¿Qué nos pasó?
¿Por qué nos perdimos?
¿Dónde quedó aquello que nos prometimos?
¿Quién se metió entre nosotros?
¿Quién te llenó de primaveras esos ojos?
Que no me saben mentir
Que no me pueden mentir
Dime quien
Después me quedaré callado
Seré parte de tu pasado
Tan sólo eso seré
Arrocha Reyli Barba
Un cúmulo de irregularidades
La orden de aprehensión en contra del gobernador Francisco Cabeza de Vaca tiene muchas aristas. Todas ellas señalan una realidad que nos hemos negado en aceptar: tenemos un autócrata en Palacio. El cúmulo de las irregularidades cometidas en tiempos revientes abarcan desde violaciones jurídicas hasta despedir al federalismo. Lo anterior sin olvidar que continuamente se intenta trastocar el discurso público con objeto de buscar falsos culpables.
El expediente de la FGR contra Cabeza de Vaca carece de solidez. La acusación formal consiste en no haber declarado algo así como 6.5 millones de pesos por la venta de un departamento, mas la orden de aprehensión girada es por los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero. ¿Cómo se sustenta, entonces, esta orden de aprehensión?
Adicionalmente, el juez quién giro la orden y el agente del ministerio público que la solicitó, cometieron un delito. El articulo 225 del Código Penal Federal especifica que es ilegal: “abrir procedimiento penal contra un servidor público, con fuero, sin habérsele retirado éste previamente, conforme a lo dispuesto por la ley…” Así, se está violando el Estado de Derecho, pues la Suprema Corte de Justicia concedió el mantener el fuero al Gobernador de Tamaulipas contra la acción penal de la autoridad federal.
Por si fuera poco, se viola la presunción de inocencia del imputado y las garantías de su debido proceso.
No hay Estado de Derecho
Con la orden de aprehensión también se le da un portazo al federalismo y a la división de Poderes de la Unión. La primera por no atender la decisión de un congreso local y en segundo término por no acatar la determinación judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como por presionar, cooptar o comprar a un juez federal. No se olvide, el fuero protege la función que un servidor público, no a la persona.
Además, a Francisco Cabeza de Vaca se le ha negado el acceso a la indagatoria, con lo cual se le ha dejado en estado de indefensión. Llama la atención que mientras en su contra se echa a andar todo el aparato del Estado, además de violentar el debido proceso y desdeñar al Poder Judicial, la “justicia” funciona a diferente velocidad en la 4T.
Basta como prueba de lo anterior atestiguar que el desafuero en contra del diputado pedófilo Saúl Benjamín Huerta de Morena está congelado jurídicamente hablando, al igual que todo el proceso de indagatoria y acción contra Pío López Obrador.
El gobierno federal utiliza la justicia para amedrentar a los opositores, dejando la ley olvidada por el capricho un señor.
Y este individuo cambia el discurso a su antojo para buscar falsos culpables. Requiere de un chivo expiatorio para desviar la atención de la tragedia del Metro y aparentar que su administración busca la justicia.
Nótese: no discuto si el gobernador tamaulipeco es culpable o no, tampoco acepto el propósito de victimizar al gobernador o de que este capitalice para crecer como oposición (si bien esto en el juego político es inevitable); no defiendo su inocencia, pero sí cuestiono la violación al debido proceso, el que este ha supuesto el cooptar instituciones y que se pase por encima del principio de presunción de inocencia.
De cara a las elecciones y a la visita de Harris
Con las elecciones encima y problemas que el lopezobradorismo ‘crea, transforma, pero no destruye’, viene a México Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, ni más ni menos que el 8 de junio. Sin duda, el proceso contra el hasta hoy gobernador de Tamaulipas pasó a complicar mucho más el ambiente preelectoral y la poner en entredicho el compromiso que el gobierno federal tiene con el sistema democrático.
Y hasta antes de la orden de aprehensión girada contra Cabeza de Vaca, Kamala venía a México básicamente con un propósito, del cual se desprenderían las demás (el tema económico, migratorio, de seguridad, de financiamiento internacional, etcétera): asegurarse de que AMLO respetara los resultados de unas elecciones que todo apuntan serán muy cerradas y mucho menos favorables a Morena y sus aliados a lo que hace unos meses se suponía.
Pero ahora la vicepresidenta de los EEUU llegará a enfrentar una situación mucho más grave: en un sistema que creíamos democrático se ha violado la división de Poderes y quien ocupa la silla presidencial se ha descarado como todo un déspota.
Y es que no es lo mismo a que venga Harris a asegurarse de que AMLO reconozca resultados a que tenga que resolver cómo diantres hacer de México una nación viable frente al hecho de que de facto en este país ya no exista el federalismo y el balance entre Poderes en razón de que López Obrador está sentado en la silla presidencial.
Un autócrata despachando
A estas alturas, que AMLO vaya a desconocer los resultados electorales del 6 de junio se da por descontado. El problema es que nuevamente el ejecutivo federal se nos adelantó: el dictador habita Palacio Nacional; no tuvimos que esperar a que no reconociera los comicios para que ello fuera patente. Lo tenemos desde ahora y se ha engullido al Poder Judicial.
Me temo que los mexicanos no estamos entendiendo el tamaño de golpe que el presidente le acaba de asestar al país. Se dijo y no se creyó; ahora el totalitarismo se encuentra despachando a sus anchas.
¿Hubo señales? Sí. Y aunque ahora parecen todas pecata minuta, la sumatoria de ellas integran la autocracia impuesta.
¿Un ejemplo muy reciente? La descarada petición del presidente del TEPJF (abiertamente declarado al servicio del Poder Ejecutivo) para que los demás magistrados le informen el sentido de su voto antes de la sesión pública, siendo esto violatorio de la independencia y autonomía de los integrantes del órgano.
Se tiene amplia experiencia en México y en el mundo cuando, en un sistema democrático, la oposición no reconoce los resultados electorales. Se tiene menos experiencia cuando el no reconocimiento se da desde el poder. Fue el caso de Donald Trump apenas el año pasado.
De lo que no se tiene experiencia en un sistema que se dice democrático (incluyendo a los EEUU) es que un poder anule a los otros. Y ese es nuestro escenario. Estamos atestiguado uno de los momentos más bochornosos de la historia de nuestro país. La división de Poderes ha sido vulnerada, el ataque a la Federación consumado y el hombre que despacha en Palacio es un autócrata.