Presidente Calderón: 

La sombra de la ilegitimidad así como la bruma del engaño lo acompañaron como una legendaria maldición a lo largo de este miserable sexenio que a Dios gracias ya terminó. Y doy gracias a Dios porque ya no habrá la inmensa cantidad de viudas, huérfanos, de hijos muertos, hambrientos y desolados que a su paso dejó el "Huracán Felipe".

Si su entrada al poder de la República hubiese sido por la puerta principal, por la que pasan los verdaderos triunfadores de un régimen democrático, este sexenio hubiera sido mucho muy distinto, quizás con otras prioridades de agenda que realmente le abonaran al porvenir del país. Pero  la deshonrosa, cobarde y falsa manera en la que ascendió al solio presidencial, lo orilló a tomar la postura más práctica, pero también más estúpida, que fue la legitimación a través del ejercicio del monopolio de la fuerza Estatal, intentando así demostrar a la oposición y al hampa quien realmente "mandaba" desde la más codiciada y peligrosa silla, La Silla Presidencial.

Durante este estéril sexenio a su cargo, casi ninguna reforma de gran calado fue emitida ya que como buen panista inmaduro, excusaba su pésima capacidad de negociación política en el congreso con la letanía de pretextos infantiles como "No me admitieron la iniciativa", "Me regresaron el proyecto de ley", "No tengo mayoría" solo por mencionar algunas de las justificaciones que muy frecuentemente los mexicanos escuchábamos en los medios, acusó a la oposición de acudir a la cerrazón cuando el único limitado y obstinado fue usted con su único tema de agenda para conseguir la legitimación "La guerra contra el narco".

Criticó durante su campaña los compadrazgos vividos en aquellos años del PRI, sin pensar que más tarde usted mismo traicionaría su postura llenando todo el ámbito del ejecutivo federal de "los amigos del presidente", sujetos incompetentes que no conocen el concepto de lealtad a la Nación, si no que más bien intentaron ser sus más cómicos peleles. Le suena García Luna, Molinar Horcasitas, Ernesto Cordero, Heriberto Félix Guerra, Suarez Coppel, solo por mencionar algunos.

Usted, Felipe Calderón ante su imperiosa necedad tuvo la osadía de violentar la división de poderes acusando a la Suprema Corte de Justicia de la Nación de injusta por su pronunciamiento sobre el caso Florance Cassez cuando en realidad la Corte solamente se apegó a derecho y no así su genial ingeniero mecánico Genaro García Luna a cargo de la Secretaria de Seguridad Pública quien no solo ha violado el debido proceso penal consagrado en el 16º Constitucional, sino que tampoco posee el argot jurídico suficiente para desempeñar tan delicado cargo. Al mencionar a este "competente" secretario solo deja ver a todas luces los pésimos criterios de evaluación para nombrar un secretario de Estado durante este sexenio.

Todo gobernante que se jacte de serlo debe de hacerse acompañar de gente capaz, debe saber escuchar las opiniones de los doctos, como también debe materializarlas, para después colgarse los laureles de la victoria. En su caso fue todo lo contrario, se rodeo del peor equipo, se empecinó en su estúpida manera de ver las cosas y al país hasta lograr 60,000 almas lejos de sus familias y al final en lugar de laureles se colgó el lastre de miles de mexicanos muertos y de seis reprobables años.

Lo único seguro es que usted y su deshonroso equipo de sátrapas abandonan el país mucho peor de lo que lo encontraron y otra vez la única esperanza que se tiene es la garra del pueblo mexicano que una vez más entregó lingotes de oro, por 60,000 muertos y cándidos pedazos de espejos.