La Facultad de Derecho de la UNAM pasa por el proceso de elección de su director. Elegir al mejor, lo más acertado en este proceso de la vida universitaria, es una gran responsabilidad, reservada solamente a los mejores, para el caso, a los miembros de la Junta de Gobierno que dicho sea de paso durante casi cien años de participar en estos procesos, podemos afirmar categóricamente que jamás se ha equivocado. Afortunadamente la Junta de Gobierno está blindada, por encima de las filias y fobias de quienes pretenden influir en la designación, en la UNAM tenemos una Junta de Gobierno, que no se deja impresionar ni a favor ni en contra de nadie, que hace un análisis objetivo y concreto para nombrar al mejor.

De la gestión del director actual, Raúl Contreras, quedan para la historia universitaria sus logros de los que destacan tres méritos: Uno, Creación y aprobación del nuevo Plan de Estudios, herramienta fundamental para las nuevas generaciones y los tiempos que hoy se viven; Dos, aumento de matrícula, con el mismo presupuesto; y en tercer lugar, la expansión del Programa Editorial, publicando una gran cantidad de libros, necesarios en materia jurídica.

Pero a pesar del esfuerzo, hay quien se empeña en manchar la trayectoria de la Facultad, en la persona de su Director, el Doctor Raúl Contreras, los mercenarios, con intereses personales, afloran envidias y miserias humanas, la estatura de los exitosos evidencia la bajeza de los fracasados. Uno solamente, un solitario profesor, famoso por sus métodos calumniosos, conocido en toda la Facultad. Sí, es solo un profesor, quien difama, ése que quisiera que la Facultad comprara sus calumnias, para extraviarnos de lo esencial, que quisiera bajar a la Facultad de su nivel deliberativo, para arrastrarla al mundillo de su egocentrismo, a su campaña sucia, de rumores sin sustento, triste, lamentable, repudiable, vitanda, de quien en la oscuridad, ha vivido y vive en el escándalo, conocido por todos pero innombrable.

No vale la pena entrar a su cancha, porque hay que tener cuidado de polemizar con quien no lo sabe hacer, cuya necedad le mantiene en la terquedad que le imposibilita para deliberar o confrontar ideas, esos siempre intentan llevarle a su espacio en la sanguaza putrefacta social en la hortera, la cloaca donde se mueven y siendo su medio, su hábitat tiene el triunfo garantizado.

Ni los profesores aspirantes a Directores ni la comunidad de la facultad de Derecho, ni los miembros de la Junta de Gobierno, escuchan ni bajarían a esa región, pero da pena ajena aceptar que existe esa fauna universitaria.

La comunidad de Derecho pensante tiene la obligación de certificar lo que se diga, no hacerse eco de calumnias, comprobar fehacientemente lo que se dice y evitar el juicio fácil sin sustento en bien de la Facultad de Derecho.

La designación será para quien acredite su profesionalismo, su amor y lealtad a la UNAM con visión y talento, eso solo lo determinará la Junta de Gobierno.