Esta idea me ha rondado por la cabeza hace ya cierto tiempo. Muchos intentan hacer una suerte de análisis cultural de las razones por las cuales siempre perdemos. Aunque la realidad no sea esa. De unos años a la fecha hemos ganado. Y mucho.
Recuerdo ya hace muchos años a un compañero de trabajo que andaba bien metido en eso de los multiniveles. Las razones por las que lo recuerdo bien, es porque que me prestó un casete. En ese casete, el conferencista, que intentaba atraer adeptos a esta suerte de religión del dinero que son los multiniveles, hablaba del concepto de milésima de segundo.
Decía que la milésima de segundo era el lapso de tiempo que transcurría entre que el semáforo se ponía en verde, y el pitazo del carro de atrás para que avanzaras. O sea nada.
Y se me ocurrió que muchos de nuestros males deportivos pasan por allí. Quizá no nada más nuestros males deportivos, nuestros males como sociedad. En una olimpiada recuerdo a la competidora mexicana en tiro con arco, estar a solo un tiro de ganar la medalla de oro (o de bronce no recuerdo). Competía contra una norcoreana.
Un tiro nada más y la victoria era suya. Había hecho una excelente eliminatoria hasta ese fatídico último tiro. Solo tenía que tirar de la misma manera que lo había hecho anteriormente. Pero tiró horrible. Milésima de segundo. Esa última duda la llevó a la derrota. Y puede ser duda o simplemente que este hecho encubra algo más.
Porque no somos ni mejores ni peores que los demás. Nos falta el centavo para el peso. Como individuos así como sociedad no hemos aprendido a tomar decisiones correctas en el momento adecuado. Hemos tenido a todas las potencias futbolísticas del mundo a los pies. Y los hemos perdonado. Johan Cruyff dijo alguna vez que México era como aquel boxeador que tiene mucha técnica y no tiene punch, lo cual ha venido a ser cierto los últimos 7 mundiales.
Milésima de segundo. Consistencia. Salir a matar. Es ese aspecto de la psique mexicana que habría que trabajar en serio. No la técnica, no la táctica, la pura y simple concentración. No podemos estar a cinco minutos de hacer historia y echar todo por la borda.
Si bien es cierto que los arbitrajes han estado fatales, hasta ese factor debería estar contemplado. Los pretextos deberían quedar de lado. Ya no cuenta. Los mexicanos estamos en un punto de inflexión donde no aceptamos ya nuestra tradicional fatalidad. Esa tradición se tiene que ir al carajo. Cuauhtémoc y el mito de los eternos perdedores pertenece a la historia, no a nuestra realidad.
Y ahora, a concentrarnos en otras cosas. Cosas que si tienen una incidencia en nuestra vida diaria. Que ya vendrán otras competencias.