"Ponerse de pechito."<br>

Expresión popular

“Acusa Gatell a estados por contagios."<br>

Reforma, sobre la conferencia de prensa de Gatell del 10 de julio

“Poco útil, buscar culpables.- López-Gatell.”<br>

Reforma, sobre la conferencia de prensa de Gatell del 11 de julio

“No nos hágamos tarugos, pos ya sabes que yo como digo una cosa digo otra, pues si es que es como todo, hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?”<br>

María Expropiación Petronila Lascuráin y Torquemada de Botija, (La Chimoltrufia)

Los fallecimientos se acumulan

Tiene razón el presidente López Obrador cuando dice que los muertos no son solo cifras, si bien ni con eso borra la vergonzosa quinta posición que ocupa México en número de decesos producto de la pandemia del Covid-19. Este domingo fácilmente superaremos a Italia y llegaremos a la cuarta posición global…, y seguimos avanzando en la fatal contabilidad.

Ya sé que no hablamos de preseas olímpicas, pero la clasificación empeora —y mucho— cuando se le ubica en una lista de las 14 naciones con más de 100 millones de habitantes.

La comparación no la sugerí yo; la propusieron y presentaron el presidente AMLO y el coordinador de la estrategia para hacer frente al virus, doctor Hugo López-Gatell. Este nuevo ranking se realizó cuando ellos dijeron que no era justo ni correcto comparar a México con países con menos habitantes, como son España, Francia o Alemania. Entre las naciones más pobladas, la nuestra ocupa el tercer lugar en muertos y la quinta posición en número de contagios totales. Esto es, con tal métrica y siguiendo la observación del mandatario y el subsecretario, en una lista de países con población similar a la nuestra, empeoramos enormemente.

Por supuesto, la pandemia del Covid es mundial y todas las sociedades han sido azotados por la fuerza de su contagio. En estos momentos, España, Alemania, Italia y Australia, por mencionar unas cuantas naciones, ya reaccionan con preocupación a los rebrotes detectados.

La diferencia fundamental con México, sin embargo, es que aquí no hemos salido del primer brote. Esto es, hay descuido en la forma en que los encargados de enfrentar la epidemias local han tomado acciones y decisiones.

Hay responsables

En cada nación, lo acertado o errado del quehacer de los funcionarios responsables de enfrentar al coronavirus, —particularmente en las fases iniciales de la pandemia, cuando la población no estaba suficientemente informada y concientizada— se ha traducido en mayor o menor número de personas infectadas y decesos.

El mal manejo de la crisis ya ha derivado en denuncias penales en diversos lugares del mundo contra las autoridades competentes por negligencia en el manejo de la pandemia. Ejemplos de esto son España y —de nuevo— Italia. Mientras, en Brasil ya se prepara una denuncia contra su presidente por presunto delito contra la salud pública. En Estados Unidos también existen demandas en curso contra Donald Trump y su equipo de salud por no permitir realizar pruebas a migrantes, y se esboza una por delitos de lesa humanidad y genocidio por omisión (dicho lo último por destacados académicos y constitucionalistas).

Es evidente, claro está, que aun cuando a nivel mundial ya hay voces y demandas contra la actuación de sus autoridades, esto no hace suponer que se integraría un juzgado internacional como en aquellos juicios de Nuremberg para ir contra los responsables; ahora cada país, de forma independiente, decide la forma de juzgar o premiar a las responsables nacionales.

Gatell bipolar

¿Podría pasar lo mismo en México? Como mínimo la historia juzgará y condenará. Lo que vimos en la tardeada del viernes es que López-Gatell explotó contra los gobiernos estatales (sin decir en específico contra cuáles, pero bien que nos podemos imaginar que serán los de oposición) y dijo que estos han hecho caso omiso a las pautas por él dictadas. Su falta de liderazgo para hacer respetables sus recomendaciones la atribuye a desobediencia. Ayer sábado, como La Chimoltrufia, dijo otra cosa: “que no es útil buscar culpables”. ¿En qué quedamos por fin?”, habría preguntado en los años cincuenta o sesenta del siglo pasado el famoso trío de cuatro integrantes (como Los Mosqueteros) llamado Los Tecolines.

Tal vez al subsecretario de Salud se le vio el viernes decaído porque recibió un desaire —quizá involuntario— de parte de AMLO; cansado porque apenas regresaba de la gira a EEUU, el presidente quizá pasó al lado de Gatell sin notar su presencia, y este epidemiólogo lo interpretó como la clásica cruel indiferencia con la que Pedro Infante se ponía falsamente rogón para que las novias le perdonaran sus devaneos. Y es que a un político, aunque se disfrace de hombre de ciencia, no le preocupa hacer mal su trabajo; solo se deprime si el jefe no lo pela… Aventuro esta hipótesis en el caso de Gatell. Ni los amores frívolos generan tanta bipolaridad como las personas de gran poder que alborotan a sus colaboradores y luego ni voltean a verlos.

El caso es que ya más repuesto, y seguramente después de una llamada de atención del propio presidente AMLO —no tiene el menor interés en provocar ¡a todos los gobernadores, todas las gobernadoras!, que fue lo que hizo Gatell; 32 jefes políticos, jefas políticas regionales que seguramente ya se preparaban para responderle a una sola voz al primer mandatario—, decía que reprimenda de por medio el epidemiólogo rectificó el sábado y dijo que no sirve buscar culpables. Es decir, se descalificó a sí mismo. No importa, no va a pasar nada. Bien decía alguien, quizá Borges, que la ventaja de los políticos es que no necesitan ser coherentes. No está de moda exigirles tal virtud.

Como de la moda lo que te acomoda, no me queda bien eso de dejar pasar como si nada hubiese ocurrido cualquier bobería que pronuncie un político. Así que me parece que el doctor Gatell actúa con un cinismo inaudito, lo cual no es sorpresa... Ya antes les había advertido que el coordinador federal de la estrategia iba a querer trasladar su responsabilidad de su desaseo a los gobiernos estatales y, si eso no era suficiente, a la ciudadanía.

La historia juzgará

López-Gatell olvida que él es y ha sido el principal responsable de las políticas públicas adoptadas en el país para enfrentar la pandemia. Cierto, ahora clama “quédate en casa”, pero al principio no pocas veces desestimó el uso masivo de las pruebas diagnósticas y de los cubrebocas recomendados de forma fehaciente tanto por la OMS como por científicos y epidemiológicos de todo el mundo, por citar solo un par de medidas. Hasta Trump y AMLO, los más tercos en esta negativa, ya se pusieron la mascarilla y recurren sin complejos a los tests.

López Gatell, quien dictó y coordinó la estrategia contra el Coronavirus, se ha querido lavar las manos en esta crisis, y no con un sentido de higiene evidentemente.

Le gustó ser el protagonista y héroe en la tragedia; su papel ha sido central, sin duda, pero ya está bastante lejos del heroísmo. Más bien, López-Gatell ha caído en la villanía. No sería extraño que empezaran a presentarse en distintas fiscalías denuncias contra él por su mala gestión de la pandemia. Por lo pronto, como es su costumbre, los legisladores del PAN anunciaron que acudirán ante la CNDH y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos para acusarlo de negligencia. Quizá no son serios los diputados panistas, pero no descarto que gente más importante lo denuncie. Ya veremos qué sucede.

Tan errada fue su estrategia, escudada entre otras cosas por la austeridad mal entendida y peor ejecutada de la 4T , que la tasa de contagio en México entre el personal de salud es ¡seis veces superior a la de China; cinco la de los estadounidenses!

289,174 contagiados y 34,730 muertos y una tendencia ascendente. ¿Habrá aprendido la lección y enderezará el rumbo, o solo si es acusado de cometer crímenes de lesa humanidad comprenderá su parte innegable de responsabilidad en la tragedia?

Mientras tanto, los muertos por Covid (¿los de López-Gatell?, ¿los de los gobernadores?, ¿o de verdad nadie es culpable de nada?) continúan aumentando. Tanto así que al subsecretario en redes sociales ya lo apodan el “ángel de la muerte”… Tiene todavía tiempo para rectificar, pero no lo logrará peleando con quienes debe coordinarse, sí, los gobernadores que, lo sepa o no el rockstar de la epidemiología, tienen bastante autonomía, lo que lleva a la necesidad de convencerlos por las buenas, no con reproches infantiles que sin duda ofenden. Son, quiérase o no, agresiones a los jefes y jefas de 32 entidades que no lo perdonarán nada más porque Gatell andaba de malas y al otro día, regañado, cambió su discurso.