En cualquier tipo de trabajo profesional, si un empleado o empleada comete más de dos o tres errores graves es despedido. La lectora de noticias de Milenio Televisión, Azucena Uresti ya rebasó, por mucho, esta cifra.

Desde editorializaciones tramposas en donde Félix Salgado es acusado con justa razón de “abusador”, hasta la revictimización de la jóven víctima de feminicidio Debanhi Escobar, acusándola de traer presuntamente condones en su bolsa de mano, hasta el escándalo de ahora, en donde desde su propia cuenta de WhatsApp admitió tener contacto y hacer lo que le indique la corrupta Fiscalía de Nuevo León, el trabajo de Uresti ha sido horripilante. No se trata de golpeteo, ni de “violencia de género”. A cualquier otro personaje de menor “fama” ya lo habrían echado de su trabajo como comunicador por menos que eso. Así de sencillo.

Azucena señala que ella no mandó los mensajes que provienen de su número de WhatsApp, presuntamente mandados por error al número de Mario Escobar, padre de Debanhi. Argumenta haber estado ocupada en su programa de fake news, aunque existe evidencia circunstancial de que la conductora tenía el teléfono en la mano durante su transmisión.

En fin. Poco ayudan a Azucena Uresti los espaldarazos de personajes de baja ralea como el saco de pus Javier Lozano y otros que están  dispuestos a seguir defendiendo lo indefendible. Por el lado de sus empleadores, todo parece indicar que Milenio Televisión morirá en la colina de la defensa de este personaje cada vez más siniestro que en redes sociales ya bautizaron como “lady Montajes”. La contraparte perfecta a un personaje tan desprestigiado -igual de desprestigado que ella-, como loe s Carlos Loret de Mola. La defensa de Azucena, por supuesto, irá de revictimizar y manchar la imagen de Mario Escobar a como de lugar. Estos personajes y sus defensores no se tentarán el corazón. Pero a don Mario lo apoyamos todo un país, no una pequeña y cada vez más desprestigiada mafia.