¿Cuántos ricos se necesitan para solucionar la desigualdad?
En la primera parte del tema hablo de la importancia de la ética protestante en su productividad como sociedad, de la actitud que tomaron los que se separaron de la visión romana de la religión, del cómo crearon la cultura del trabajo y la aceptación de lo material ganado por el esfuerzo personal, alejándose de la evidente corrupción que se comenzaba a erigir frente a sus ojos, viendo cómo Roma ponía el mal ejemplo. Fue el eje central de la escisión luterana ante el empoderamiento y enriquecimiento de la iglesia católica. Dos culturas que se desprenden de un proceder religioso; una, la del enriquecimiento ilícito, dejando una escuela para siempre: la de la corrupción.
¿Y qué escuela dejó la escisión y la creación del protestantismo?
La que no imaginaron ni ellos mismos: la que creó el Capitalismo.
Max Weber recoge el resultado, la lógica y la defensa irrestricta del “puritanismo”, mal entendido casi por todos, y muy bien entendido y aprovechado por Ayn Rand, pues sin moral y ética del trabajo no hay riqueza posible. Los libertarios nacen dentro de esta esencia, son los que observan esta particularidad del capital que genera el protestantismo. Se han tomado la molestia de explicar que el Capitalismo no es posible sin el factor moral, quitaron el peso de la religión pero conservaron el principio de la ética del trabajo como valor moral en el capital. Todo lo demás es riqueza ilícita, llámese como se llame, es simplemente la corrupción que se aprendió desde una conducta religiosa desvirtuada y adulterada, una gestión creada por la iglesia poderosa de Roma que permeó en la psicología de todos los pueblos que acogieron el catolicismo de Roma. Un desastre en los años (siglos) venideros.
¿La riqueza se comparte?
Compartir la riqueza en el protestantismo es una acción voluntaria puesto que el trabajo personal es valorado, y por lo mismo, es constantemente incentivado e impulsado para tener repercusión en la comunidad, ya que al generar una dinámica económica entre todos, generan riqueza juntos. Los ejemplos más claros y visibles fueron Carnegie y Rockefeller en USA, ellos colocaron las bases y el ejemplo que los siguientes millonarios también hicieron. Dice John Lienhard: “Money creates responsibility. Sooner or later, we realize that we have a decent world to live in only when the money created by our technological foresight comes back around to increase knowledge and beauty in that world.”
¿Con quiénes comparten los ricos protestantes su riqueza?
Con los limitados, los de la iglesia católica con nadie o casi con nadie, el altruismo es muy bajo. Desde siempre se entendió que el Estado no tiene dinero para cubrir ciertos gastos ya que la recaudación de impuestos sólo alcanzaba para la creación de infraestructura y administración pública. La misma ciudadanía, a través de las iglesias tuvo que organizarse -con la ley en la mano- para crear organizaciones de diferente índole para que los nuevos millonarios pudieran donar su dinero.
Es común ver a la industria alimentaria patrocinar el entrenamiento y alimentación de grandes deportistas, la empresa Kellogg's dio el apoyo alimentario al nadador Michael Phells. Apoyar a los deportistas crea otro sector de éxito económico y mercadológico. Volvemos a lo mismo, todos ganan al ayudarse entre todos. Es un círculo virtuoso.
Las leyes de la riqueza
Ante la creación de la riqueza el Estado se adaptó a ella, no fue al revés, el Estado se adapta para que siga generando. “The Rule of Law” fue la base fundamental para que el progreso se diera en el completo orden. Desde siempre se entendió que cualquiera podía crear su propia riqueza, no se entendió como lo entienden en América Latina; que desean tener acceso a la riqueza y a su repartición. Esta idea no forma parte de la lógica protestante ya que no se puede tener acceso a ella, y mucho menos repartirla, primero hay que crearla para luego pretender repartirla, el Estado no tiene derecho a quitársela a nadie puesto que no la genera. Hacerlo es totalitarismo. Cuando el propio Estado pretendió quitarla para repartirla, nacieron los paraísos fiscales.
La cultura de la ética protestante se está perdiendo en USA y en Alemania con el socialismo.
Las ideas de izquierda en los EEUU penetraron a través de las universidades y el partido Demócrata cuando Hillary Clinton (comunista de closet) llega a la Casa Blanca y prepara el camino para Obama. Obama es el primer presidente de izquierda, él es el resultado del movimiento iniciado por comunistas como George Soros y Noam Chomsky, los fundadores de la NAACP y la organización hispana de La Raza; grupo que ha hecho muchísimo daño a la comunidad hispana por sus ideas anti-norteamericanas y marxistas, y que de manera directa perjudica la visión del estadounidense hacia los hispanos. El voto de los hispanos a Obama fue por su discurso romántico y no por su oferta. Que no tenía ninguna. En el famoso segundo debate, Romney le pone la arrastrada de su vida, ya que Obama no sabe nada sobre Economía y mucho menos de Finanzas, al grado de ponerse a hacer dibujitos con la pluma en pleno debate. El hispano no observó esto en el debate, ¿por qué?, porque piensa como latino, palabras bonitas, discurso bonito y nada de números, entonces, ¿era importante lo que decía Romney?, no, claro que no, para nada. Un hispano de manera natural y cultural no le importa la economía, no forma parte de su idiosincrasia ni de su vida, simplemente no le entiende. Aquí vemos claramente el choque de las dos mentalidades. Hoy D. Trump emerge de la cultura protestante claramente, usando un lenguaje que el latino no comprende, él es todo un protestante en inseparables sentidos, es el epítome de su cultura, de la verdadera cultura estadounidense.
Por lo mismo podemos ver a todos los intelectuales y periodistas de la tonta América Latina rasgarse las vestiduras, o ver a un Jorge Ramos de Univisión patalear y hacer berrinches porque se enfrenta a casi quinientos años de una cultura distinta a la suya. Y el tonto no sabe que no tiene posibilidades de franquearla.
El movimiento estadounidense OWS (Occupy Wall Street) fue un movimiento de izquierda inspirado en el movimiento español “los indignados” para protestar contra la desigualdad social y exigir se grabara con más impuestos al uno por ciento de ricos que acumula grandes capitales en USA. Una idea absurda y fuera de toda lógica, ya que más del uno por ciento de los ricos millonarios aportan más en donaciones altruistas que si los grabaran con tasa impositiva. Uno de los grandes hipócritas de este movimiento fue Warren Buffett, quien ha donado 18 millones de su fortuna a diferentes organizaciones, él sabe perfectamente bien que ningún impuesto jamás hubiera alcanzado para arrebatarle tantos millones de su chequera. Y al igual que él, se sumaron otros hipócritas que en el fondo sólo pretendían imponer las ideas socialistas para controlarlos, el socialismo es el mejor medio para controlar a todo un pueblo, el socialismo es para los discapacitados mentales. Tener el control del poder absoluto era y es el verdadero trasfondo de este movimiento (Chávez dixit). Hillary Clinton lo sabe, ella forma parte de este movimiento. Pero emergió un poderoso protestante presbiteriano llamado Donald J. Trump. Y no se lo esperaban.
¿Se trata de izquierda o de derecha?
Se trata de entender que vivir bien no es cuestión de quitarles a los ricos su dinero, se trata de conocer el camino hacia la creación de cierta riqueza personal con un orden establecido. ¿Cuántos ricos se necesitan para solucionar la desigualdad? Es la pregunta más tonta que se hacen los tontos. Antes de pensar cómo quitarles el dinero a los ricos, habría primero que crearlos. Es simplemente una reflexión idiota. Es un pensamiento desestructurado.
Thomas Piketty pensó en imponer un impuesto del 75 % sobre la renta a los ricos de Francia, dice él que bajo un impuesto gradual; mejor debió de ofrecer la fórmula para generar más ricos en Francia, ya que se les están acabando o huyendo a los paraísos fiscales. Pero ya ve querido lector, siempre habrá idiotas que compren este pensamiento.
¿Qué podemos hacer para mejorar la economía de América Latina?
Cambiar la mentalidad, no se puede hacer nada si no se cambia la mentalidad, es una mentalidad atorada, nació atorada y sigue atorada. Crear la igualdad ante la justicia es imperativo. Reforzar el sistema educativo con la ciencia de la economía y los grandes pensadores. Hay que enseñar a pensar a los niños desde el humanismo inteligente y productivo de Martín Lutero, de Erasmo de Rotterdam, de Tomás de Aquino. Si queremos tener jóvenes productivos, ¡hay que enseñarles las reflexiones de Max Weber sobre la productividad! Hay que crear una serie de leyes que eviten la obstaculización de la riqueza como la corrupción, terciar servicios (coyotaje), quitar ganancia adicional a prestadores de servicios como los que entregan medicamentos, crear leyes para que cualquiera pueda entregar mercancía, castigar duramente a los que roban en la carretera, rescindir el pago de los 90 días; huy, son tantas cosas que obstaculizan la riqueza porque hay una “mentalidad atorada”.
Es importante hacer que los marxistas dejen de dar lata con su cantaleta perniciosa y sus constantes quejumbres sobre los ricos y sus grandes corporaciones, esas corporaciones que no existen en sus países pero si en los cuentos de monstruos que se comen a los niños. Es el Congreso, y no los lloriqueos, los controlan a las grandes corporaciones. Con gente de mentalidad protestante como un D. Trump por eso le temen.
Los libertarios no podrán ser verdaderamente influyentes si practican el ateísmo absurdo.
El ateísmo no los llevará a nada. No hay humanismo sin teología, ni filosofía productiva. La inteligencia sin humanismo no sirve, y la economía sin humanismo tampoco. El Capitalismo conlleva en sí una gran dosis de lo mejor que tiene el ser humano, por eso volvamos a Lutero para luego entender a Max Weber, si es que… nos preocupa la riqueza.
Tere Quezada es maestra de inglés como segunda lengua con una sub especialidad en Fonética y un minor en Historia Asiática Comparada e Historia Constitucional de los Estados Unidos de Norteamérica por la Universidad del Estado de California.