Pocas operaciones de adquisición han generado tanta expectación y controversia en la discusión pública, como la de Twitter por Elon Musk. Si bien el que Musk, el hombre más rico del mundo, un “trendsetter” y disruptor, esté por imprimir su marca personal a esta red social intriga a muchos, conviene reflexionar ¿se justifica toda esta atención?
Musk declaró que su interés por Twitter radica en que es la “plaza pública digital donde se debaten los temas vitales para el futuro de la humanidad”. Recientemente se publicó en el Financial Times el artículo de Jemima Kelly, titulado “Twitter no es la plaza pública, sino un teatro”, donde cuestiona todo el interés que ha originado esta compra. Empieza por señalar que, “si uno juzgara por las reacciones que esta operación ha tenido en varios rincones del planeta, podría pensarse que este magnate Tech estaría comprando no solo un espacio real del mundo (que muchos cuestionan que Twitter realmente lo sea), sino al mundo entero, equiparable a sus sueños de colonizar Marte, y de lo cual uno no tendría escapatoria.”
Para Kelly, la ansiedad sobre la intervención de Musk en Twitter se da a partir de expectativas creadas demasiado altas. Y argumenta que:
- Twitter no representa al mundo, aunque así pareciera por ser la obsesión de algunos “periodistas maduros, multimillonarios pueriles y ciertos presidentes caprichosos”. En realidad lo que ahí sucede le importa a muy pocos a nivel mundial.
- A Twitter se le asocia a las mega plataformas como Facebook y YouTube, pero estas tienen miles de millones de usuarios activos alrededor del mundo, mientras que Twitter solo tiene 229 millones. De estos, la mayoría son solo “mirones”. El 25% de usuarios más activos es el que produce el 97% del contenido; mientras que el 75% de usuarios menos activos solo produce el 3% del contenido.
- Twitter no es realmente una plaza pública para el debate. La mayoría de nosotros no nos atreveríamos a hablarnos así en la vida real. Su única propuesta distintiva es el efecto de interactuar en una red, pero en cualquier momento los usuarios preocupados por el “absolutismo” de la libertad de expresión que propone Musk, pueden abandonarla, y si lo hacen en desbandada, pueden romper la red, y crear cualquier otra.
- Si Twitter fuera una plaza pública, no habría distinciones ni “status”. En esta red, todo gira alrededor del “status”: acreditación azul (sin criterios conocidos), conteo de seguidores (muchos de los cuales se adquieren por vías cuestionables), amplificación de la voz de los Twitterati (los más ávidos usuarios frecuentes), mientras que las voces de la mayoría rara vez se escuchan.
- Twitter no es más que un “teatro” donde no hay una expresión espontánea, sino una “actuación” preparada a partir de 280 caracteres cuidadosamente ensayados para la audiencia a la que nos dirigimos. Los actores principales obtienen el micrófono que se les concede vía “likes” o “retuits”, cuando dicen algo muy conveniente o divertido para su público. A los miembros de la audiencia también se les concede el micrófono y participar con los actores principales, cuando alguien prominente les da un “retuit”. Una forma bastante distópica de interactuar.
- La preocupación de los Twitterati por el futuro de la red radica en la posibilidad de perder el perfil que han pasado años creando. Como el miedo de los actores a perder su fama.
- Lo anterior no significa que Twitter no tenga valor, o cierto impacto mundial, pero ni con 44mil millones de dólares se puede comprar la verdadera plaza pública.
Cabe mencionar que en México, Twitter ocupa el sexto lugar por el número de interacciones en plataformas sociales (el primer lugar es Whatsapp); y solo tiene el 3.8% de las preferencias totales de usuarios de plataformas sociales en el país (Facebook ocupa la primera posición).
Kelly finaliza diciendo que, si estuviéramos en la antigua Grecia, Twitter más que ser el “ágora” (donde los ciudadanos se reunían libremente para intercambiar ideas en buena lid), esta red se asemejaría más bien al “Teatro de Dioniso”, donde los ciudadanos asistían a observar puestas en escena, eran estratificados y muchas veces la audiencia tenía que ser vigilada por guardias, por su participación violenta y hostil.
Muchos opinan que Twitter juega un rol central en la definición de la agenda política y mediática, globalmente. Y esperan que con Musk se convierta en la plataforma social líder a nivel mundial, a partir de un modelo de negocios innovador, con tecnología de vanguardia. Para otros, como Kelly, Twitter solo seguirá siendo “un escenario estridente, con notoriedad exagerada, que servirá de escaparate para Musk, el showman, y su audiencia de más de 90 millones de espectadores”.