Entre los retos y desafíos que enfrentará la propuesta pedagógica de la actual Reforma Educativa, que se ha concretado en la definición de los fines de la Educación, el diseño del Modelo Educativo y la publicación del Plan y los Programas de Estudio de la Educación Básica, considero que hay cuatro obstáculos a los que este proyecto habrá de hacer frente en lo inmediato:
1. El Modelo en sí mismo ha puesto una barrera, ya que su diseño y redacción es abstracto y relativamente complejo. Como ruta de navegación, es denso en su organización, estructura y significados, pero no por ello pierde su riqueza pedagógica.
Los maestros se preguntan, por ejemplo, ¿qué diferencias y semejanzas tiene este modelo con respecto a la propuesta anterior, de 2011, que versaba sobre la articulación de la Educación Básica? Si bien queda claro que el actual Modelo está diseñado para reorganizar a la Educación Obligatoria (Básica y Media Superior), aún queda la duda acerca de los cambios conceptuales y operativos que se han introducido durante los dos últimos años… al menos en el papel.
¿Qué ventajas o desventajas tiene para la práctica docente un cambio en el diseño pedagógico? ¿Qué implica moverse de un modelo basado en el desarrollo de competencias, a otro que hoy se ha “refinado”, pero que conserva el mismo molde, y que tiene como centro a los “aprendizajes clave”?
2. Desde los años 90, Alfredo Furlán señaló con razón que las tensiones producidas entre un “currículum pensado y un currículum vivido”, constituyen un foco que habrá de atenderse y entenderse al emprender una reforma, puesto que dichas tensiones son decisivas para los propósitos del cambio educativo. En otras palabras, para que una Reforma Educativa se ponga en movimiento, a través de la concreción de un modelo o plan pedagógico determinado, no basta con producir los documentos generales y sus respectivos desgloses, por niveles, ejes, o asignaturas; sino que es muy importante que los docentes, directivos y equipos técnicos, que laboran en las escuelas y en los diferentes espacios del sistema educativo, se apropien de los contenidos y métodos programáticos y los pongan en práctica con toda la convicción y el compromiso que un proyecto de esta naturaleza implica.
Para ello no será suficiente sólo con “capacitar” (por primera vez) a los docentes y demás figuras educativas, sino que también habrá de desplegarse todo un programa permanente de “actualización” (una y otra vez), con un sentido profundo y de amplia discusión informada y reflexiva, tanto en la parte conceptual como en la parte instrumental o de procedimientos a seguir, y situarse en un esquema de participación “crítica y activa” de los docentes, lo cual implicará, sin duda, el despliegue de todo un esfuerzo institucional para preparar a verdaderos “líderes del cambio educativo”.
Los maestros y maestras que habrán de poner en práctica desde 2018, y durante los próximos 10 años, el Modelo Educativo propuesto y decretado oficialmente este año, deberán dominar los fundamentos del mismo, y enfrentar el reto de estudiarlo de manera continua, pues es la única manera de comprenderlo y bajarlo a la cotidianidad escolar, sin dejar de lado sus fundamentaciones y argumentos filosóficos, antropológicos, pedagógicos, sociológicos y psicológicos, lo cual representa en sí mismo un reto intelectual y profesionalmente interesante.
3. La fase pedagógica y de aterrizaje, en lo educativo, (no administrativo) de esta Reforma “estructural” (como le llama el actual gobierno), enfrenta otro obstáculo desde el punto de vista de la comunicación. Con esto me refiero al hecho de que el cambio educativo no prosperará en México si impera la actual campaña publicitaria, a través de mensajes y spots absurdos (como la maestra en blanco y negro -con métodos memorísticos-, que de la noche a la mañana se transforma en docente “a colores” -con métodos de comprensión-), puesto que el activo más valioso de cualquier aspiración de transformaciones educativas no se encuentra en los medios de comunicación, sino en el magisterio y en la organización escolar.
Es cierto que las familias juegan un papel crucial en el desarrollo intelectual, moral y emocional de los niños, las niñas y los jóvenes, pero los maestros establecen lazos de amistad, cooperación y perspectivas de vida de fuerte impacto personal, que muchas veces están ausentes en los hogares. No cabe duda que el cambio educativo transita por las distintas instituciones de la sociedad (medios de comunicación y sus nuevas tecnologías, partidos políticos, sindicatos, iglesias, organismos de gobierno y no gubernamentales, empresas de todos los sectores, etc.), que directa o indirectamente contribuyen o no a la resistencia o promoción del cambio educativo, sin embargo, el papel del maestro es esencial en el éxito o fracaso de cualquier reforma educativa, de acuerdo con la experiencia internacional.
4. Entre otros, un problema latente que puede impedir que este proyecto ambicioso de Reforma Educativa llegue a buen puerto, al menos durante la siguiente década, es el concerniente a la estructura burocrática de la educación. Hoy en día tanto en el gobierno federal como en las entidades federativas, las estructuras administrativas de la educación están anquilosadas e integradas por profesionales que no están adecuadamente preparados para atender los asuntos educativos. Muchos grupos de funcionarios y colaboradores, no todos, están ahí gracias a coyunturas políticas o como retribución por haber colaborado en alguna campaña electoral, pero son inexpertos o carecen de las calificaciones profesionales para llevar a cabo tareas de corte pedagógico o de apoyo a la educación.
Desde hace algún tiempo nos hemos pronunciado en estas páginas, por el establecimiento de un servicio profesional de carrera, no sólo para funcionarios de gobierno federal (que ya existe), sino también para el servicio educativo de los profesionales de la educación en las entidades federativas. Un proyecto así, implicaría trabajar fuertemente a favor de la descentralización de las facultades educativas, que hoy sólo están conferidas al gobierno federal: Por ejemplo, la facultad de modificar el Plan y los Programas de Estudio; y las atribuciones jurídicas para coordinar la formación inicial y continua de los docentes y directivos de la escuela pública.
Quizá las reflexiones hoy expuestas, acerca de los obstáculos que tiene frente a sí la actual Reforma Educativa y sus medios e instrumentos de concreción, sean insuficientes, sin embargo, pueden ser motivo para volver a pensar y repensar sobre el proyecto educativo que queremos como nación.
*Profesor de la universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro.
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