El mundial de Qatar 2022, que empieza en menos de una semana, viene viciado de origen. A la corrupta decisión de otorgarle el mundial a la monarquía absolutista, cortesía de los delincuentes y corruptísimos Sepp Blatter y Michel Platini, se suma la muerte de al menos 6 mil 500 trabajadores migrantes durante la construcción de estadios e infraestructura para la copa del mundo.

A las altas temperaturas, que pusieron en riesgo a los trabajadores que se desempeñaron en labores de construcción en condiciones infrahumanas, podemos agradecerle también que la copa se celebre en pleno invierno y no en verano, la fecha tradicional para este evento.

Tampoco ayuda que la Selección Mexicana llegue en su peor momento futbolístico desde 1994, con jugadores veteranos y en bajo nivel futbolístico, sumado a la dirección de un “TataMartino que a duras penas oculta sus pretensiones mercenarias de abandonar el barco en cuanto cumpla con los tres o cuatro partidos que se tienen proyectados.

Esta selección entusiasma menos que en otros años y pretender lo contrario es tratar de engañar a un público cada vez más sofisticado.

A esto se suma el ambiente opresivo de la monarquía qatarí, en donde seguramente veremos turistas arrestados por tomar alcohol, dormir con personas con las que “no están casadas” o por ser parte de la comunidad LGBT, entre otras linduras de lo que pasa por “ley” en un reino islámico fundamentalista.

Todo apunta a que esto sea un desastre, aunque esperemos que al menos sea uno divertido de ver.