La Constitución prohíbe la discriminación, pero ésta existe en una larga lista de actividades cotidianas. La discriminación por color de piel y apariencia son cada día más comunes en restaurantes y hoteles. Lo denunciado en el Sonora Grill Prime no es la excepción, no hablamos de un frijol en el arroz en la ciudad de las libertades, la inclusión y la tolerancia, sino la punta del iceberg de una tendencia detestable en varias zonas de la Ciudad de México.

A las denuncias en el Sonora Grill Prime, siguieron las quejas contra el Niddo, en la Colonia Juárez; el Dante, en Polanco, y el Hotel Parque México, en la Hipódromo Condesa. A bote pronto agrego a esta lista El Cuerno, también en Polanco y por lo menos unos diez lugares más en Santa Fe, Coyoacán y el Pedregal; sin contar los lujos restaurantes de los grandes Hoteles de Campos Elíseos, Presidente Mazaryk o en las nuevas torres ejecutivas de Paseo de la Reforma, que ofrecen vistas espectaculares de la Ciudad.

Estos restaurantes recrean el circulo terrible de la discriminación y el clasismo. No sólo venden comida, ofrecen un estilo de vida basado en la exclusividad. Tratan de mandar el mensaje que son para una élite, pero al final sólo evidencian su ignorancia, frivolidad y mal gusto. Es la misma cara del clasismo de la vecina de Polanco, que hace unos meses se quejó de que en su exclusiva colonia abrieran un antro “tipo Insurgentes Sur”.

La primera discriminación no es por color de la piel o apariencia, sino por dinero. La gran mayoría de la población simplemente no puede pagar una comida o una cena en estos restaurantes, menos en medio del actual proceso inflacionario, donde los precios de los productos básicos aumentaron significativamente. Si la mayoría de la población, apretándose el cinturón y haciendo milagros llega a la quincena, cómo podría pagar una comida, en la que se gaste una quinta parte o hasta un tercio de su pago quincenal

Hay otras formas de clasismo que se disfraza de exclusividad. Sitios como el Pujol o el Quintonil son inaccesibles, no por racistas, sino por las largas listas de reservaciones que existen para encontrar una mesa.

El artículo primero de la Constitución será letra muerta si permitimos que actitudes como la del Sonora Grill continúen. No creo que una disculpa y un curso de sensibilización sean suficientes. Tampoco quiero que lo cierren o clausuren. Al final de cuentas son fuentes de empleo y una rama de la economía que debe impulsarse. Simplemente, las autoridades deben garantizar que no haya discriminación. Sencillo: hagan cumplir la Constitución; es su deber. Mientras que los ciudadanos debemos seguir denunciando la discriminación y el clasismo en el Sonora Grill o donde brote como hongos venenosos.

Soy moreno. Como quien dice mestizo. Nunca he aceptado discriminación. No me gustan los antros con cadeneros o guaruras. Odio los restaurantes con reservaciones. Como donde come el pueblo. Es por economía, también por calidad y sazón. Me gustan las cantinas populares, las fondas bulliciosas y los restaurantes tolerantes con niños y perros.

¿ A ti te importa el color de la piel de quien come a tu lado?

Onel Ortíz Fragoso en Twitter: @onelortiz