ha tenido altos y bajos para los dos candidatos. El balance es que se trata de una disputa codo a codo, hasta el momento.

Por lo tanto, no está sustentado que Videgaray le haya hecho el juego sucio a Trump, pues éste ha venido dando sorpresa tras sorpresa en la campaña, desde que dejó tirados a sus rivales republicanos.

La visita fue parte de un pacto que México decidió cumplir. A Hillary por supuesto no le cayó nada bien, pero finalmente eso es un asunto de ella y de su campaña. A México le correspondía jugar un papel más protagónico, incluso con un personaje detestado por los mexicanos.

A México no le servirá de mucho oponerse al muro. Si Trump llega y lo quiere construir, lo hará, y seremos espectadores. Si los estadounidenses eligen a ese señor como Presidente, hará lo que mejor le parezca con México, y al gobierno mexicano le restará defender su soberanía y negociar su estabilidad.

La otra opción era no mirar ni escuchar al señor Trump, hasta que pisara la Casa Blanca, cuando ya iba a ser un poco tarde.

Lo que realmente critico es que Peña Nieto y Videgaray hayan retirado sus fichas antes de tiempo. Lo mejor estaba por venir.

En este Casino se pagan caro los arrepentimientos.