Una parte muy conmovedora de la entrevista que el fin de semana le hace el periodista Javier Alatorre a El Bronco, Jaime Rodríguez Calderón, candidato presidencial independiente, en la que entre los temas políticos, éste narra, de manera cruda, la tragedia padecida por su familia a causa de los cárteles criminales y traficantes de la droga. Al hombre de rostro duro, recio, dicharachero y de estilo franco y directo en su forma de comunicarse, llega un momento en que se le ablanda el corazón, se le quiebra la voz, no contiene las lágrimas al relatar el pasaje doloroso de la muerte de su hijo, a manos de los despiadados capos del narcotráfico. Un drástico acontecimiento familiar,  que  al parecer, a este hombre de actitud ruda, lo cimbra en lo más profundo y lo deja marcado en el alma para siempre.

Y es en esa misma línea de la entrevista, en la que hace un recuento fugaz de la persecución de la que ha sido objeto su familia por el cártel de los zetas. Expresó de cómo hasta sus pequeñas hijas por esa circunstancia han estado en alto riesgo y en algún tiempo, precisó, que hasta fueron excluidas de la escuela. Fue como escuchar el relato de un  verdadero infierno que padece un personaje que siempre ha estado encumbrado en el poder, quien señala, palabras más palabras menos, que los criminales te persiguen hasta donde te encuentres para asesinarte. Con esto el Bronco hace una especie de denuncia en contra de la inseguridad pública, que en su caso particular, quizá, no se conocía de su estrujante historia de lo de su hijo y menos del acoso proveniente del grupo criminal de los zetas.

Pero habrá que decirlo, ello fue como soltar al viento un reclamo público que inmediatamente se le regresa y se le estampa en la cara, al hacer esa denuncia generalizada a través de la televisora que lo entrevistó, porque él también es responsable sobre el envolvente clima de inseguridad que prevalece en todas partes el país,  y del que, directamente, él fue víctima. Hizo sentir el terror que se vive cuando sufres persecución de criminales, de quienes te han puesto el ojo y de los que no fácilmente puedes zafarte para poner a salvo tu vida.

Nada más que al Bronco sensibilizado y conmovido, según la imagen que reflejaba, se le olvidó reconocer que esa denuncia o reclamo que reveló,  buena parte le toca a él mismo, porque sigue siendo autoridad responsable, porque los hechos que brevemente describió, en alguna porción le correspondían a él haberlos atendido con eficacia, en razón de que sucedieron  cuando fue presidente municipal de García, Nuevo León, del 2009 al 2012, y no se diga ahora, cuando sigue  fungiendo como gobernador de esa entidad norteña, aunque hoy ande muy encendidito con licencia en ese cargo, porque quiere ser presidente de la República. Vaya, ambición  desmedida y su sueño guajiro de querer sentarse en la silla presidencial.

No hay duda, que lo revelado por el Bronco en materia de inseguridad pública, es tan solo un fiel reflejo del fracaso en los métodos y estrategias instrumentados por los anteriores gobiernos y el actual régimen que está por espirar. Pero si al  Bronco los zetas lo hostigan, lo persiguen o lo amenazan, de lo cual se siente inseguro, no vive tranquilo y derrama lagrimas, ¿qué podrían sentir ciudadanos comunes, vulnerables, que no tienen la protección del poder político, como la tiene él?

En fin, Bronco, tu denuncia debe haberles calado a los candidatos presidenciales, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, porque ellos encarnan los gobiernos inútiles, que han convertido al país en una tragedia no nada más familiar, como es tu caso, sino nacional. Pero lo que llama la atención es cómo ustedes, casi como haciendo pandilla, en los debates le echan montón a AMLO, al candidato que en esta materia de seguridad publica trae una propuesta novedosa, muy diferente a la de ustedes, que puede ser la solución, porque la de ustedes ha sido un verdadero fracaso.  Así que, para no pensar que tus lágrimas fueron de cocodrilo, te voy a parafrasear, diciéndote: ¡Ándale, Bronco, dale un abrazo a AMLO! ¡Dáselo! ¡Ándale, hazlo! Si lo haces, estarás tácitamente declinado por él, que sería lo más sensato. Lo veremos en el próximo debate.

Pálida tinta: En la casa coloreada de azul, amarillo y naranja, empieza a cundir el desánimo, y claro, en lugar de repartirse futuros cargos en los que muchos soñaban, se empiezan a repartir las culpas por la derrota que avizoran, pues para entender esto, basta leer la entrevista en el diario El Universal que le hacen al estratega analista, Jorge Castañeda, quien sostiene que en el barco medio hundido del  “joven maravilla”, no se remonta porque se toman tardíamente las decisiones. Vaya, simples pretextos y justificaciones anticipadas para ocultar el rotundo fracaso de la campaña política de los antes ufanados frentistas……….. Y hablando de fracasos anticipados, también se observa cómo en el PRI se nota que empiezan a aflojar el cuerpo en la azarosa carrera presidencial, pues dan muestras de fatiga y agotamiento, cuando la  meta para ellos está demasiado lejana. Ya no se les oye tanto el matraqueo como en el pasado, ni la excesiva propaganda tricolor por doquier, como tampoco los triunfalismos retumbantes que acostumbraban externar a cada paso. Más bien los priistas empiezan a dar señales de resignación, que predicen la derrota inminente de  una campaña política, que para su desgracia, les nació muerta.