La gobernadora de Campeche se deleita y disfruta ser la bayoneta para intentar someter a la clase política del país, especialmente a los presidenciables de Morena. Sigue empecinada en difamar y manipular, incluso ahora se mofa con presentaciones personalizadas conformadas por métodos mezquinos usados -únicamente- para atraer a la población al pretender apropiarse de una narrativa de sometimiento -que ya no produce eco- porque la gente despertó -desde hace muchos años- de la enajenación.

Que pobre y a que bajo nivel ha caído la gobernadora de Campeche. Se entiende perfectamente cuál es el fin, pero lo único que hace es exhibirse a través de un espectáculo televisivo para tratar de envolvernos en un melodrama poco atractivo para la ciudadanía.

De ese nivel es la Cuarta Transformación en Campeche. Lo peor de todo es que algunos ríen y gozan el espectáculo cuando ni siquiera sostiene fundamentos sólidos, pues la recreación nada tiene de cultural, ni muchos menos provechoso, más que ser un distractor utilizado mientras el estado de Campeche sigue padeciendo la ingobernabilidad y deterioro.

Eso solía hacerse en administraciones pasadas; qué mejor que la influencia de la televisión como medio de entretenimiento para apartar los problemas de la verdadera realidad.

Eso es lo que hace Layda Sansores, sin embargo, eso ya no funciona en la actualidad pues el despertar de las conciencias sabe detectar rápidamente cuándo se trata de una guerra propagandística. Aun así, lo único que hace es desnudar la pobre forma de gobernar.

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Si esto es la cuarta transformación, seguramente los campechanos están sumamente decepcionados de haber optado por Layda.

Lo más lamentable de todo ello es que, desde el gobierno federal, no hayan intentado ponerle un alto a la gobernadora y llamar a la prudencia, a menos de que exista un aval para actuar con libertad de acción. Tengo muchas dudas en estos momentos.

No quisiera ser mal pensado, pero, desde que inició el Martes del Jaguar, no he visto un solo pronunciamiento por llamar a la cordura.

Pero Layda parece moverse con libertad a pesar de que la propia ley se lo prohibió cuando concedió la suspensión para que no hiciera comentarios sobre algunos personajes políticos. La ley es la ley. El presidente debe hacer un llamado a cuidar las formas, pero sobre todo a salvaguardar la constitución política. Empero, el silencio es precisamente lo que me preocupa cuando el mandatario dice que no se mete.

Debería de hacerlo porque, en este momento, Morena puede ir acelerando la degradación producto de tanta fricción que provoca la gobernadora de Campeche. Es verdad que el presidente tiene un respaldo inmenso de la ciudadanía, sin embargo, está en el ocaso de su sexenio y nadie está exento de ese desgaste natural que todo gobernante padece en el final de su administración.

Si AMLO experimenta ese desgaste en vísperas de la votación y Morena se divide, será complicado ganar la elección en 2024. Tiene una Ciudad de México muy polarizada, solo es cuestión de que la oposición olvide sus diferencias y encuentre un punto de cohesión, ya no para competir, sino para doblegar al partido en el poder.

Con ese paso, la oposición también encontraría coincidencias en la elección presidencial. La situación es que, en este momento, Morena no puede dar por hecho que ganará, menos cuando siguen haciendo uso de los mecanismos que tanto criticaban de la derecha. Es lo mismo, incluso hasta peor.

Entonces, quienes le rían la gracia a Layda Sansores es porque avalan la guerra sucia y, con ello, están dispuestos a vivir los efectos negativos que significa eso. El resultado traerá un costo político muy alto que puede ser, sino lo evitan, en el principio de la degradación de un partido que prometió grandes cambios, pero que nos ha demostrado ser más de lo mismo.

Lo que está haciendo Layda no afecta a quienes llevan la dedicatoria, sino al propio partido porque significa esa simulación que fue la causa para girar la mirada a otras propuestas.

Notas finales

Dice César Cravioto y Citlalli Hernández que -su coordinador de la fracción- solo tiene una decena de legisladores a su favor. Si eso fuese cierto, Alejandro Armenta no fuera el Presidente de la Mesa Directiva del Senado, y las Reformas Constitucionales, leyes y nombramientos, simple y sencillamente no fueran una realidad. Más bien les entró la misma ansiedad que la gobernadora de Campeche pues parece que creyeron oportuno atacar paralelamente. Una especie de conspiración coordinada bajo el flujo de una misma narrativa golpista que de nada les servirá porque -en la propia Cámara Alta- su líder de la fracción les ha dado lecciones de cómo jugar las piezas del ajedrez.

Vuelvo a repetir: la guerra sucia solo precipita la degradación de Morena. Ya la ciudad de México está sumamente dividida; la oposición está cerrando la brecha y, en una de esas, pierden hasta la presidencia de la República sí el contrapeso encuentra al perfil idóneo, ese qué es capaz de aglutinar a todos los partidos, incluido Movimiento Ciudadano.