¿Cuáles serán las consecuencias políticas concretas de la riña que sostuvieron el pasado domingo el ex gobernador de Quintana Roo y actual senador Félix González Canto, y Julián Ricalde Magaña, ex presidente municipal de Benito Juárez (Cancún) y actual secretario estatal de Desarrollo Social en el gobierno encabezado por Carlos Joaquín González?

La primera interpretación de esta trifulca ampliamente comentada y difundida, es que los golpes surgieron en una fecha y en un evento, el Desayuno por el 43 Aniversario de Quintana Roo como estado, que debió ser ejemplo de unidad y concordia.

Pero el senador no estuvo dispuesto a hacer mutis ante el ofensivo twitter publicado por Ricalde Magaña, quien desde luego tiene muchas razones para odiar a Félix y a su fallido pupilo, el también ex gobernador quintanarroense Roberto Borge, preso actualmente en una cárcel de máxima seguridad de Panamá.

Félix González esperó a que concluyeran las formalidades, llegó a la mesa en donde estaba aún sentado Julián Ricalde, le espetó “a mí me respetas pendejo”, le propinó una bofetada pero no contaba con el “punch” de barrio de Julián Ricalde, quien -dicen unos- de tres o cuatro puñetazos lo mandó a la lona, o cuando menos -dicen otros- lo puso a trastabillar, hasta que una mujer intervino y se llevó al senador.

En lo boxístico, el enfrentamiento favoreció al ex alcalde perredista de Benito Juárez. En lo político, los saldos aún están por verse, y por lo pronto en el Congreso del Estado fue cancelada la comparecencia de Julián Ricalde, en la que ampliaría  las acciones de su área en el primer año del actual gobierno estatal.

Sin embargo, para ¿quién serán mayores los costos políticos? De entrada, se dice que Julián Ricalde, aún encendido por el agarrón, llegó a asegurar que, en su caso, no pasará nada porque tiene “amarrado” al Gobernador.

Julián Ricalde tiene lógicamente aspiraciones político-electorales, y este polémico suceso no le ayuda en lo inmediato, aunque tampoco se cree que vaya a ser relevado como secretario estatal de Desarrollo Social. Después de todo, Félix González es también un acérrimo adversario del propio gobernador Carlos Joaquín.

Por eso no se entiende por qué Félix hizo acto de presencia en el desayuno, cuando en todo el primer año de la nueva administración no se atrevió a acudir a alguno de los más importantes eventos organizados por el gobierno de Carlos Joaquín.

Pero por fin se decidió, y el controvertido twitter de Julián Ricalde lo encendió, lo enojó en serio, y esperó el momento para enfrentar al ex alcalde de Benito Juárez.

La lógica indicaría que, tras la riña, es Julián quién tiene más que perder, puesto que Félix “ya fue”, ya disfrutó las mieles de los más importantes cargos públicos como diputado federal, presidente municipal (de Cozumel), senador en la actualidad y, por supuesto, gobernador.

Pero la explosiva y sorpresiva actitud de Félix, se asegura, tiene que ver con el muy adverso contexto que ha enfrentado. Desde el 2016 y en este 2017 ha perdido muy valiosos y trascendentales combates: su “delfín” Mauricio Góngora perdió la gubernatura ante Carlos Joaquín; su entrañable y desastroso discípulo, Beto Borge, fue puesto tras las rejas, y hace unas semanas fue interpuesta ante la PGE una grave y muy documentada denuncia por el fraudulento remate de terrenos estatales, en mucho mayor cantidad y plusvalía que los que se le atribuyen a Roberto Borge.

Félix González concluye su gestión como senador el próximo 31 de agosto. El tiempo y el fuero se le agotarán, por lo que busca desesperadamente engancharse una diputación federal.

La “pelea” decisiva no fue la que protagonizó a puñetazo limpio este domingo con Julián Ricalde. Su gran y más importante contienda, la de no ser sometido a proceso penal alguno, está por librarla aún, y en esa sí que espera salir airoso. Aunque se ve difícil.

Gracias por el favor de su atención. Comentarios, sugerencias y aclaraciones, en el correo electrónico e_du_cam@hotmail.com

Twitter: @marioedua y en Facebook: Eduardo Camacho Rivera