“Afuera” significa: relaciones de México con gobiernos extranjeros o con medios de comunicación de influencia global.

“Adentro” significa: política interna, incluidas las alianzas de cada protagonista con boleto para la sucesión presidencial del 2024.

Aclaradas las definiciones, diré que vaya sorpresa que me llevé al saber que la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, escribió un artículo para la revista más influyente del mundo, The Economist.

Para empezar no sabía que ella tenía tales dotes de columnista; en segundo lugar, ella lo hizo en inglés, lo que no me esperaba.

La verdad es que jamás la he escuchado hablar en el idioma de Shakespeare, pero seguramente se expresa muy bien en el mismo por su trayectoria académica. Lo que sea, para mí fue un descubrimiento.

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Por cierto, el inglés de Marcelo Ebrard no es muy bueno; apenas se da a entender, evidentemente no aprendió a hablarlo de joven. Su francés es mucho mejor. ¿Claudia tendrá nociones de francés o de otra lengua? Simple curiosidad.

Claro que la nota que Sheinbaum escribió para The Economist es autohalago; era lógico que aprovechara el espacio y se aventara muchas porras, pero ¿no cree la jefa de gobierno que le puso un poquito de más crema a los tacos de la necesaria? Claro, ni modo que ella misma escribiera en su contra o algo negativo de su gestión, pero tantita autocrítica vendría bien; como académica habría sido menos elogiosa consigo misma, pero ahora no escribe como investigadora de la UNAM, sino como política.

En fin, que Claudia haya encontrado un espacio para escribir en The Economist le da otro nivel distinto. Aun cuando esta revista ha golpeado en varias ocasiones, y fuertemente, al presidente de México y es considerado por AMLO como una revista neoliberal, me queda la duda si esto no habrá hecho enojar a Obrador, aunque  muy seguramente la jefa de gobierno le pidió permiso antes. Sheinbaum, buena estudiante, ha aprendido la lección fundamental de la política a la mexicana: nadie se mueve sin el permiso de su jefe.

Acá el tema es que Claudia Sheinbaum va con todo por la presidencia de México en 2024. Cuenta con el gigantesco aparato político que la apoya, la impulsa y la protege. Y Claudia lo sabe… y se deja querer.

Pero al que francamente ya noto muy “desinflado”, y no precisamente en su físico, sino anímicamente, es a Marcelo Ebrard. Él ya había aceptado con cierto entusiasmo sus aspiraciones políticas para el 2024, pero lo siento solo, sin apoyo de nadie, huérfano. Si acaso podría haberse apoyado de Santiago Nieto, quien llegó a la 4T invitado por el ahora canciller, pero el novio de moda ya se le fue; ahora, ¿quién apoyará a Marcelo para el 2024 en lo interno? Se ve difícil encontrar la respuesta porque no hay a la vista aliados ebrardistas en el gabinete ni entre los gobernadores y las gobernadoras de Morena.

Así que Marcelo Ebrard tiene de dos: o renuncia y se olvida de sus sueños o hace alianza con otro partido... y también se olvida de sus sueños: porque sin el morenismo no parece haber futuro para nadie cercano a AMLO.

Ebrard lo seguirá intentando; no hay día en que no le rinda caravanas y pleitesía al presidente, chance con la esperanza de que también sea adoptado como un hijo más y se vuelva el nene consentido.

Y bien, aunque le duela a Marcelo Ebrard o a muchos ciudadanos que simpatizan con el canciller, Claudia Sheinbaum le gana en la política interna por donde se le mire. Y en la externa, la jefa de gobierno ha emparejado al canciller gracias a The Economist.

Marcelo Ebrard ya se ha convertido solamente en un asistente del presidente López Obrador, mientras Claudia va tomando altos vuelos sin que hasta ahora nadie se tope en su camino, porque tiene con qué y quién la apoya. Pero, ojo, esto es polìtica y todo puede pasar. Así que nada de cantar victoria.

No podemos negar que Claudia es una mujer preparada, igual que Marcelo. El tema se pone interesante. Muchas sorpresas nos esperan de aquí al 2024. Ojalá tenga vida para vivirlas todas.

Veremos qué sucede.