El uso faccioso, electorero y político que el gobierno federal está haciendo de las instituciones, en los renglones de investigación ministerial, de administración, y de inteligencia, entre otros, pone de manifiesto no sólo la desesperación que priva en el ánimo de la campaña de Meade, su candidato, sino, sobre todo, que al ver a éste en los sótanos, habrían pactado con López Obrador.

El hecho de que al tabasqueño no lo toque nadie en las filas del PRI, ni con el pétalo de un comentario, que nadie evalúe de forma crítica las ocurrencias delirantes que de ganar en las urnas convertiría en acciones de gobierno, revela que la unión del PRI y de Morena -ese ya no tan nuevo #PRIMOR-, es el plan B del PRI para dejar llegar a la presidencia al Peje, porque Meade ya no puede recobrarse a estas alturas.

Los pactos secretos que habría entre el PRI y Morena no parecen cosa nueva, a la luz de los hechos en Estado de México que datan del 2011, y se confirman de alguna manera en los de las elecciones mexiquenses de 2017. No sólo eso, han sido publicadas por los medios amplias versiones de financiamiento de Javier Duarte en Veracruz a gente de Morena.

El PRI-gobierno se sabe perdido, totalmente incapaz de conservar el poder presidencial, y por ello necesita urgentemente quién le cubra las espaldas una vez que pasen las elecciones y pierda todo. Todo indica que habrían ya pactado con Obrador, y que por ello éste se ve obligado a declarar públicamente que no haría nada en contra de Peña, que no lo perseguiría, como lo declaró ayer mismo (http://www.eluniversal.com.mx/elecciones-2018/no-voy-enjuiciar-pena-nieto-dice-amlo).

Continuamente Obrador emite mensajes para tranquilizar a la clase política priísta, que debe tener preocupaciones muy serias si un opositor llega a la presidencia. Pero cabe subrayar aquí el término “opositor”. Porque Obrador no parece en lo más mínimo ser un opositor real. Granjearse a quien sea, incluso a los dirigentes del PRI, con tal de llegar a  la silla presidencial, habla sólo de una ambición desbocada, no de un estadista preparado para gobernar. Amnistía para narcos, por supuesto, tampoco es una idea cuerda que responda a los intereses de los ciudadanos y al Bien Común.

Que las instituciones estén siendo manipuladas para golpear a Ricardo Anaya, prueba quién es un verdadero opositor, y quién es una comparsa del gobierno, en los hechos. Le inventan cuentos a Anaya, pero no presentan prueba alguna, ni la van a encontrar, porque es un político derecho, un hombre de familia, un líder brillante. Todos los artilugios para hacerlo ver como lo que no es, simplemente responden a la urgencia de intentar detenerlo, ya que ha crecido como ningún otro en las encuestas. Anaya es un verdadero opositor, alguien opuesto a la corrupción, un político con una visión de Nación clara y viable. Es la hora de luchar.