Lamentablemente, en el gobierno del presidente López Obrador parece que no hay Gabinete, lo que hay es una bola de funcionarios serviles que cobran sueldos y hacen grandes negocios al amparo del poder público.

Sin excepción, son funcionarios que se limitan a ejecutar las órdenes del jefe del Ejecutivo. Cumplen sin chistar y sin hacer observaciones, a pesar de saber que puede ser una locura, una violación a la Ley o un despilfarro en detrimento del erario.

Son muy pocos los que se han atrevido a contradecir o dar una opinión distinta a la del presidente, pero ya no están, fueron corridos y en algunos casos, perseguidos.

Hablamos de funcionarios como los ex secretarios de Hacienda Carlos Urzua y Arturo Herrera, el de Medio Ambiente, Víctor Toledo, de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval; el Consejero Jurídico de Presidencia, Julio Scherer, el Jefe de la Oficina, Alfonso Romo. Todos salieron del gabinete por atreverse a opinar diferente.

Traición

Para AMLO eso es “traición”, por ello el actual Gabinete está lleno de serviles y agachones dispuestos a guardar silencio y no decirle qué tan mala o ilegal es alguna decisión y su administración ha tenido que pasar por el tamiz de otro Poder, el Judicial.

Sus iniciativas u ocurrencias en más de una ocasión han tenido que llegar a la Corte. Como la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos; Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública; la famosa “Ley Bonilla”; Ley Nacional de Extinción de Dominio; Prisión preventiva oficiosa; “Ley Zaldívar”; Consulta popular; Ley Nacional sobre Uso de la Fuerza; Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público; Ley de la Industria Eléctrica; Decreto que blinda las obras como asunto de seguridad nacional; Decreto para declarar el tramo 5 del Tren Maya de seguridad nacional y su última vacilada, que viola flagrantemente la Constitución para militarizar al país.

AMLO no tiene filtro

En todo este sin sentido no hay quién le diga el camino a seguir para al menos lograr un matiz legal y administrativo. Así pasó con los tres proyectos insignia de su administración.

El Tren Maya, una ocurrencia que parece salida de las historias de la zona donde creció, va sin planeación ni objetivo, nadie sabe su razón de ser, un tren turístico, de carga o de pasajeros, vaya, ni siquiera está claro si los trenes deberán ser eléctricos o de carbón.

Fonatur, la dependencia encargada del proyecto ha cambiado su trazo y partes técnicas al menos en siete ocasiones. Es una obra llena de amparos y de corrupción, su primer director, Rogelio Jiménez Pons, quien fue incapaz de negar nada y por razones evidentes mostró el fracaso del proyecto, ahora está siendo investigado por su sucesor, Javier May.

La obra ya ha elevado su costo al doble del presupuesto original y están, además los amparos y protestas derivadas de las afectaciones al medio ambiente y a la riqueza cultural de la zona.

Lo mismo pasa con Dos Bocas, Rocío Nahle a lo único que se ha dedicado es a demostrar fidelidad ciega con tal de que el dedo seleccionador de AMLO la designe candidata de Morena en Veracruz, donde ya le allanaron el camino modificando la Ley para que pueda contender.

O el AIFA un capricho de AMLO, donde a pesar de que instancias arbitrales y especialistas en aeronáutica a nivel mundial demostraron su inviabilidad, su asesor, José María Rioboó diseñó un bodrio de proyecto sin tomar en cuenta las advertencias de las autoridades aeronáuticas y pues pasó lo que tenía que pasar, degradaron la categoría de la terminal aérea y no puede tener vuelos internacionales. Pero nadie, ni el secretario de Comunicaciones, ni sus asesores, ni la SEDENA se atrevieron a decirle que estaba mal.

No le pueden decir NO

En el menor de los casos, quien se atreva a opinar diferente, cae de la gracia de AMLO y corre el peligro de ser ridiculizado, como el Canciller Ebrard en varias ocasiones, o despedido, estigmatizado y hasta perseguido.

Aunque hay quien no lo acepta, esta es una de las principales características de los líderes populistas. AMLO tiene una idea abstracta del “pueblo” y, por ende, una única opinión, la de él.

Desde la perspectiva de los líderes populistas, los únicos que conocen y comprenden al “pueblo bueno” son ellos, por tanto, son los únicos que pueden defender sus necesidades. Sectores de la sociedad civil, como partidos políticos y activistas en derechos humanos, son antipatriotas y suponen un peligro para la nación.

Y ay de aquel que se atreva a contradecir o decirle que no, por ejemplo, los legisladores de oposición que, al rechazar una iniciativa, fijaron una posición distinta, AMLO los considera “traidores a la patria”.

Lo mismo pasa con los magistrados y jueces que dentro del marco de la legalidad han fallado en contra de sus locuras, esos son rateros al servicio de los grandes empresarios y las organizaciones civiles y ONG´s, son operadores políticos en su contra y solo favorecen intereses del extranjero.

Al final ningún secretario de Estado o director de organismo público tiene decisión, son simples ejecutores de los designios del presidente, por eso el país esta como está, de fracaso en fracaso.