“Querido Sancho: compruebo con pesar, como los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de Reyes, pero peores son aquellos que engañan al pueblo con trucos y mentiras prometiendo lo que saben nunca les darán. País este, amado Sancho, que destronan Reyes y coronan a piratas pensando que el oro será repartido entre el pueblo, sin saber que los piratas sólo reparten entre piratas.”

Miguel de Cervantes.

¿La experiencia en la política es razón suficiente, necesitan una carrera universitaria, la historia que nos indica respecto a la política mexicana tan en boga en estos días?

Con elecciones a la vuelta de la esquina y como cada periodo electoral, los políticos en ciernes brotan en cada escollo, todos con propuestas inverosímiles, que a los oídos de sus creadores suenan como verdaderos descubrimientos, algunos con más labia que otros, más amigos que otros, más disposición que otros… Bailando más ridículo unos que otros; pero a todos les une una sola cosa; el hambre de notoriedad y las ganas de un buen hueso…

¡Ah, la política; este divertido acto de equilibrio —según Bousset— entre los que quieren entrar y los que no desean salir!

La partidocracia unida a la meritocracia en algunos casos parece llevar la delantera, al grado de regresar casi de la tumba a quienes creíamos tres metros bajo tierra de la vida política, pero que siempre se caracterizaron por sentir que era su deber dirigir a la manada elevando sus maneras de hacer y manipular política a casi a dogma, convenciendo a muchos sobre qué y cómo deben ser guiados, esa la política añeja con olor a naftalina es para los que duermen, cada día el despertar del pueblo muestra la necesidad imperiosa de cambios en cámaras y palacios, invita al cuestionamiento y razonamiento de las decisiones que puertas adentro se tomen, en apariencia buscando el bien común.

Por el otro lado vemos a supuestos neoliberales urgiendo a los votantes a anular su voto, ¿Cuál es la finalidad y a quienes beneficia? Si nadie vota, los pocos que voten definirán el camino a seguir eso es innegable, luego entonces; ¿quiénes salen fortalecidos de haber miles de votos nulos?

¿Hemos aprendido de los errores?

Al parecer no, la historia reciente nos muestra de maneras distintas que las decisiones no siempre han sido las correctas, pero de ahí a querer regresar al oscurantismo de sexenios pasados hay mucho trecho…

¿La oligarquía quiere seguir imponiendo? Eso parece, la injerencia de grupos de poder económico en nuestro país, liderados por el señor X —que ahora sabemos— incluso han solicitado y recibido ayuda monetaria del exterior será un foco de alerta en las elecciones venideras, ¿Cuántos intereses se mueven alrededor de los próximos gobernantes de un país que en apariencia estaba librándose del yugo capitalista totalitario?

Partidos prometen cambios, pero al llegar; ¿Realmente cambian o sólo se ajustan a los requerimientos de quienes les apoyaron? Y hablamos de quienes metieron dinero a sus campañas, no de los votantes, que al final del día son quienes menos importan… ahí tienen a los chapulines que utilizan partidos para llegar al poder y al poco tiempo muestran la verdadera chaqueta quedándose con el puesto pero cambiando de partido… Parasitismo político, casi comparado al parasitismo social de la burguesía mexicana…

¿Qué hay en común entre los partidos políticos y cuáles son las reales diferencias?

¿Pesa el candidato o el partido? ¿El votante realmente conoce al votado y éste a su vez las necesidades del grupo que representará?

¿Hay real enfrentamiento entre democracia y fascismo?

Al día de hoy siguen las mismas promesas, los gastos electorales incrementándose en millones año tras año, las mismas mentiras, el mismo árbitro electoral y… ¿los mismos votantes?

¿La política tiene su propia lógica y sus propias razones?

¿Qué razones llevan al político a buscar el poder, conquistarlo y querer poseerlo eternamente?

Vemos las campañas de estercoleros en redes y televisión, ya no sabes cuales son más patéticas, las del propio organismo electoral, INE, o las de los aspirantes a cargos populares, solo algo nos queda claro… La gran apatía que crece irremediablemente y la desconfianza que le hace competencia.