La vulneración del sistema informático de la Secretaría de la Defensa Nacional es un hecho mayor que requiere responderse con un proceso de reforma integral de la inteligencia nacional. No puede responderse en público con ironía o minusvaloración de lo sucedido. Es muy grave la penetración lograda: les vaciaron parte de la información desde mayo de 2010 a la fecha (septiembre de 2022). Hay pocos casos que pueden acompañar este evento en México. Se exhibió la vulnerabilidad de la principal institución de Seguridad Nacional del país.

El Presidente AMLO debe responder como Jefe de Estado y como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas ante un golpe y desafío descomunal como el recibido. Es decir con absoluta seriedad y pensando y actuando en función de una reforma de fondo, la que muchos hemos mencionado y sugerido, pero allá en Palacio Nacional y en el círculo de sus asesores cercanos nadie toma en cuenta. Se ha caído en una especie de inmovilismo autocomplaciente en esta materia de la inteligencia nacional, que con este ataque queda claro, es profundamente lesivo al país y a su seguridad nacional.

Mientras el Presidente, el Congreso, y toda la clase política mexicana se empeña con una terquedad, obcecación y miopía, digna de mejor causa, en seguir discutiendo la Seguridad Púbica, a la máxima institución de seguridad y defensa nacional la penetran y roban miles de sus archivos informáticos. Pero la principal responsabilidad en esto sí es del Presidente AMLO y toda la estructura de dirección de la propia institución militar.

Pero el Presidente en esta materia de inteligencia y seguridad no quiere escuchar a nadie, salvo a la diputada del PRI que propuso la ampliación del mandato constitucional del ejército para coadyuvar en la Seguridad Pública, propuesta que hizo suya casi todo el gobierno y MORENA. Creo que esta postura es perfectamente revisable por un mandatario de su nivel de sensibilidad y experiencia política.

Ni teóricamente ni en la praxis informática es imposible penetrar ningún sistema informático. Es parte de la guerra informática o cibernética que se libra por cuenta propia o ajena, entre Estados, gobiernos, o usando a organizaciones privadas contra gobiernos nacionales o instituciones específicas. Existen pruebas de penetración o “pen test” llamadas también “hackeo ético” que se usan como evaluaciones sobre la seguridad del sistema, distinta a las “evaluaciones de vulnerabilidad” que identifica las debilidades, fortalezas y riesgos. A partir de ello se identifican unas y otras y se aplican correctivos.

Si el Presidente comenta que este ataque cibernético se hizo aprovechando la coyuntura de vulnerabilidad del sistema militar debido a los cambios que se efectúan en él, entonces este hecho era conocido por quien no debió conocerlo. De cualquier forma la vulneración es un hecho y es un ataque a la Seguridad Nacional.

La eficacia de las plataformas informáticas espías compradas por las autoridades mexicanas y usadas contra ciudadanos y criminales en los últimos 30 años, no se corresponden con la vulnerabilidad mostrada por el sistema informático de la SEDENA vuelto objetivo de ataque cibernético, porque no son eficaces para defender a la propia institución.

En semanas anteriores nos permitimos con toda modestia señalar que en la reciente reforma administrativa y operativa de la SEDENA todo indicaba que se había omitido una reforma a la inteligencia militar y que ello constituía un vacío muy importante, aunque dicha reforma debe hacerse en concordancia con la reforma a la inteligencia policial y a la civil. Puede ser una iniciativa del Presidente de la República. Nuevamente se minusvalora este paso estratégico necesario. Sigue siendo una característica estructural de los países latinoamericanos y del Caribe, la relativa debilidad de sus instituciones incluyendo las armadas.

El ejército mexicano de hoy está sometido a tensiones y tareas que no tienen precedente, ni en la época dorada de los gobiernos del Presidencialismo omnímodo y centralista-autoritario del PRI, o de los gobiernos fallidos de la alternancia partidista del PAN. Es mucho más compleja su función actualmente. Ello demanda la reforma integral a la institución y sus funciones, todas. México no es un “islote en el mar océano”, esa reforma se ha hecho en los ejércitos y organismos policiales y civiles de casi toda la subregión continental, incluyendo Centroamérica, de frente a las amenazas no tradicionales. México va a la zaga en dicha materia, inexplicablemente en un gobierno de la “4T y 4R”. Aquí hay una clara incongruencia del proyecto y del programa transformador.

En todo este razonamiento debemos abrir un espacio a una posibilidad política que explicaría el ataque sufrido: ¿Se estará castigando al Presidente AMLO por la defensa pública y reiterada de Julian Asange y por su falta de alineación con el bloque atlántico ante la guerra Rusia-Ucrania? Se lo atribuyen al Grupo Guacamaya, un equipo informático privado, pero no necesariamente.

Como hipótesis plausible, lo es. De cualquier manera en que expliquemos lo ocurrido, la vulnerabilidad cibernética mostrada es real y el correctivo mayor es urgente, es decir, el camino es la reforma integral de la inteligencia nacional como vía para su fortalecimiento institucional y el cuidado en las alianzas estratégicas con otros servicios de inteligencia porque los roles y los objetivos en tal materia son cambiantes. Hoy estamos bien con alguien y mañana quién sabe. O a pesar de estar bien pueden mandarse mensajes fuertes o poderosos de lo que no agrada.