El diccionario no ofrece significados, sino síntesis conceptuales. El significado se lo otorga a la palabra, el sujeto que usa la expresión para un fin determinado.

En el caso de la palabra puto, es por demás echar mano de la definición de la RAE en cualquiera de sus acepciones, porque en el tema de los aficionados mexicanos y el fútbol, es evidente que el término tiene connotaciones ofensivas y homófobas, al ser considerado este “deporte” como un “juego de hombres” donde se exalta la virilidad, la vanidad y la competitividad.

En el contexto del mundial de fútbol y la posible aplicación de una medida disciplinaria por  parte de la FIFA a las selecciones de México y Brasil por el uso de términos discriminatorios en los estadios, uno de los artículos que más indignación me ha causado es el del columnista Gil Gamés de El Financiero, cuyo texto “puuuuto[i] describe con puntos y comas por qué la discriminación es tan difícil de erradicar no solamente en México, también en el mundo.

“Ya en serio: no nos pongamos la sotana de las causas nobles, se trata de un grito en un estadio; por cierto, esa palabra es lo más decente que se dice a la hora del juego. Gamés recuerda estos gritos oídos en el graderío: ¡Cuauhtémoc! ¡Dice Galilea que tienes pito de jalea! O este otro: “¡Lapuente: dice la gente, que tienes pelona de pito impotente!”. Con la pena, pero en los estadios se oyen estas cosas y otras aún más cañonas. Gil casi aseguraría que el lenguaje es la válvula de escape para evitar la violencia en los estadios. Gamés no les recomienda que vayan a un estadio si no están dispuestos a escuchar horribles dichos y dichas que en las universidades norteamericanas se castigarían con la expulsión

El fútbol “no es sólo un juego”, como no lo es el bullying o acoso escolar.  Jamás podremos trascender conductas violentas que consideramos “normales” si no somos capaces de señalar la doble moral y la incongruencia de aquellos que cuando se trata de fútbol, escriben con la emoción antes que con la razón.

¿Es normal entender los insultos como parte de la “diversión” de “un juego”? ¿cuál es el mensaje para los millones de adolescentes y niños que disfrutan este “deporte”?

Por si esto fuera poco, el lamentable artículo de Gamés hace alarde de elementos religiosos para descalificar la indignación provocada por el insulto. “la sotana de las causas nobles”, dice. “De inmediato, como las monjas que aparecen inopinadamente en los cruceros, el Consejo para Prevenir la Discriminación ha dado a conocer un documento donde le exige a la afición que no utilice más la palabra puto en los estadios”

Dos preguntas surgen al respecto:

¿Es “una causa noble” advertir sobre el gravísimo problema de la violencia en todas sus expresiones y condenar cada una de ellas?

¿Es un tema de “sotanas” y “monjas” la señalización y denuncia de formas de discriminación que propician la violencia que desde todos los foros buscamos erradicar?

El hecho de que Gamés compare el documento que la CONAPRED dio a conocer a propósito del tema con “las monjas que aparecen inopinadamente en los cruceros” demuestra una forma de desprecio hacia un grupo con el que no tiene que coincidir, ni caerle bien y mucho menos profesar su fe, pero si mostrar un mínimo respeto.

“Cómo se ve que nunca han jugado una cascarita”, dice. Es justo esa violencia “normal” la que se trata de combatir desde todos los frentes, sin distinción de arenas y declamadores. Que así se jueguen las cascaritas, según Gamés, no significa que sea correcto, sino que una aberración ya se hizo costumbre y lo que es más grave, se convirtió en diversión.

Las palabras ofensivas son una forma de violencia que es utilizada con más efectividad y sofisticación que un golpe, porque no deja rastro alguno. La palabra "Puto" es una forma de agresión que no es aceptable ni en el fútbol ni el salón de clases ni en la calle jugando la cascarita.

Repantigado en el mullido salón del amplísimo estudio, Gil se dispone a explicarle a su hijo qué es el acoso escolar después de haber escrito el artículo “¡Puuuuto!” para El Financiero y explicarle acerca de los fanáticos religiosos que siguen a Andrés Manuel López Obrador y al Papa. El fútbol es otra cosa, claro está.

¿Usted qué opina, estimado lector?

[i] http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/puuuuto.html