Después de anunciar con bombo y platillo que finalmente se lanzaría al espacio el satélite Centenario, pudiéndose observar en tiempo real el tan esperado evento que se transmitiría desde Kazajistán, a poco más de 8 minutos de su despegue se incendió el cohete Protón M que llevaba al Centenario destruyéndose ambos para finalmente caer en Siberia. Rápidamente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a cargo de Gerardo Ruiz Esparza se apresuró a decir que calmados todos, porque para México recuperaría su inversión por al 100%. ¿Está seguro señor Secretario de lo que dice? Veamos.

La comunicación vía satélite es importantísima para la seguridad nacional, para llevar telecomunicaciones a zonas alejadas o de desastre y para un sinfín de asuntos que van desde proveer oportunamente ayuda humanitaria en zonas de desastre hasta para la investigación de los efectos del cambio climático. Todos los beneficios de la comunicación vía satélite a veces se eclipsan por ser una industria de alto riesgo y cuyo retorno a la inversión es en el mejor de los casos de largo plazo. Sin embargo, los países deben realizar estas inversiones en especial para buscar garantizar que las comunicaciones para efectos de seguridad nacional estén en satélites del país de que se trate, y evitar tener que contratar los servicios de otros países para esos efectos. [Ello asume que los nacionales serán honestos, no serán corruptos y más ?patriotas? que los extranjeros, lo que genera la interrogante es si eso es aplicable para el caso mexicano].

En el sexenio del presidente Felipe Calderón se creó lo que sería el Sistema Satelital Mexicano, que estaría compuesto de 3 satélites que se irían lanzando poco a poco. A diferencia de otros servicios de telecomunicaciones (p. ej. telefonía, televisión, radio) en los que se pueden obtener equipos y sistemas prácticamente off-the-shelf (estándar, hechos en serie), los satélites se mandan a construir a la medida de lo que se necesita, porque una vez que se colocan en el espacio, ya no hay manera de incluir otras funcionalidades o aplicaciones. Además, la vida útil de un satélite está predeterminada por la cantidad de combustible que lleva, la cual no puede ser excesiva, porque explotaría antes de llegar a su posición orbital en el espacio. También debe considerarse que si se descompone un satélite ya estando en el espacio no se puede llevar al ?mecánico? o al ?técnico?, y difícilmente se podrá reparar por lo que en muchas ocasiones se tiene que desorbitar para quedar como basura satelital. Existen elevados riesgos en el lanzamiento de los satélites, por lo cual siempre se contratan seguros costosísimos para amparar ese riesgo y potencial eventualidad. [Más información sobre satélites en Derecho de Telecomunicaciones, 2ª ed., descarga en claraluzalvarez.org]

Es así como el gobierno mexicano mandó a construir el Bicentenario (lanzado y en órbita desde 2012), el Centenario (caído el 16 de mayo de 2015) y el Morelos III que se supone que se lanzará en este 2015. Si bien con retrasos, el Bicentenario está en el espacio. El Centenario costó 300 millones de dólares (mdd) para su construcción, 90 mdd para su lanzamiento, 50 mdd de seguros, implicando el retraso además 10.7 mdd por costos adicionales y 86.5 millones de pesos por año (Reforma). La SCT afirma que a través del seguro se recuperará el 100% de los costos de construcción y lanzamiento, pero ¿qué pasa con los costos adicionales por el retraso? ¿Qué pasa con los costos administrativos invertidos durante todo el proceso de adquisición del satélite, los honorarios de los consultores, de los despachos de abogados, etcétera? ¿Cuánto se pierde por no estar el Centenario en el espacio? Dicho todo lo anterior y asumiendo que efectivamente se hará efectivo el seguro sin deducible, y se recuperarán los gastos de construcción y lanzamiento, lo cierto es que no puede culparse al gobierno del presidente Peña Nieto del fracaso del lanzamiento y pérdida del Centenario, pero eso no quiere decir que México no pierda con ello. Sin culpa, hemos perdido.

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