A partir de triunfo de Emmanuel Macron en la pasada jornada comicial francesa, no tengo la menor duda, en nuestro país emergerán al menos un par de perfiles camaleónicos de los políticos tradicionales (esos que han lucrado sistemáticamente de la partidocracia multicolor por décadas) intentando emular a la figura política mundial del momento, el presidente constitucional de la patria de Charles De Gaulle.

Inspirados en el joven político francés y su movimiento En Marcha, apelarán a todo tipo de argucias histriónicas para posicionar en el colectivo nacional la imperiosa necesidad -casi (auto) mesiánica- de una opción política “fresca”, viable y pertinente, de una mente progresista, estabilizadora, apartidista más no antisistema e intelectualmente brillante.

Esta neopose, contará con dos actos concurrentes y perennes en la anticipada carrera por el Poder Ejecutivo en México: primero, promoverán una estrategia dirigida a contrastar con la deteriorada imagen de la “casta” gobernante mexicana, infectada de corrupción, improvisación y frivolidad. Y segundo, intentarán ubicarse en el centro ideológico, posibilitando el combate a los partidos (de los cuales son o fueron parte) y las concertacesiones de los políticos tradicionales, pero, a diferencia otros, lo harán desde una plataforma de institucionalidad impregnada de juventud, negociación y tecnocracia, ponderando factores de estabilidad y gobernabilidad. El votante switcher sería el mercado meta de esta opción.  

Pero como toda copia mal hecha, el “macronismo mexicano” irrumpirá en el escenario político electoral del próximo año y lo hará desde el oportunismo, la falacia política-mercadológica y el gatopardismo que, de manera similar al año 2012, asaltará con perfiles construidos mediáticamente como el de Peña Nieto, Rodrigo Medina o Aristóteles Sandoval; y buscará encontrar campo fértil en la animadversión hacia los partidos y la reticencia ciudadana a las propuestas demagógicas de quienes apuestan a “cachar” todos los votos, incluso en contra de sus postulados ideológicos.   

Ante esta inminente embestida mediática de quienes intentarán asumir el papel de jóvenes brillantes de la política, es menester anteponer, si es que no queremos que ocurra lo mismo de 2012, un análisis objetivo, racional, sin sesgos partidistas, sin fanatismos unipersonales; que haga las veces de armadura antipopulista contra aquéllos que pretenderán inocular en el imaginario colectivo propuestas simplistas sin sustento político, financiero e institucional; además, debemos partir que la cultura democrática y el sistema electoral  europeo, en este caso el francés, no tiene similitud alguna al mexicano. Emmanuel Macron obtuvo 65 % de la votación frente a un 35 % de la ultra derechista Marine Le Pen. En Francia existe segunda vuelta, en México la pulverización del voto es endémica de nuestro sistema electivo nacional.

Debemos tener claro que un perfil como el de Emmanuel Macron no se construye de la noche a la mañana. Si bien es cierto emergió del gobierno socialista de François Hollande, también lo es que su desempeño en el sistema bancario francés lo formó con una visión liberal. Esta postura ideológica ecléctica se resume en su declaración aún como ministro de economía del ahora expresidente de la república francesa: “Queremos preservar el modelo social francés. No haremos una política en detrimento de los asalariados, pero hay que reconocer la necesidad de tener un motor en la economía, y ese motor es la empresa” explicó entonces Macron en una entrevista, sintetizando las reformas impulsadas por Hollande.

Su pasión por la filosofía, su formación financiera y politológica ubican al ahora presidente, junto al canadiense Justin Trudeau, en una nueva generación de líderes mundiales vanguardistas y liberales, defensores de las alianzas estratégicas comerciales y facilitadores del desarrollo empresarial de sus países. El liberalismo social sustituirá el paradigma capitalista rapaz que tanta desigualdad en el mundo ha heredado.    

Así, mientras en nuestro país el nepotismo, el compadrazgo y la “lealtad” partidista continúen subyugando a la preparación, la capacidad y a la juventud, difícilmente se allanarán los derroteros que lleven a verdaderos hombres y mujeres de Estado al poder.

“Los mejor preparados al ejercicio público y los amigos en el corazón” frase más hueca no se ha escuchado durante décadas en los círculos políticos de nuestra querida nación.