Auxiliado por el traductor de Google, leo en Der Spiegel lo siguiente:
√ “Este fin de semana en Berlín, comienza la cuenta atrás para la agitación política posiblemente más grande que la ciudad ha experimentado desde la caída del Muro de Berlín”.
√ “Una iniciativa ciudadana llamada ‘expropiar viviendas alemanas’ quiere comenzar la primera recolección de firmas, lo que debería llevar a un referéndum”.
√ “ Su objetivo es, como su nombre lo indica, nacionalizar las propiedades de los grandes terratenientes en Berlín”.
√ “Afectadas están las empresas que poseen más de 3,000 apartamentos de alquiler. En total, hay más de 200,000 apartamentos”.
La caída del Muro de Berlín en 1989 significó la muerte definitiva del socialismo. Desde entonces, toda Alemania ha sido un referente capitalista.
Desde luego, es la izquierda alemana la que busca la expropiación masiva de viviendas, pero lo hace amparada en el más democrático de los derechos que garantiza una sociedad dominada por el neoliberalismo: la consulta popular o el referéndum.
Se justifica una acción tan radical ya que en Berlín el 85% de la gente vive en casas o apartamentos de alquiler y, para colmo, el año pasado fue la ciudad en la que más aumentaron las rentas.
En México existe la expropiación. La regula la Constitución. El gobierno puede expropiar bienes a los particulares si hay una causa de interés público que lo justifique.
¿Qué pasaría si, en nuestro país, se abriera el debate para ir a una consulta —el sistema legal mexicano la permite— como la que miles de ciudadanos están exigiendo en este momento en Alemania?
Es tan grave el problema de la vivienda en México que ninguna opción debe descartarse, sobre todo si, como sabemos, es un hecho que hay terratenientes que poseen muchísimas casas o apartamentos en nuestras ciudades, mientras que demasiada gente vive en condiciones francamente inhumanas ya que no puede comprar y ni siquiera alquilar una vivienda digna.
Conste, no digo que la expropiación de casas o departamentos sea la solución. Solo anticipo una tendencia que nos puede alcanzar y que nos meterá en un verdadero problema si no somos capaces de analizarla con la mente abierta, esto es, sin fanatismos ideológicos.