Con una ruta desangelada y el panorama en decadencia, la virtual abanderada del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, perdió la elección hace meses. Es sencillo: no tiene ninguna posibilidad de competencia y, en una de esas, el tercer lugar por la carrera presidencial es una alternativa que refleja las malas decisiones que han tomado. No hay, desde hace algunos meses, ese interés o la efervescencia que provoca un proceso de esta naturaleza. Del lado de Morena vemos lo contrario; hay una plataforma sólida que camina con Sheinbaum y, ese respaldo, es la llave de acceso para refrendar el triunfo histórico del 2018.

A Xóchitl se le fue la elección desde hace mucho tiempo; inició perdiendo, de entrada, por pactar una componenda con la derecha que, en lo político, vive una degradación y un desprestigio. En virtud de ello, eso le resta un porcentaje importante de votantes. Además de ello, el escándalo de plagio fue, en vísperas de la campaña, un golpe contundente que prácticamente la noqueó. Incluso, ella misma aceptó el error que tuvo y, de paso, no hizo nada para defenderse. De hecho, el pretexto del informe técnico que mencionó la metió más en aprietos y, para sacudirse la presión, se ingenió una frase que no conectó: “la pendejié”.

No pasaron ni unas horas cuando la crítica se lanzó contra ella. No citó y, con ello, se evidenció el plagio de su informe de actividades. Por todos lados se considera que cometió una falta grave, a sabiendas de la importancia y la obligación de hacerlo. Eso le restó crédito ante la opinión pública. De hecho, no supo manejar el tema que se ventiló a la luz por todas las plataformas de redes sociales. Lo peor de todo, es que nadie apareció para arroparla, al menos ningún líder del Frente salió a dar la cara.

Y sí, Xóchitl Gálvez camina sola. No ha sido, ni será, la opositora que buscaba la derecha para contrarrestar el poder dominante de Morena. Por ejemplo, vino el descenso de la estrategia de irrupción que, dicho de hecho, nunca existió. Fue un plan orquestado de marketing para subir a la senadora al plano de la competencia. Es más, si Marcelo Ebrard toma la decisión de competir con Movimiento Ciudadano, dividirá el voto de la derecha. Sabemos que, en ese sentido, no ha resultado muy contraproducente la rebeldía de Ebrard.

En Movimiento Ciudadano saben que, con Marcelo, hay una oportunidad importante para ganar presencia y fuerza en 2024, pues el poder político de Ebrard está probado a lo largo y ancho del país. La más reciente encuesta presidencial de SDPnoticias muestra que Morena sigue manteniendo esa base de apoyo que jala el presidente López Obrador, aunque, de igual forma, concluye el paso significativo que daría el partido naranja.

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Lo que de plano no tiene remedio, es la candidatura de Xóchitl Gálvez. Ella, desde hace meses, perdió la elección; no se le fue de las manos, porque jamás ha llegado al nivel de competencia. Tampoco tiene presencia, ni mucho menos elocuencia. Es verdad, tiene ganas y empuje, pero son concepciones políticamente insuficientes para meterte de lleno al nivel que requiere. Tendrá que resignarse con el tercer lugar ya que, en este momento, su postulación está contra las cuerdas y, para lo que se avecina, está destinada a la derrota contundente de manos de Morena.

De nada ha servido el manejo estratégico y mediático, ni mucho menos apoderarse de una narrativa emulada del pueblo. En Tabasco, por ejemplo, la población salió a mostrarle su rechazo; no duró ni un momento y, en medio de la rechifla, salió acompañada de varias camionetas. Entre otras cosas más, la abanderada del Frente no ha podido entrelazar la inercia que, para un proceso electoral, es fundamental. Además de ello, tiene una fuerte contrincante que la domina de pies a cabeza. Como sabemos, Claudia Sheinbaum ganará la elección, ante una blandengue oposición que, desde ahora, podemos declararlos como derrotados.