La Habana, Cuba.- Del barrio residencial de Miramar a la populosa Habana Vieja, a lo largo del malecón, lo que reina es un silencio inusual para esta ciudad capital que casi siempre está de fiesta. Ni reguetón ni sones ni familias jacarandosas ni parejas furtivas adornaban ese animado lienzo que en otras ocasiones, no en esta, suele ser La Habana en su principal orilla junto al mar. Solo uno que otro turista despistado caminaba la madrugada como alma en pena buscando infiernos invisibles.
Desde que el pasado viernes 25 de noviembre por la noche se anunció de manera oficial que Fidel Castro había fallecido a los noventa años de edad, el gobierno decretó una ley seca de nueve días que canceló la venta de alcohol e hizo que cerraran la enorme mayoría de los bares habaneros, incluyendo el famoso Club Tropicana. Eventos programados como un concierto del cantante Plácido Domingo también debieron ser suspendidos por el luto oficial.
Anoche, en algunas casas, si se miraba bien desde afuera, la penumbra solo se rompía con la luz de televisores en los que se dejaba entrever una y otra vez la imagen del fallecido líder comunista ya sea con traje militar, de corbata, joven o viejo, sonriente o enojado. El programa Mesa Redonda, el más visto de la televisión cubana, era una pasarela de personalidades. Desde el teólogo de la liberación Frei Betto hasta periodistas de Granma contaban anécdotas al lado de quien ayer fue despedido por miles de habaneros congregados en el Memorial José Martí, donde en lugar de las cenizas del gobernante fallecido, fueron colocadas fotografías de sus años guerrilleros en la Sierra Maestra, antes del triunfo de la Revolución.
En la televisión oficial, “Gigante” y “Líder” eran los adjetivos más utilizados para hablar sobre quien gobernó esta isla durante casi 47 años, para luego ceder el cargo a su hermano Raúl, actual presidente de Cuba, quien ha dicho que en 2018 dejará el cargo. Esos adjetivos eran los mismos que empleaban algunos de los mandatarios que llegaron anoche como el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang quien dio un breve discurso en el que recordó que en su última reunión con Fidel Castro, éste decidió enviar a su país una brigada médica internacional que hasta la fecha sigue curando enfermos en África.
Guinea Ecuatorial es uno de los sesenta países que ayer había confirmado el envío de una representación oficial para el acto de las siete de la noche de hoy, para el cual hay quince mandatarios confirmados, de los cuales ocho serán oradores, uno de ellos, Enrique Peña Nieto.
Otros cuya presencia está confirmada son los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; de Ecuador, Rafael Correa; de Nicaragua, Daniel Ortega; de Bolivia, Evo Morales; de Colombia, Juan Manuel Santos; y el de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén. Ni Vladimir Putin de Rusia ni el presidente de China, Xi Jinping habían confirmado su presencia.
A mil kilómetros de La Habana, en la provincia de Santiago de Cuba, el próximo 3 de diciembre, se celebrará otro acto masivo de despedida al cual se espera que asistan y participen como oradores figuras políticas como Luz Inacio Lula da Silva y Dilma Rouseff de Brasil, así como Cristina Kirchner, de Argentina, y otros expresidentes amigos de Fidel Castro.
La movilización de los staff presidenciales provenientes de diversas partes del mundo fue lo único que alteró un poco la triste noche habanera. De vez en cuando algún Mercedes Benz escoltado por patrullas con las sirenas encendidas atravesaba velozmente la Quinta Avenida y se registraba algo de bullicio.
Mientras que en las calles, ante la prohibición oficial, solo en algunos lugares podía conseguirse cerveza Bucanero o Cristal, los hoteles de cinco estrellas incluso servían rones a sus huéspedes, pero aun así, se invocaba la discreción y los bares debieron cerrar temprano, por lo que fue con café con lo que se improvisaron tertulias izquierdistas en las que se discutía el éxito o no de Cuba, en su laboratorio comunista para tratar de crear un ser humano menos egoísta. También se hablaba con una pasión desmedida del futuro de la Isla tras la muerte de Fidel. Hay profetas sueltos en La Habana.
Más allá de discusiones, en plena sobriedad, los barrios de la capital se alistaban para el multitudinario evento de hoy en el que está planeado que los cubanos ratifiquen su compromiso con la Revolución cubana. Incluso, quienes no acudan a la concentración, podrán firmar su juramento de apoyo en diversos módulos instalados a lo largo de la ciudad desde la mañana de hoy.
Así, del barrio residencial de Miramar a la populosa Habana Vieja, las noches habaneras continuaban sin son ni reguetón.