Como si no fuesen suficientes los oprobios que ya nos hace pasar el presidente Andrés Manuel López Obrador a nivel mundial debido a su limitado desempeño y particularmente a su errático comportamiento, la semana pasada los mexicanos tuvimos que cargar con el reproche del gobierno colombiano, que prácticamente le pidió no meterse en lo que no le importa, o lo que es lo mismo, abstenerse de emitir opiniones en cuanto a lo que ocurre en aquel país que actualmente vive un proceso electoral complicado cuando se ha tenido que ir a una segunda vuelta, y en torno a lo cual AMLO se dio permiso de pronunciar comentarios que a los ojos de los colombianos no le correspondían; y de igual manera, ha pretendido catapultarse como defensor de dictaduras al desairar la Cumbre de las Américas con el pretexto de que no invitaron a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, una condición que había puesto para confirmar su asistencia.

De entrada, tenemos que decir que López Obrador, una vez más ha dejado de manifiesto la falta de congruencia entre lo que predica y cómo actúa de acuerdo a su conveniencia o simplemente frente a situaciones que mide con diferente vara, siendo que en diversas ocasiones se ha jactado de respetar la autodeterminación de los pueblos; se ha pronunciado en contra de políticas injerencistas y ha sido un crítico severo cuando a su juicio alguien más allá de nuestras fronteras se entromete de alguna manera con lo que hace o deja de hacer su gobierno.

Por ejemplo, en febrero pasado, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken manifestó su preocupación por los periodistas asesinados en México y por las continuas amenazas que enfrentan en este país, uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo.

“El alto número de periodistas asesinados en México este año y las continuas amenazas que enfrenta son preocupantes. Me uno a quienes piden mayor responsabilidad y protección para los periodistas mexicanos. Mi corazón está con los seres queridos de aquellos que dieron su vida por la verdad”, escribió en Twitter, recibiendo inmediata respuesta del presidente López Obrador:

“Pedirle de favor que se informen y que no actúen de manera injerencista porque México no es colonia de Estados Unidos, ni es un protectorado. México es un país libre e independiente”, afirmó el presidente.

Dias después, AMLO arremetió contra el Parlamento Europeo que también se pronunció con preocupación por la suerte de los periodistas mexicanos.

El 10 de marzo, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que condenaba los asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos en México y aseguraba que el gobierno mexicano creó una plataforma para exhibir, estigmatizar y descalificar las críticas de la prensa y había debilitado la protección de los periodistas bajo amenazas y cortado fondos para su protección. Según los legisladores europeos, la violencia contra comunicadores mexicanos se debe al “incremento en la colusión entre círculos oficiales y los cárteles de drogas”.

El presidente Andrés Manuel entró en cólera y él mismo, sin consultar a la cancillería o algún experto en relaciones internacionales, dictó a su jefe de Comunicación la dura respuesta que habría de hacer llegar al otro lado del mundo, y en la que se leía:

“Evolucionen, dejen atrás su manía injerencista disfrazada de buenas intenciones (...) México ha dejado de ser tierra de conquista y, como en muy pocas ocasiones en su historia, se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas. El Estado no viola los derechos humanos como sucedía en gobiernos anteriores, cuando ustedes, por cierto, guardaron silencio cómplice”.

El gobierno federal sugirió a los legisladores europeos que la próxima vez que se manifiesten acerca de la situación mexicana, primero se informen y lean bien las resoluciones que les presentan antes de emitir su voto. “Y no olviden que ya no somos colonia de nadie. México es un país libre, independiente y soberano”.

Asimismo, les pidió que no olviden “lo que decía ese gigante de las Américas, el presidente Benito Juárez: ‘entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’”, refrendando así las políticas de soberanía y autodeterminación del pueblo mexicano.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) también ha acusado a Estados Unidos de injerencista por financiar a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).

Según el mandatario federal, el país vecino es cómplice de la corrupción al financiar a organizaciones que considera opositoras a su Gobierno.

La política estadounidense, acusó el tabasqueño, es anacrónica y ofensiva.

“Nosotros mantenemos nuestra protesta porque el Gobierno de Estados Unidos, de manera injerencista está destinando dinero a una supuesta asociación civil que en realidad es una organización política, conservadora, que tiene como único propósito atacarnos, combatir a un Gobierno legal y legítimamente constituido y combatirnos con mentiras”.

Ha sido pues el mandatario tabasqueño un crítico recurrente en el tema del injerecismo, aunque él mismo, en su momento, instruyó al canciller Marcelo Ebrard rescatar al expresidente boliviano Evo Morales y hasta envió un avión de la fuerza aérea mexicana para ir por él.

AMLO también ha metido las manos por Cuba frente al gobierno estadounidense pidiendo levantar lo que él considera un bloqueo contra la isla.

Y este mismo lunes, también poniendo la cara por los gobiernos dictatoriales de Cuba, Nicaragua y Venezuela, anunció de manera oficial que no asistirá a la Cumbre de las Américas convocada por los Estados Unidos en razón de que no se invitó a todos los países del continente, en una actitud que igualmente se puede considerar injerencista del propio presidente mexicano, que ahora pretende catapultarse como defensor de las dictaduras.

El viernes pasado, en su conferencia de prensa matutina, López Obrador refirió que el candidato colombiano izquierdista Gustavo Petro, enfrenta “una guerra sucia” en su campaña por la presidencia colombiana.

“Nada más por un instante voy a decir que le mando un abrazo a Petro desde aquí. ¿Y saben por qué lo abrazo? Porque está enfrentando una guerra sucia de lo más indigno y cobarde, todo lo que ya vimos y padecimos en México”, dijo López Obrador.

El presidente mexicano consideró que Petro está enfrentando mensajes como los que él recibía en 2006, cuando fue candidato por primera vez al gobierno de México.

“‘Petro, un peligro para Colombia, comunista, guerrillero, Colombia va a ser como Venezuela’, etcétera, etcétera, etcétera. Pero con todo, unidos todos los conservadores, y sin ética, olvidando que la política es un imperativo ético”, agregó AMLO.

Ante estas declaraciones, la Cancillería colombiana dijo que “manifiesta su inconformidad” a las expresiones que consideró “una injerencia desobligante en los asuntos internos de nuestro país”.

“Colombia adelanta un proceso democrático con todas las garantías institucionales para los aspirantes a la Presidencia de la República. Tanto los que apoyan a un candidato, como al otro, merecen todo el respeto de la comunidad internacional y de altos dignatarios”, continuó.

“Con el mismo respeto que hemos profesado por las instituciones y por el señor presidente de México, le solicitamos respetar la autonomía del pueblo colombiano para escoger a su próximo presidente sin injerencias que traten de influir en los electores”, añadió.

Luego entonces queda preguntar, ¿Y entonces quién es el injerencista?