El último reducto de la hoy oposición, más que moralmente derrotada, prácticamente ya, aniquilada, es el poder judicial, más puntualmente la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que no ha dudado en intentar echar abajo la figura de prisión preventiva oficiosa, hecho que de deliberarse y decidirse a favor, mandaría a la calle de golpe y plumazo a decenas de miles de presos, obvio la mayoría con delitos sin sentencia, ya que eso de una plena presunción de inocencia en México es una quimera más que ingenua al momento de “los chingadazos”.

La SCJN no vacila en intentar enviar a la calle pues a más de 60 mil presos (¡oh, sorpresa!) en plena época de campañas electorales a lo largo y ancho de todo el país, con el (ni tan) velado objeto de que la criminalidad en las calles suba, para así, según ellos, crear una falsa percepción de que ese aumento sería culpa directa del gobierno en funciones, y así impactar la candidatura, que va viento en popa, de la candidata que representa al oficialismo.

Si lo anterior no es terrorismo, si que se le parece, dado que en la arena del ‘lawfare’ es dónde se vive la única lucha política en la que la oposición tiene armas qué aún le funcionan, cuándo menos en cierta medida y en comparación con los escenarios del poder ejecutivo, legislativo y aún gobernadores y presidentes municipales, por ya ni menciónar el electoral, es más, ni siquiera los famosos organismos autónomos y su burocracia dorada hacen mella ya en las acciones de gobierno de la 4T.

Queda pues “la mafia de la toga”, que con su nueva presidente y de dudosa legitimidad, por cierto, se bate en encarnizada lucha con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque ayer el legislativo le dio un revés, así sea algo tardío, pero revés al final del día, en cuanto a las modificaciones de la Ley de amparo, y una clara delimitación al poder judicial para utilizar esta figura constitucional en contra del interés colectivo, suspensión y entorpecimiento de obras públicas, muy en particular. Dememos de estar pendientes de esta auténtica guerra, que es igual o más grave a la que se vive, en el marco de la violencia política, en el terreno de las campañas locales, sobre todo en el nivel de lo municipal.