Cualquier pretexto que se use para intentar justificar la violencia contra la UNAM es repudiable, que usen el pretexto de la violencia de género es peor.

No hay ningún hombre ni ser humano, que se jacte de serlo, que pueda justificar o promover la violencia de género o, contra cualquier ser humano, es inadmisible la violencia en todas sus manifestaciones.

Cualquier hombre que cobardemente se conduce con violencia en contra de una mujer, que pretenda hacerlo o lo haga en privado, basta con que se haga público o se atreva a hacerlo en público, para que encuentre de inmediato, una respuesta de otro hombre que le responda de inmediato en igualdad de circunstancias, ejemplos abundan en todo el mundo, y en este tiempo con el uso de las redes más.

La sociedad responde, hombres y mujeres lo hacen con indignación ante la violencia y los abusos de un ser humano en contra de otro. Porque no es solo de hombres contra mujeres, también se da de mujeres contra hombres, de mujeres contra mujeres y de hombres contra hombres en condiciones de desigualdad. Y peor cobardemente contra instituciones.

La violencia en todas sus manifestaciones contra las mujeres debe ser desterrada de toda sociedad, lograrlo es un indicador de evolución de los seres humanos, ello nos obliga e involucra a todos.

Los recientes actos violentos, donde usaron a mujeres para dañar el patrimonio universitario debe alertarnos a todos. La estrategia de lanzar por delante a mujeres también es violencia, en las manifestaciones de todo tiempo y hasta el uso de mujeres policías para contener manifestantes es una práctica que se ha hecho común, usar de escudo a las mujeres de ambos lados también es violencia y cobardía que debe reprobarse.

Manifestantes de todo tipo, usan como estrategia y escudo a niños y mujeres, así la autoridad también las usa, hay hasta políticos que las han usado estratégicamente con el nimio argumento, de la equidad de género, pero la sociedad ya debe generar una respuesta a esa práctica común.

La semana pasada las volvieron a usar para violentar las instalaciones de ciudad universitaria, dañaron el mural de Siqueiros, ese muralista luchador social que hasta estuvo en la cárcel por defender sus ideales. También intentaron incendiar la torre de rectoría, ante la pasividad disfrazada de cautela de las autoridades gubernamentales de la CDMX, y la prudencia de la rectoría. Evidentemente ahora deben ser tiempos de argumentos e inteligencia frente a la violencia, Inteligencia de seguridad que ya debiera estar actuando e identificar el origen y las cabecillas de estos manifestantes conocidos como anarquistas o anarcos. Que sin ideología aprovechan la ineficiencia o tolerancia del gobierno frente a la violencia.

A pesar de lo que hemos visto en la reciente manifestación de mujeres violentas en paseo de la reforma y los daños causados, ¡ya basta!

Sigo pensando que no son la mayoría de las mujeres, me parece que también son manipuladas y usadas como pretexto para violentar al país. Y a un México cuyo gobierno, en la práctica, asume actitudes anarquistas, incapaz de usar su poder para proteger a esa parte de los ciudadanos que son agredidos. Un gobierno que con su actitud de manos caídas permite la anarquía, y que ridículamente sostiene que con abrazos, fuchilas y guácalas puede contener la violencia contra los ciudadanos, a quienes tiene la obligación de brindarles garantías de seguridad para su desarrollo. Ya basta de usar a las mujeres para violentar a México, de manipularlas a escondidas cobardemente en el anonimato de una cara tapada, para ejercer violencia contra todos y contra todo, el Estado, si se lo propone, sin ser violento, sí puede identificarlos y arrancarles la impunidad, esa misma que en todos los niveles le hace y le ha hecho tanto daño a México.