No me espanta el rigor ni la porfia

del secreto poder de adversa suerte;

ni la cadena que con mano fuerte

en el cuello me ató su tiranía.

No me aterra pensar que llega el día que impasible vendrá la torva muerte

y a su voz funeral, en polvo inerte

caeré deshecho ante su faz sombría:

Avezado a sufrir de mi fortuna

la dura mano y el rigor extremo

con que oprime mi ser desde la cuna,

qué puedo ya temer...? ¡Oh bien supremo!

de la tropa infernal que me importuna,

Iselia, solo tus enojos temo.

Ignacio María de Acosta

¿O acaso la coloca?

El asunto es que al presidente le gusta hacerles sufrir; a unos porque de plano no los ve —ya— como sus sucesores, y a otros y a otras para que no se confíen demasiado. Me refiero, evidentemente, a los posibles precandidatos a la presidencia de república por Morena para el 2024.

Sabemos que el abanderado será definido única y exclusivamente por Andrés Manuel, pero eso no quita —más bien supone— que por momentos se despliegue un abanico de posibilidades. En ocasiones este abanico se amplía, otras veces se reduce.

Unas llegan de motu proprio, sobre todo cuando nadie les hace el menor caso (tipo Gerardo Fernández Noroña, quien volvió a revelar por enésima ocasión su intención de contender por la presidencia). Algunos nombres, en cambio, se incorporan al repertorio por iniciativa del primer mandatario.

Eso del dedazo es una de tantas costumbres del viejo PRI que el hoy ejecutivo federal heredó y de la cual no reniega. Vaya, ni siquiera desea ocultar.

Las sillas musicales

Lo curioso es que para llegar al momento de la designación que, insisto, se dará igual que en los mejores tiempos del priismo, el proceso que se juega es muy distinto en la Cuarta Transformación a lo que era antes.

Durante 70 años la regla del juego era: “el que se mueve, no sale en la foto”. En el lopezobradorismo, en cambio, la lógica es más parecida a la de las sillas musicales, esto es, verlos “bailar”, “correr” y, cuando pare la música, asegurarse una silla en las precandidaturas, aunque esta no sea necesariamente la posición preferida, la más cercana al corazón del presidente. El chiste, por lo pronto, a estas alturas, es no verse eliminado del juego.

Pues bien, en respuesta a la divulgación de la investigación del diario The New York Times sobre la Línea 12 del metro, López Obrador pidió tocaran una nueva melodía y que los presidenciales se pusieran a girar enloquecidos.

Marcelo y Claudia

La cuestión es que, de antemano, Andrés Manuel ya había descartado del juego al señor Marcelo Ebrard…

Se dice que el canciller es la primera y directa baja del mencionado reportaje y de lo que se vislumbra será el dictamen oficial que se dará a conocer hoy o mañana miércoles. Pero lo cierto es que AMLO ya no lo consideraba desde bastante antes y si acaso este asunto del NYT le ha ayudado a reafirmar su decisión.

¿Qué sucederá con Claudia Sheinbaum? Allí la cuestión es más interesante; el juego se complica.

Hasta antes de la tragedia del metro, la jefa de gobierno de la CDMX había estado transitando en un fino balance entre los designios de López Obrador y los propios. Había logrado adquirir cierta independencia del gobierno federal, particularmente por lo que hace a la estrategia en la capital ante el covid y el proceso de vacunación. Pero después del derrumbe de la Línea 12, doña Claudia se acobardó y se refugió detrás del presidente.

Muy evidente fue la mímica que hizo del discurso presidencial relativa a que en la Ciudad de México los electores que no votaron por Morena este pasado 6 de junio lo hicieron así al haber sido influenciados por una campaña de medios conservadores. La gobernante repitió la narrativa presidencial casi sin cambiarle una coma.

Esa suerte de imitación y acercamiento hacia López Obrador adquirió nuevos bríos ahora con el escándalo que generó el reportaje del NYT.

Fue Sheinbaum quien salió primero a dar declaraciones; a establecer que, en su opinión, son los conservadores quienes buscan enemistar a los funcionarios de la 4T. Y, sobre todo, señaló que el reportaje del diario neoyorkino no era producto de filtraciones. “Un medio [que tiene intereses no esclarecidos] ha buscado confrontar a la Cuarta Transformación”, dijo.

Sin proponérselo, obligó al presidente AMLO a tener que ser ahora él quien secundara el discurso de la jefa de gobierno capitalino y no al revés. Y Andrés Manuel lo hizo... pero solo en parte.

¿Notaron ustedes que el mandatario dejó abierta la posibilidad de que el escrito de The New York Times haya sido fruto de filtraciones?

Ricardo, Esteban, al convite

Desconozco si eso significa que el presidente está reconsiderando a Claudia como su heredera o si se trata solo de verla sufrir un poco. Lo que sí es evidente es que para hacerla crecer o para sustituirla en el primer lugar de prelación, de pronto ha invitado a otros jugadores al convite.

Permitió, por ejemplo que, a poco más de una semana de los comicios, uno de los periodistas más odiados de la 4T, Carlos Loret de Mola, entrevistara a Ricardo Monreal, y que este externara —al no descartarse explícitamente— su deseo implícito de contender por la presidencia en tres años. De paso, el líder legislativo dijo que el desencuentro entre Sheinbaum y Ebrard por la Línea 12 lo coloca a él en mejor posición. ¿En qué quedamos? ¿Quién es el que quiere “Poner a pelear” a los de la 4T?

Pero hay más, ayer, en su mañanera, AMLO mencionó: “eso también es estribillo político de nuestros adversarios… quisieran que se pelearan Marcelo, Claudia, Tatiana [Clouthier], Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, etcétera”. Para mayores señas, manda a Guatemala a su secretaria de Economía (también, por cierto, al jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, Santiago Nieto), a participar en sendas reuniones sobre migración e integración económica de la región centroamericana.

De esta forma, para que entendieran los que quisieran, el ejecutivo federal amplió la baraja de jugadores, y al hablar de que no habría pleitos entre los funcionarios de su gabinete, los puso él a “pelear” por la sucesión. ¡Vaya jugada!

Maestro de la manipulación política, tomando el reportaje-filtración del NYT como coartada y fortaleza, no como debilidad ni blanco para los ataques de la oposición, el mandatario presentó a vista de todos su maniobra. El presidente se divierte haciendo bailar a sus designados pre pre pre herederos. De paso, logra también hacer a la prensa y a la opinión pública —toda ella— jugar junto con aquellos otros a las sillas musicales.

Y en esas estamos…