En un foro acerca de los programas en beneficio de los ciudadanos del DF- de mayor extensión y profundidad que en otros estados de la República-, organizado por la secretaría de Desarrollo Social capitalino,  a cargo de  Rosa Icela Rodríguez, la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena, dio la voz de alerta: urge elevar los salarios mínimos en México.

El asunto tiene muchos años en discusión. Y es que desde 1967 el valor de lo que perciben una gran cantidad de trabajadores ha descendido, en términos reales de 225 pesos diarios a únicamente 67. Es decir, de José López Portillo  para acá, quienes hemos trabajado ganamos menos para cubrir las necesidades que requiere una familia y que según el artículo 123 deberían alcanzar para el desarrollo material, social y cultural, y para proveer la educación.

En mi caso, por ejemplo, hace cuarenta años empecé a trabajar en una oficina pública y recibía  casi seis mil pesos, misma cantidad que gano hoy aunque entre aumentos de precios   y mayores necesidades no alcanza más que para algunas cuestiones esenciales.

Un estudio sistemático acerca de este deterioro lo ha presentado hace tiempo la economista de la UAM, Rosa Albina Garavito. Cuando ella fue senador por el PRD alertó del asunto y dijo que haría una  iniciativa al respecto. Los líderes de la organización la disuadieron de no  hacerlo porque consideraron que esto les acarrearía un enfrentamiento con  los empresarios y los medios de difusión.

Ella, audazmente, ha seguido planteando  que es necesario cambiar la relación entre lo que reciben las empresas y lo que les queda  a los trabajadores. Entre otras razones, porque el desequilibrio impide que el  país avance convenientemente.

Hace poco, al señalar que este año creceremos al 2.65 por ciento en lugar del 3.4 por ciento, organismos del sector privado señalaron dos cuestiones que impiden un aumento en el Producto Interno Bruto: la inseguridad que vivimos- refutando lo que dicen  las versiones oficiales- y el débil mercado interno.

En el primer caso no hace falta abundar, ya que el asunto de Rodrigo Vallejo, cuyo remoquete es “El Gerber”, habla por sí solo. En el segundo, no es posible que exista un crecimiento sostenido con los ínfimos salarios que padecemos. Es tan claro esto último que no obstante las ofertas de supermercados y los anuncios reiterados  de grandes almacenes, la demanda no creció. Es más,  tiendas que antes abrían sucursales por todos lados, ahora tienen detenida su expansión.

Recientemente la  agencia Aon Hewitt (Sin Embargo, 5 de julio) dijo que la próxima alza en el salario para 2015 será de 5 por ciento. Si la inflación este año llegara al 4 por ciento, realmente nadie podrá tener mayor capacidad  para avanzar en sus compras y resolver necesidades.

Según estudios conocidos, hay 6 millones de trabajadores que ganan el mínimo y 22 que reciben entre dos y tres salarios. Desgraciadamente este  último sector va a la baja, por múltiples razones. Así pues, es urgente que tanto aquellos con más bajos ingresos como los que obtienen un poco más aumenten lo que reciben.

El DF, que es donde hay un salario mayor en el país, de 67 pesos- hay otros estados  donde la percepción  únicamente llega a 63 pesos-, es, no obstante, una de las capitales donde  se  obtienen más bajos sueldos. Ello porque en Nueva York es de 24 dólares al día; Madrid 15; Sao Paulo 8 y la capital de la República 4 dólares. En  otras grandes ciudades: Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago de Chile y más  el salario es mayor que aquí (La Silla Rota, 5 de agosto). Es decir, estamos en el penúltimo lugar de las grandes urbes en lo que a estipendios  se refiere, sólo por arriba de Nueva Delhi, India.

En el Foro Internacional:  Salarios Mínimos, Empleo, Desigualdad y Crecimiento Económico, convocado por la Cepal   y realizado el 5 y 6 de agosto, se intenta que primero, al decir de la encargada del Trabajo en la capital, Patricia Mercado, se homologue el salario en todo el país con el fin de evitar discrepancias y en segundo, para hacer caso a lo que apunta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el aumento debe ser  progresivo hasta  llegar a 171 pesos. Cifra mínima  para cubrir las necesidades actuales de una familia de cuatro personas.

¿Cómo hacer esto? Ir subiendo en varios años el poder adquisitivo. 20 pesos en la primera ocasión y así durante una buena cantidad de años. Claro,  anota bien el especialista Carlos Fernández Vega (La Jornada, 31 de julio) para llegar a la cantidad de 171 tendrán que pasar cinco  años. Algo que es en muy largo plazo y, obviamente, sin que hubiera   inflación que mermara lo obtenido.

En tanto se está efectuando el Foro, la Coparmex alertó que la medida no debía tomarse por decreto (aunque desde hace años la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, un organismo inútil, determina  lo que cada trabajador obtiene). Y no será así, según lo dice Ricardo Becerra, subsecretario de Desarrollo Económico del DF, quien señaló la necesidad de grandes acuerdos entre todos los sectores que integran la nación.

Incluso el analista dijo que un  paso inicial  es llevar la propuesta final a la siguiente reunión del Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago)- Milenio, 5 de agosto.  Algo necesario para que existan un acuerdo nacional.

Contrarios  a esta impostergable medida,  han dicho que eso no es importante, sino aumentar la productividad. Está comprobado que las  naciones que subieron  lo que reciben los trabajadores elevaron  la  productividad. Incluso hay estados,  California, que debido a sus necesidades hacen crecer  el sueldo más rápido  para atraer mano de obra calificada. Algo indispensable para competir en el mundo. Lo saben muy bien las compañías del Valle del Silicón.

Esta reunión  organizada por Miguel Ángel Mancera es una gran oportunidad para corregir algo que no debió suceder en los últimos  cuarenta años. Ello  en perjuicio de la mayoría de la población.

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