No es un hecho aislado, y hasta podemos decir que era “previsible”. A medida que se acerca la fecha de la inauguración del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el tema llena las columnas de opinión, noticias y algunos reportajes.

El pasado 3 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la Resolución por la que se declara la saturación de los edificios terminales del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM). Dicho documento fue retomado para su análisis por diferentes medios de comunicación, lo cual me parece un sano ejercicio. Los actos públicos deben ser susceptibles de escrutinio ciudadano.

Desde nuestro celular podemos revisar la Resolución y confirmar que en sus Resolutivos dice claramente: “CUARTO. Gírese oficio al Director General de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, a efecto que, lleve a cabo el análisis anual, revisión y, en su caso, la modificación del dictamen de capacidad operacional del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ‘Benito Juárez’…”

Y es que no debemos perder de vista que desde hace más de dos décadas se publican en el DOF resoluciones y declaratorias en ese sentido, y prácticamente todas con la misma conclusión: en determinados horarios, el AICM tiene más aterrizajes y despegues de los que su capacidad permite, de acuerdo con las leyes nacionales e internacionales.

Sin que le pretenda restar importancia, tengo que decir que no es nada nuevo, ni tampoco somos el único país donde sucede. Y me parece adecuado hoy se estén generando las condiciones para darle una solución más duradera a este terrible problema logístico que hemos venido arrastrando por mucho tiempo.

Si volteamos a nuestra historia inmediata, digamos 1988 y los seis años siguientes, encontraremos un Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) saturado, pero por la aviación privada. En el sexenio de Salinas de Gortari el Aeropuerto Benito Juárez fue la base de todos esos vuelos, y desde entonces se habló de saturación. Incluso con Zedillo sacó los vuelos privados del AICM para mandarlos al Aeropuerto de Toluca.

Fue hasta el año 2001 que comenzaron los trabajos para buscar una salida viable. El 22 de octubre del 2001 Vicente Fox anunció la construcción de un nuevo aeropuerto en Texcoco. Se presentó un decreto para expropiar 5,391 hectáreas, ubicadas en tres municipios: San Salvador Atenco -donde se encontraba el 70% del total de esa superficie-, Texcoco (25%) y Chimalhuacán (5%). Después vinieron los enfrentamientos con los pobladores de Atenco, las marchas, las manifestaciones y la brutal represión policiaca a cargo del gobierno del Estado de México, en este entonces representado por Enrique Peña Nieto.

Por ello el 1 de agosto de 2002, la Presidencia de la República comenzó los trámites para dejar sin efecto los decretos de expropiación de terrenos. A cambio, enfocó sus baterías en la construcción de la segunda terminal (la famosa T2) dentro del mismo AICM. Fue construida para lograr un pequeño desahogo en las operaciones diarias del AICM, pero no se aumentó el número de pistas para despegues y aterrizajes, sólo se aumentaron las puertas, para evitar las aglomeraciones que ya se tenían a principios del año 2000. Aglomeraciones que a mí me tocó vivir a diario en carne propia, como sobrecargo.

Siempre he pensado que a un aeropuerto no puede ser juzgado a priori. Su administración exige millones de acciones diarias, por todo un ejército de trabajadores calificados para que funcione como es debido. Las verdaderas pruebas de fuego serán conforme vayan aumentando sus operaciones. Se han hecho previsiones, pero todavía no hemos visto cómo enfrentará el sin fin de situaciones que enfrentan todos los aeropuertos del mundo, las condiciones climáticas, por ejemplo.

No perdamos de vista. y no descalifiquemos antes de tiempo. La construcción del AIFA va en concordancia con la intención primigenia de desahogar el AICM, por lo que es natural que varias de las operaciones aeronáuticas se trasladen para allá. No están obligando a las aerolíneas a migrar, son ellas mismas quienes buscarán quedarse con las mejores rutas y slots en el nuevo aeropuerto. Por eso Aeroméxico, que comanda Andrés Conesa, “adelantó” el inicio de sus operaciones, para que las otras aerolíneas no le coman el mandando, dicho en términos sencillos.

Todas las grandes ciudades cuentan con dos o más aeropuertos. Será decisión del usuario adquirir su boleto dependiendo de qué terminal le conviene salir. Son ellos los que valorarán, caso por caso, los costos y los beneficios de que opere Santa Lucía. Lo que ahora se ha anunciado es la posibilidad de tener más espacio en los edificios terminales, menos demoras y atrasos en los vuelos.

Las empresas de aviación tienen mucha experiencia en “vender” mejor todas esas posibilidades, ventajas y facilidades. No nos debe extrañar que más temprano que tarde, la aerolínea del Caballero Águila explore abrir rutas Monterrey – Toluca, pues muchos de los que vienen al AICM nada más van a Santa Fe y Polanco. No olvidemos que la operación de vuelos en el AIFA no compite con el AICM. Se trata de sumar, no de restar.