SunTzu decía que ?lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla?. Así pues, el papel que la economía ha venido ocupando en la escena mundial parece cumplir con esta premisa.
Después de la Guerra Fría las cuestiones económicas rebasaron a las militares en la escena internacional, y con ello las invasiones se volvieron menos necesarias. Para dominar a un país ya no era necesario invadirlo, sólo era necesario controlar su economía. La dominación evolucionó en una forma discreta y menos sanguinaria, y es así que la economía se convirtió en el nuevo disfraz del arte de la guerra.
De la misma manera que la guerra tradicional puede desarrollarse en varias dimensiones, la guerra económica también comparte esta naturaleza. Por lo que si disturbios están ocurriendo en uno o más frentes de manera simultánea, será difícil que se pueda llegar a una resolución de una manera efectiva. En México estamos atravesando por un momento económico difícil. El peso se ha depreciado a niveles históricos y la economía mexicana no se ha podido acelerar. No se ha recuperado de la recesión de 2009, y por eso nuestros economistas tienen que decidir entre hacerle frente al dólar o mantener al país en condiciones de estabilidad. Además, en una economía como la nuestra que está orientada a las exportaciones se tiene que competir con otras que se orientan hacia el mismo mercado. La depreciación del peso no es del todo mala si se toma en cuenta que este es un fenómeno que afecta a varias monedas. Por lo que se puede decir que no es tanto que el peso se deprecie sino que el dólar que se aprecia.
La depreciación es un arma de doble filo. Si bien sirve para hacer las exportaciones más competitivas, también nos indica la debilidad de nuestra moneda y convierte en perdedores de este juego a los que importan. Si el peso y el dólar fueran ejércitos, se diría que el día de hoy el ejército del dólar es 16.40 veces más fuerte que el ejército del peso. Ilustrando así el 11% de la fuerza que se ha perdido en lo que va del año. Una situación que se comparte alrededor del mundo si se toma en cuenta que el dólar australiano, el neozelandés, el canadiense , el euro, el real, y el peso colombiano también se han depreciado en igual o mayor medida que el peso mexicano con respecto al dólar estadounidense. En síntesis, es el dólar quien se ha apreciado y se vuelve más fuerte en comparación al resto. El dólar recupera su hegemonía y se coloca en un rango en donde sólo le hacen frente la libra esterlina y el franco suizo.
La realidad económica de nuestro país refleja el estado de nuestro poder con respecto a otras naciones. Si el peso se deprecia o el dólar se aprecia es lo mismo, al final hay una diferencia de fuerza de 16.40. Es una realidad que materializa nuestra conquista económica mientras nos alejamos de nuestros sueños de potencia. Hace una década nos sorprendía cuando el dólar se vendía a 10 pesos. Sin embargo, parece que son la debilidad y el descenso quienes se normalizan.
La apreciación del dólar conviene a las exportaciones que complementarán otras economías y les darán mayor ganancia con sus precios regalados. No obstante, esto también tendrá repercusiones internas que no siempre beneficiará al ciudadano promedio. Habrá precios que subirán mientras el ingreso se mantiene fijo. Un contexto que refleja que en el arte de la guerra a veces se pierde sin haber tomado conciencia de la batalla misma.