La Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México representa para muchos la antesala a la presidencia de la República.

Aunque no todos los jefes de gobierno han logrado la candidatura presidencial de sus partidos; no obstante, desde 1997 a la fecha no ha habido uno que no haya sido presidenciable.

Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, Claudia Sheinbaum. Todos ellos han sido o candidatos o se han quedado cerca de ser postulados como candidatos a presidente de México. De éstos, actualmente uno ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo federal y dos son precandidatos presidenciales de facto por el oficialismo.

Por consiguiente, no sorprende que el cargo de jefe de gobierno de la CDMX signifique para la clase política un anhelo febril. Todos quieren alcanzar el sueño para luego transformarlo en plataforma electoral.

No ha habido quien haya ocupado el puesto para inmediatamente después fantasear con dejarlo.

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La sucesión para la jefatura de gobierno capitalino está por arrancar. Por el oficialismo tenemos a Martí Batres, García Harfuch y a Rosa Icela Rodríguez. Creo que será está última.

El proyecto de Sheinbaum para lograr la candidatura presidencial de Morena depende mucho de que su nivel de reconocimiento crezca; consecuentemente, deberá dejar el cargo y recorrer el país.

Cuando esto suceda, probablemente Batres la supla y García Harfuch se mantendrá como secretario de seguridad ciudadana de la capital. Su trabajo ha sido excepcional. No podemos prescindir de él por mezquindades políticas y electoreras.

Que Claudia Sheinbaum abandone el cargo debilitaría la presencia del partido en el poder entre la simpatía de los capitalinos indecisos. Y es que ya la gente se empieza a hartar de que los jefes de gobierno ponderen el anhelo presidencial por encima del compromiso con sus gobernados. Sin embargo, la prioridad viene de arriba, del presidente de la República, quien tiene como preeminencia la sucesión presidencial por sobre todas las cosas.

Aunado a lo anterior, el antecedente histórico es que, desde nuestra incipiente democracia, los electores de la CDMX han votado siempre por la oposición; siendo la actual jefa de gobierno la excepción que vendría a confirmar esta regla.

Además, otro precedente importante son los resultados electorales del año pasado, donde la oposición vapuleó al oficialismo en votos y número de alcaldías obtenidas.

Así las cosas, los partidos opositores sí llegarán perfilados con posibilidades de triunfo en la Ciudad de México. Falta que elijan bien al candidato y que compitan unidos.

Dicho esto, vale la pena analizar los factores de los que depende la alianza de la oposición y la elección de la o el candidato a la jefatura de gobierno de la CDMX.

Se habla que una de las posibilidades para que en el estado de México no se rompa la coalición entre el PRI, PAN y el PRD es que se permute el color del abanderado al gobierno mexiquense por el del gobierno capitalino.

Es decir, que los blanquiazules cedan a los tricolores la designación del candidato a gobernador del Edomex, mientras que los tricolores permitirían que un candidato albiazul encabece la candidatura a la jefatura de gobierno de la capital.

Los nombres entre los opositores que suenan fuertemente para la Ciudad de México son Xóchitl Gálvez y Santiago Creel. De estos dos, considero que Xóchitl sería mucho mejor candidata.

Recordemos que el electorado capitalino es muy politizado. Además, la Ciudad de México se ha distinguido por sus políticas liberales y su vanguardismo. Esto quiere decir que un candidato de tendencias conservadoras muy marcadas se vería en notoria desventaja frente a la candidatura oficialista, que enarbolará la bandera de la izquierda.

Para que la oposición sea competitiva en la capital del país, debe apostarle a una opción que logre que tanto los sectores liberales como conservadores se identifiquen con su candidatura.

El perfil perfecto es Xóchitl Gálvez.

Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz se ha ganado todo por lo que ha trabajado; y lo que no se ganó, fue porque se lo robaron. El que entendió, entendió.

Además, en la Ciudad de México se ha desempeñado como delegada de la Miguel Hidalgo obteniendo excelentes resultados. Hoy funge como senadora de la República y no ha temido enfrentarse a los oficialistas en incontables debates, en los medios de comunicación y en las redes sociales. Lo que solamente puede significar una cosa: no tiene cola que le pisen.

Una candidata sin vulnerabilidad mediática es fundamental para hacerle frente a un oficialismo inquisidor y persecutor, que se ha distinguido por utilizar el aparato del Estado con fines electorales y ha politizado a las instituciones de procuración de justicia.

Aficionada al Cruz Azul, Gálvez Ruiz llegaría fuerte a la contienda. Si bien con posibilidades de cruzazulear, mas no con la de hacer el ridículo. Además, creo que la maldición de los cementeros ya fue rota, así que de eso no tendría que preocuparse la senadora.

En conclusión, la figura de Xóchitl Gálvez bien podría lograr que todos los electores de la Ciudad de México empaticen con ella. De nada serviría una alternativa que profundice la polarización cromática que dividió a la capital como resultado de los pasados comicios federales.

Se necesita a alguien que convenza en el oriente y entusiasme en el poniente de la ciudad. Alguien con camiseta de fútbol los domingos y empresaria y legisladora entre semana. Si es así, sí se puede.

Xóchitl Gálvez sí podría ganar en la CDMX