IRREVERENTE

Les platico:

El título de este artículo se me develó en una de esas desveladas madrugadas, mientras reflexionaba en el valor de pensar muy bien las cosas antes de decirlas, y más aún, antes de hacerlas.

Recordé que cuando estaba yo chiquito, a diferencia de mis congéneres, no le tenía miedo a los monstruos debajo de la cama. Mi mayor temor era que se me apareciera Dios y me preguntara por mis clases de catecismo.

Un día, ya más crecidito, aprendí que Dios no se le aparece a la gente, ni siquiera a quienes lo buscan con fervor, y así se lo dije a mi abuela la beata, que nomás porque tuvo diez hijos perdió su olor a santidad.

“Ácrata”, me respondió acremente y hace poquito, cuando supe el significado de esa palabra, pensé: “pues qué razón tenía mi abuela”, la que se quedó a un pasito de alcanzar su deseada santidad.

Creo que como País estamos ante una mar que se bifurca ante un dilema: O navegamos o naufragamos.

Y si me lo permiten, les digo por qué. Arre!

Con un posible y casi seguro nuevo gobernador del Banco de México, cuyas asustadas suelas de zapatos bien boleados, nunca han tocado ni el lobby de tan sacrosanta institución, pero sí los pasillos del poder del palacio presidencial.

Cuando al que le pescan una grabación denostando a los picudos, sale con la chupaleta de que sacaron sus palabras de contexto, siendo que eso en realidad es tanto como hacerse p3nd3jo. Teniendo a un presidente al que le valen tres puras y cuatro con sal, maniobrar sus cuentas para salir a decirnos que pese a todas las desgracias de este vapuleado País, él se conserva feliz, feliz, feliz.

Cuando, mientras en una partida de dominó, con cinco mulas que salgan dan ganas de retirarse, el jefe de los del gabinete insiste en seguir jugando. A lo mejor será porque la sexta mula hubo reencarnado en él. Que no nos dé vergüenza y pena que los fanáticos exhiban mucho interés, y los sensatos y supuestamente pensantes, ninguno.

Con un Partido Verde plagado de esquiroles que se venden al mejor postor, que resultó el gran ganador de las pasadas elecciones y sea ahora la “bisagra” para inclinar la balanza de la mayoría legislativa que pudiera decidir los destinos de ésta generación y de las que vienen. Que la evidencia empírica de 50 años viviendo elecciones en México, siga siendo el factor para elegir a los menos malos  porque de los buenos, ni sus luces.

Cuando veamos florecer desparpajadamente a las yucas en pleno junio y ni aún así aceptemos que le estamos dando en la madre al medio ambiente y acelerando el calentamiento global.

Que no haya más prueba de amor en estos días, que decirle a la amada: te quiero tanto, tanto, pero tanto, que si te vas con otro, me voy con ustedes.

Que para recibir a una Vicepresidenta le digas a tu cuidador de estilo y moda, que para la próxima boleas los zapatos, planchas tu traje y cuidas que el puño de un brazo en tu camisa no se vea.

Que ante los resultados de las elecciones del 6/6, se me tenga para las próximas en calidad de “solo votante en grado de tentativa”. 

Si no me queda de otra que decir: suelo no tener razón, pero por favor, háganme caso en esta ocasión: váyanse de México en el próximo avión… y si no les alcanza, hasta en camión… o de aventón.

CAJÓN DE SASTRE

”Valiendo madre llamando al Santo”, exclama la irreverente de mi Gaby, preparando -otra vez- las maletas para irnos al búnker a prueba de balas atómicas marca “CEE-NL”, aquí cerquita pero a la vez muy lejos, el de SAT.