“No amo a mi patria. Su fulgor abstracto es inasible (…)”, así comienza el maravilloso poema Alta Traición de José Emilio Pacheco[i]. El día de la Bandera y el toque de bandera al estilo cumbia de Televisa, despertaron el tema de los Símbolos Patrios (Escudo, Bandera e Himno Nacionales) y los alcances de la libertad de expresión.

Recordamos en mi anterior columna para SDP el caso de la quema de bandera de EUA que fue considerado por la Suprema Corte de EUA como parte del ejercicio de libertad de expresión (http://bit.ly/21xqjMH). En México un caso emblemático fue el del poema “La patria entre mierda” de Sergio Hernán Witz[ii] en el cual la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en un voto dividido de 3-2, determinó que el poema equivalía a ultrajes a la Nación y no estaba protegido como libertad de expresión.

Socialmente si alguien hace algo con los Símbolos Patrios como protesta y que se estime ofende, merece el desprecio casi generalizado de los mexicanos.

Pero, ¿quién ofende más a los Símbolos Patrios en realidad? ¿El que se expresa con un poema para protestar o el funcionario público que se corrompe?

¿Quién realiza más ultrajes, el que quema una bandera en protesta de la injusticia o el que permite que la injusticia sea la regla general en México?

¿Quién ultraja más todo aquello que representan nuestros Símbolos Patrios, el que cambia la letra del Himno Nacional para alzar la voz en contra de la represión o el que cambia la letra de la Constitución para violentar los derechos humanos de los mexicanos?

¿Quién injuria más a los Símbolos Patrios, aquel que en su negocio explota a sus trabajadores o el que en su familia ejerce violencia o aquella persona que se manifiesta contra la violencia haciendo uso de los Símbolos Patrios?

En México los Símbolos Patrios muchas veces parecen guardados en el desván y sacados en las ocasiones que amerite una ceremonia oficial, momento en el cual los corazones de todos se enaltecen y el espíritu patriota aflora.

Pero el verdadero amor a la Patria representado en parte por los Símbolos Patrios se demuestra en nuestro día a día, en estar a la altura de los más altos estándares éticos y la expresión de solidaridad con los demás, en no fomentar ni consentir ni ignorar la corrupción.

Normalmente los que ultrajan realmente a la Patria, ni siquiera lo reconocen y eso es mucho más grave aún. Las pequeñas acciones que parecen sin importancia, van sumando hacia la injusticia, la “banalidad del mal” en palabras de la filósofa Hannah  Arendt.

Ese término lo acuñó Arendt a partir de observar el juicio del nazi Adolf Eichmann. Eichmann fue pieza clave para el exterminio de muchas personas, pero –a decir de Arendt- él era una persona inocua, sin un odio particular hacia el pueblo judío y quien se limitó a cumplir órdenes sin hacer una reflexión de lo que estaba haciendo. Ese actuar “sin importancia” tuvo funestas consecuencias.

Debemos cada quien reflexionar cuánto respeto tenemos a nuestra Patria y Símbolos Patrios, mirando nuestras propias acciones y omisiones en nuestra vida diaria para determinar si también estamos ultrajando los Símbolos Patrios y traicionando a la Patria.

*claraluzalvarez@gmail.com @claraluzalvarez

claraluz [i] Alta Traición de José Emilio Pacheco

No amo a mi patria.

Su fulgor abstracto

es inasible.

Pero (aunque suene mal)

daría la vida

por diez lugares suyos,

cierta gente,

puertos, bosques, desiertos, fortalezas,

una ciudad deshecha, gris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

montañas

- y tres o cuatro ríos.

[ii] La patria entre mierda de Sergio Hernán Witz

Yo

me seco el orín en la bandera

de mi país,

ese trapo

sobre el que se acuestan

los perros

y que nada representa,

salvo tres colores

y un águila

que me producen

un vómito nacionalista

o tal vez un verso

lopezvelardiano

de cuya influencia estoy lejos,

yo, natural de esta tierra

me limpio el culo

con la bandera

y los invito a hacer lo mismo:

verán a la patria

entre la mierda

de un poeta.