“Predicadores, fiscales y políticos”. Este es el titulo del artículo de hoy sábado de Javier Treviño en SDPNoticias: https://www.sdpnoticias.com/opinion/predicadores-fiscales-y-politicos/

Javier, en su columna, reflexiona sobre el parlamento abierto al que ha invitado la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados (y Diputadas, desde luego).

Tal cámara ha convocado a especialistas, empresarios, activistas y a otros sectores interesados en opinar sobre la reforma eléctrica.

Ojalá no resulte tal parlamento abierto un ejercicio fallido, pero las probabilidades de que sea exitoso no son altas. Lo deduzco del texto de Treviño.

Piensa otra vez

La convocatoria de los diputados y las diputadas llevó a Javier a recordar un libro de Adam Grant, psicólogo organizacional y profesor de Wharton: Think Again: The Power of Knowing What You Don’t Know (Piensa otra vez: el poder de saber lo que no sabes).

De esa obra, a Javier le llamó la atención un concepto<. “el poder de desaprender”. ¿Desaprender? Algo que poca gente puede hacer. Veamos.

Dice Javier Treviño que las personas dedicadas a la política “cargan fósiles mentales en sus cabezas”. Yo diría que todos y todas cargamos fósiles mentales: periodistas, hombres y mujeres de negocios, deportistas, artistas, hasta científicos y científicas…

Nada hace diferentes a políticos y políticas del resto de la gente. ¿o sí?

Javier comenta lo anterior porque, le parece, la reforma eléctrica planteada por el gobierno del presidente López Obrador, pudo haber sido correcta “en una versión anterior de México, en el siglo pasado, o en el antepasado”, pero no en la actualidad.

Realmente no sé si Treviño tiene razón o no. Lo que sea, él invita a diputados y diputadas a de la 4T a “pensar las cosas otra vez”.

¿La comentocracia y el sector empresarial tienen razón en todo?

Le suplicaría a Javier Treviño —y al resto de analistas que se oponen a la reforma más importante del sexenio— también a pensar de nuevo las cosas. ¿O de plano no se equivocan?

En principio, por mi formación bastante neoliberal, estaría de acuerdo que la reforma eléctrica no debe aprobarse tan como ha sido planteada, que es claramente la posición de Treviño, pero…

El propio Treviño, con su expresión de que hay gente cargando fósiles en la cabeza, me ha convencido de que yo podría estar equivocado..., y Javier también.

¿Y si no fuera cierto que la reforma eléctrica resultará dañina en el México actual? Cuando la duda entra, difícilmente sale porque, por regla general, no abundan las respuestas convincentes.

Realmente no sé qué tan mala —o qué tan benéfica— es la reforma eléctrica, habría que discutirlo. Supongo que, en teoría, para eso es el parlamento abierto, pero tristemente no confío en nada de lo que hacen diputados y diputadas.

Adam Grant —Treviño lo cita— apunta que la mayoría de las personas “pasamos mucho tiempo pensando como predicadores, fiscales o políticos”.

Cuando estás en modo de predicador, defiendes tus puntos de vista.

Cuando estás en modo de fiscal, atacas las otras opiniones.

Cuando estás en modo de político, sólo escuchas a quienes están de acuerdo con tus puntos de vista.

Y en las tres modalidades, estás convencido de que tienes la razón y que las demás personas están equivocadas.

Son palabras de Javier Treviño, quien además se pregunta cómo podríamos lograr que diputados y diputadas de la 4T pasen menos tiempo en modo de predicador, fiscal y político: ¿cómo le podríamos hacer para que piensen un poco más como científicos capaces de reconocer que están equivocados?

Respuesta: Querido Javier, te hago algunas preguntas para que intentes responderlas y las traslades a la comentocracia y al sector empresarial que tanto se opone a la 4T en el tema de la reforma eléctrica y en prácticamente todos los otros asuntos públicos: ¿y si son ustedes quienes se equivocan?, ¿quién garantiza que la gente que tanto critica a AMLO tiene la razón?, ¿en serio tantos cuestionamientos obedecen solo al conocimiento objetivo?, ¿no hay fanatismo ideológico, de derecha por así llamarlo?, ¿no existen intereses creados detrás de todo lo que se dice contra los proyectos del actual gobierno? No lo sé, ayúdame a entender.

Dice Javier que en la 4T no se escuchan las ideas distintas que les harían repensar las cosas porque prefieren oír las que les hacen sentir bien.

¿No ocurre lo mismo, don Javier, en la clase empresarial y en la prensa de opinión que nada bueno ve en el gobierno de AMLO?

La necesidad de ser humildes para desaprender

Javier desearía que políticos y políticas de la 4T tuvieran la humildad para aceptar que hay muchas cosas que no saben, lo que les llevaría a la curiosidad por descubrir más, a tener una mente más abierta.

Exactamente las mismas palabras cabe aplicarlas a quienes critican a la 4T: abran la mente a la posibilidad de estar en el error.

Según Treviño, y estoy de acuerdo, la humildad y la capacidad de desaprender son las dos herramientas clave de todos los políticos y las políticas de la 4T.

Es un buen argumento el de Javier, pero incompleto: debió añadir que también la comentocracia y el sector empresarial y el resto de los grupos políticos deberían tener como sus herramientas clave la humildad y la capacidad de desaprender.

¿Todo lo sabemos sobre la reforma eléctrica?

Javier Treviño asegura que el mayor desafío hoy es que se apruebe una reforma eléctrica “que lastima a la nación”.

¿Tan seguro está Javier de eso? ¿Y si es falso y la reforma en realidad no lastima, sino ayuda a México?

Habría que discutirlo con seriedad y objetividad, aunque no sé si el parlamento abierto sea el mejor lugar para ello.

Javier Treviño cita varias veces a Adam Grant; una de las expresiones de este analista vale la pena: “Las mejores mentes son aquellas que están dispuestas a repensar sus suposiciones y cambiar sus opiniones; aquellas que están dispuestas a admitir que pueden estar equivocadas”.

Deben repensar sus convicciones en la 4T, sin duda, pero también en la clase empresarial, en el resto de los partidos políticos, en el periodismo, en la ciencia..., en todas partes.

No es coherente decir que la gente de la 4T falla porque está convencida de tener la razón, si se afirma desde la posición de alguien que supone estar absolutamente en lo correcto.

No es pleito con Treviño, solo un apunte: ¿y si es eres tú el equivocado, Javier? Ya no sé quién tiene la razón, ese es el problema.

Javier Treviño está convencido de que en la 4T se equivocan y el reto que se plantea es el de convencer a tantos políticos y a tantas políticas de izquierda de que reconozcan que viven en el error.

¿Y si quienes están en el error son el propio Javier, empresarios y empresarias, otros segmentos políticos y la mayoría de analistas que se oponen a la reforma eléctrica?

Javier piensa que él y el resto de quienes critican la reforma eléctrica tienen razón porque han aportado datos, hechos y cifras, porque han compartido argumentos y experiencias y aun anécdotas.

¿Se trata de datos suficientemente sólidos?, ¿son argumentos en verdad irrefutables?

Los tuits

Treviño presenta en su columna algunos tuits de Grant, en los que este da a conocer una jerarquía de estilos de pensamiento que colocan en la cima a aquéllos que están dispuestos a cambiar sus puntos de vista y seguir aprendiendo para siempre:

La gente de la 4T, sugiera Javier Treviño, no está disputada a cambiar su forma de prensar para continuar aprendiendo. El problema, en mi opinión, es que la comentocracia que se opone a AMLO tiene exactamente el mismo estilo de pensamiento y no lo modificará.

A Javier le molestan las personas que, en vez del debatir, sermonean. ¿Solo en la 4T existe gente así? Creo que no: la veo también en el periodismo, otros partidos, la academia y entre empresarios y empresarias. Este es el problema sin solución: todos y todas nos hemos convertido en fanáticos.

De los tuits de Adam Grant me quedo con esta idea: disfruta los desacuerdos con quienes piensan distinto a ti.

Si ese es el espíritu del parlamento abierto para analizar la reforma eléctrica, tendrá sentido. Si no, será pura tontería.

Pero, conste, no sé quiénes están más abiertos al diálogo sin apasionarse ni fanatizarse: diputados y diputadas de la 4T o quienes les critican desde las organizaciones empresariales, la oposición o el periodismo.

No quiero presumir de socrático, pero realmente no tengo la menor idea acerca de qué grupo está en lo correcto y cuál se equivoca.

La mejor manera de salir del laberinto será la de dialogar sin empezar por descalificar a quienes no coinciden con nuestros puntos de vista.

Federico Arreola en Twitter: @FedericoArreola