No hay duda de que –y así lo estiman todos los analistas serios sin el afán de caer en exageraciones o sensacionalismos- que la oposición no tiene oportunidad alguna de ganar la Presidencia de México si no va en coalición. El PRI, PAN y PRD juntos podrían representar la única (y pongo el acento en esta última palabra) posibilidad de que Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o cualquiera de las corcholatas de AMLO no se sienten en la silla presidencial el 1 de diciembre de 2024.

Así lo indican todas las encuestas de opinión. A pesar de los ataques mediáticos contra AMLO, el caudillo luce inmune a las diatribas surgidas de la oposición y de la prensa, de la filtración de las guacamayas, y mismo, de la supuesta triangulación de fondos según ha quedado expuesta en el Rey del Cash.

Para nuestra mala fortuna, el debate en torno a la militarización ha provocado una terrible escisión en el seno de Va por México. El PRI, fiel a su naturaleza pragmática y siempre desprovisto de valores éticos o morales, optó por apoyar a AMLO y Morena hacia la consecución del objetivo del jefe del Estado de otorgar a los militares mayores responsabilidades públicas, mismas que corresponderían a los poderes civiles.

A raíz de las votaciones en el Congreso, la alianza parecería perdida. Sin embargo, existe un elemento del debate que podría salvar la coalición: la defensa del INE. Desde el arribo de AMLO al poder, y con sus reiteradas descalificaciones contra la autoridad electoral, los partidos de oposición en su conjunto (léase el PRI, PAN, PRD y MC) han expresado al unísono su repudio a cualquier intento presidencial de dañar al INE, o mismo, desaparecerlo, y en su lugar establecer un organismo que se pliegue a los intereses del presidente o del partido mayoritario en el Congreso.

La clase política de la oposición, al igual que la mayoría de los comentaristas y líderes de opinión, ven al INE como el único baluarte democrático que podría en su momento salvar a México de la deriva autoritaria representada por AMLO y por el partido oficial.

En otras palabras, a pesar de las diferencias en el tema de la militarización, y mismo ante las amenazas de rompimiento expresadas por miembros prominentes de la alianza, la defensa del INE frente a AMLO podría – insisto, podría- conducir a la apertura de negociaciones políticas que ofrecieran nuevas ventanas de oportunidad para recuperar Va por México o cualquier otro intento de coalición que permitiese que la oposición tuviera al menos una pequeña oportunidad de ganar en 2024.

El INE podría, en este sentido, contribuir doblemente a preservar al Estado democrático. Por un lado, mediante sus funciones institucionales de garantizar elecciones limpias y por el otro, como elemento de unión y diálogo entre los partidos de oposición para frenar a Morena en los próximos comicios presidenciales.