Con preocupación y desesperación Trump se lanza con todo luego de que la Cámara de Representantes aprobara las reglas formales de la investigación para su posible destitución (impeachment), la cual se dará justo antes del inicio del proceso electoral, es decir, existe la posibilidad de que pierda el poder antes de competir por él.
Estados Unidos enfrenta cómo mantener el imperio, ya sea por la vía de confrontación de Trump o, por la vía diplomática de los demócratas y de definir si vale la pena abrir el comercio mundial, o regresar a los nacionalismos del New Deal de Franklin D. Roosevelt, quien en medio de la guerra logró mantener el imperio.
La agenda estadounidense tiene muchos y variados temas, con repercusiones insospechadas en cualquiera de las tendencias a la que se incline
Se trata de asuntos serios que impactarán el equilibrio geopolítico actual, como la relación comercial con China, los tratos de Trump con los rusos, el debate entre nacionalistas por el apoyo de Trump a gobiernos nacionalistas y populistas como los de Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, entre otros, está además, por supuesto, la agenda con México que es muy variada y sumamente determinante, que afecta, quizá como nunca, en la agenda interna de los Estados Unidos, con el T-MEC, la migración, el narcotráfico, el tráfico de armas y el puente con Latinoamérica y con China.
En tal sentido, México desplazó a otros países y otras regiones que Estados Unidos utilizaba antes para dirimir sus asuntos internos, como fueron Irak, Irán, Siria, Afganistán, Kuwait, etcétera.
Tan es así, que en tan sólo unos cuantos días, el discurso de Trump se volvió nuevamente hacia México como en 2016.
Actualmente la agenda de México abre la oportunidad más para Trump, que para los demócratas. Como lo comentó don Federico Arreola, los hechos de Aguilla en Michoacán, los de Iguala, el operativo fallido de Culiacán y el asesinato de la familia LeBaron, en Chihuahua no son hechos aislados, obedecen a una lógica de provocación. La pregunta es ¿de quién y para qué?
Realmente es difícil saberlo, hay confusión y versiones oficiales diversas que nos pueden llevar a preguntar:
¿Será el narco, para probar su fortaleza y superioridad sobre el gobierno del compañero y camarada presidente López Obrador? ¿Será el gobierno de Trump para justificar una intervención militar y control del país como se hacía en los 70 con imposiciones de dictaduras?
Ante la desesperación de Trump para mostrar que su estrategia es más adecuada que la de los demócratas, los sucesos de México le presentan una gran oportunidad para demostrar su poderío militar con el que podría controlar, no sólo a los carteles de la droga, sino a la migración e inclusive la vía del comercio y hasta el sometimiento de sus aliados.
Ante la situación gravísima de seguridad y debilidad económica que se presenta en México, el mandatario estadounidense lanzó como es su costumbre un Twitter ofreciendo ayuda a AMLO:
“Una familia y amigos maravillosos de Utah quedaron atrapados entre dos viciosos carteles de la droga, que se disparaban el uno al otro, con el resultado de que fueron asesinados muchos grandes estadounidenses, incluidos niños pequeños, y algunos desaparecidos. Si México necesita o solicita ayuda para limpiar estos monstruos, Estados Unidos está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva. El gran nuevo presidente de México ha hecho de esto un gran problema, ¡pero los carteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces necesitas un ejército para derrotar a un ejército!”.
El presidente López Obrador respondió con gran respeto y cuidado:
“Tenemos que actuar con independencia de acuerdo con nuestra Constitución. Voy a hablar con el presidente Trump para agradecer su apoyo, y si en los convenios de cooperación hay posibilidad de que se pueda contar con ayuda en el caso de que se necesite, en el marco de la legalidad vigente. Pero no es que vengan agentes de otro país a México”.
Estos hechos nos remiten a pasajes lamentables de México que vale la pena recordar. En medio de una crisis política en Estados Unidos que dio lugar al asesinato de Robert Kennedy, mientras que en Francia había movilizaciones y en México se presentaba una lucha soterrada al interior del gabinete de Díaz Ordaz, que llevó a la muerte al presidente del PRI, Carlos Madrazo, y al movimiento estudiantil de 1968.
Al respecto, analistas y periodistas como Sergio Aguayo, Carmen Aristegui y Raymundo Riva Palacio, han asegurado que los presidentes Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, formaban parte del equipo de la CIA. ¿Será que hoy estemos en una situación similar?
Lo cierto es que el gobierno de México da muestras de estar rebasado frente a la violencia, ya sea inducida por el narco, por los gringos o por quien sea, y no ha mostrado la capacidad de contener, controlar y mucho menos de erradicarla, lo que acaba por parecer que sirve para generar escenarios que beneficien algún interés extraterritorial.
En el gobierno federal se muestran fisuras al interior del gabinete de seguridad, discrepancias entre el secretario de Seguridad Pública, las Fuerzas Armadas y el Canciller.
Lo que ha abierto incluso una serie de hipótesis como lo son: Un posible Golpe de Estado, rumor que incluso alimentó AMLO. Otro, que el Ejército se siente utilizado y mal conducido y que lo someten a severas críticas por parte del presidente Trump; que el Ejército perciba debilidad institucional del presidente de la República y considere necesario remover y estructurar un nuevo orden institucional. Cualquiera es posible.
Al igual que hubo contradicciones y diferentes versiones sobre el operativo fallido de Culiacán, el asesinato de la familia LeBaron no es la excepción, el secretario Durazo aclaró que no había protección a la familia y después en las redes oficiales de la secretaria se dice que sí contaban con la protección de 18 elementos.
Si antes se criticó duramente la verdad histórica, hoy el discurso oficial parece convertirse en la “mentira histórica” compuesta de muchas versiones sobre un mismo hecho.
En pocas palabras, el coctel que se está formando entre un mandatario poderoso pero desesperado como Trump, y otro, con un amplio respaldo social, pero sin fortaleza institucional y rebasado por quienes atentan contra la estabilidad política de la nación, puede dar como resultado una de las peores situaciones de la historia nacional, que además, dentro del contexto internacional actual, generará fuertes repercusiones en la geopolítica y el orden internacional.