Pedro y el lobo

Todos conocemos la fábula. Pues bien, algo similar le sucede al gobierno y a la oposición crítica en México.

Nos enteramos de las noticias; leemos los artículos de opinión; buscamos mantenernos informados en la TV o en la radio. Nada. Crece el escepticismo.

Una cosa es que por naturaleza el hombre sea inquisitivo y hasta desconfiado, pero otra muy distinta es haber llegado a una situación en que ya no se sabe a quién ni qué creer.

Y si bien no es facultad exclusiva de la presente administración federal, ¡vaya que encarna dicha fábula!

Las autoridades mienten a la menor provocación y sin ella; no importa si afectan la credibilidad, la reputación, la confianza o la misma esperanza en ellos depositadas. Aquí algunos ejemplos:

√ La guerra contra el huachicol para acabar con ello, solo para que hoy sepamos que el huachicol sigue y ha aumentado.

√ La compra de las 600 pipas para transportar el combustible, mismas que en su mayoría siguen sin aparecer

√ Cambiar la ley para que estas pipas que NO podían circular bajo el reglamento pasado, hoy pudieran hacerlo, volviendo más peligrosos los caminos.

√ Declaración de una guerra frontal contra la corrupción, solo para constatar que más del 80% de las compras del gobierno se realizan de forma directa y sin licitación de por medio.

√ El culpar a todo el mundo (administraciones pasadas, “hampas periodísticas”) del desastre en los hospitales públicos, para al final liberar más de 1,600 millones de pesos que Hacienda NO les había dado.

√ Insistir en que el país “va bien”, cuando el mismo INEGI demuestra que NO está creciendo al ritmo esperado. Ni siquiera como en la administración pasada.

√ Que se vendería el avión presidencial. Ni se ha vendido y el chiste de tenerlo estacionado en California cuesta una fortuna. Gasto del erario por partida doble.

√ Cuidar la “madre tierra” (hasta se le pidió “permiso”), pero es lo contrario: usar más carbón, desmontar los manglares en Dos Bocas…

√ Fortalecer la separación Iglesia/Estado para, acto seguido, proponer un canal de TV para una religión en particular.

√ Etc. Etc. Etc.

Una de cal, por dos de arena

La salida de Pablo Majluf (crítico feroz de la 4T) de Twitter ante las supuestas amenazas recibidas a su persona. Desde su cuenta denuesta y critica al gobierno federal de forma igual que aguda, bastante agresiva y prepotente. Las reacciones en redes a sus dichos fueron amplias e igualmente feroces. ¿Realmente hubo conspiración en su contra o los tuiteros simplemente se cansaron de su homofobia y misoginia? Probablemente no lo sabremos. En todo caso, las críticas y las reacciones de intolerancia nunca deben ser toleradas...

Y aclaro: aquí el cuestionamiento que hago no es personal; me cae bien el tipo; trabajó en una organización de la sociedad civil en la que yo fungí como directora de análisis muchos años.

El hecho es que la duda queda.

Lozoya, Ancira y Olvera (Ficrea)

El problema de decir tantas mentiras es que cuando se dice una verdad se duda de su veracidad —valga la redundancia

Se giró orden de aprehensión contra Lozoya, se arrestó a Ancira en España y en Estados Unidos también se atrapó a la cabeza que defraudó a miles de familias a través de FICREA. Todos los casos, son para celebrar y aplaudir de que se tomen acciones en contra de personas corruptas.

Ojalá, conforme a derecho, se lleven a cabo los procesos correspondientes y se vea una correcta integración de la acusación por parte de la fiscalía, así como de la unidad de inteligencia financiera, igual o incluso más que la voluntad de castigar la corrupción...

Y es que ya van dos avisos en sentido contrario. Primero el amparo concedido a Lozoya y, segundo, los comentarios de los abogados de Ancira, sobre lo enclenque que se lee la acusación contra su cliente.

Estos casos son muy distintos a los mencionados antes pues si no se siguen hasta sus últimas consecuencias, si se ralentizan los mismos o se olvidan, después definitivamente ya no se creerá nada.

Un libro bomba

¿Origen? ¿Propósito? ¿Una más? De verdad espero que no sea el caso y de antemano me disculpo sinceramente por la duda que planteo y a quienes ofendo con ello, pero no puedo negar que la sospecha en mí ha brotado...

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El estado de sospechosismo es dañino. Se desconfía del gobierno, se tiene suspicacia de los críticos y opositores. Luego surge el escepticismo hacia la prensa, la sociedad, y hasta de uno mismo. Al final no queda nada.