LA POLÍTICA ES BRONCE
Después de la manifestación y marcha en la colonia Condesa, el fenómeno de la gentrificación se instaló en el debate público. Más allá de la consabida retórica oficial o de los discursos de odio en redes sociales, el problema es real. Es importante buscar ejemplos de gestión y de éxito en otras urbes del mundo que han enfrentado fenómenos similares. Hablemos de París.
La Ciudad Luz ha implementado varias medidas y estrategias concretas para hacer frente a la gentrificación, fenómeno que ha desplazado a poblaciones vulnerables por el aumento en los costos de vida y de vivienda. A diferencia de muchas otras metrópolis, París ha adoptado una postura activa, con políticas públicas que buscan preservar la diversidad social y proteger el acceso a la vivienda para todos los sectores. Algunas acciones han sido:
Fuerte inversión en vivienda social. París ha ampliado significativamente su parque de vivienda social (logement social), con un objetivo legal y político claro: que al menos el 25 % de la vivienda en cada distrito (arrondissement) sea vivienda social para el año 2025.
Actualmente, más del 20 % del total de viviendas en la ciudad ya corresponde a este tipo. El Ayuntamiento compra edificios o apartamentos en barrios céntricos (como el Marais o el Distrito 7) para transformarlos en vivienda social y así evitar una concentración de riqueza.
Derecho de tanteo urbano. El gobierno parisino cuenta con un derecho preferente de compra cuando una propiedad se pone a la venta en determinadas zonas. Este mecanismo le permite adquirir inmuebles antes que compradores privados, especialmente en áreas en riesgo de gentrificación, para destinarlos a vivienda asequible o proyectos comunitarios.
Control del mercado de alquileres a corto plazo. Una parte de la gentrificación ha sido impulsada por plataformas como Airbnb. París ha impuesto: Límites estrictos al alquiler turístico: los propietarios particulares solo pueden alquilar su residencia principal un máximo de 120 días al año. Multas a quienes exceden ese límite o transforman viviendas en alojamientos turísticos sin autorización. Campañas de fiscalización para detectar inmuebles fuera de la ley.
Zonas de regulación del alquiler. París reintrodujo en 2019 el control de rentas en las zonas tensionadas, limitando el precio máximo que se puede cobrar por metro cuadrado, según zona, tipo de inmueble y año de construcción. Aunque esta política ha sido criticada por su aplicación limitada, representa un freno legal a los aumentos especulativos.
Renovación urbana sin expulsión. En proyectos de regeneración urbana, el Ayuntamiento de París ha buscado evitar el desplazamiento forzado de los residentes originales. Por ejemplo:
Las remodelaciones de barrios como el de Goutte d’Or (en el distrito 18) incluyen realojos temporales, pero con garantías de retorno. En algunos casos se imponen cláusulas para mantener una parte del uso comercial tradicional y limitar la llegada de cadenas de lujo.
Promoción de cooperativas de vivienda. Se fomenta el desarrollo de cooperativas inmobiliarias, en donde los residentes son copropietarios del inmueble sin ánimo de lucro, lo que garantiza estabilidad y previene la especulación.
Vivienda pública para clases medias. A diferencia de otros países donde la vivienda social se asocia exclusivamente con pobreza extrema, en París también se reserva vivienda pública para clases trabajadoras y medias. Esto permite mantener la diversidad socioeconómica en los barrios.
Participación ciudadana y presupuesto participativo. París destina una parte significativa de su presupuesto a proyectos elegidos directamente por la ciudadanía. Algunos de estos han servido para conservar mercados locales, huertos urbanos, centros culturales barriales y otras infraestructuras que contrarrestan el efecto de la gentrificación.
París no ha erradicado la gentrificación —un fenómeno ligado a dinámicas globales—, pero es una de las ciudades que más decididamente ha intervenido el mercado inmobiliario para mantener la mezcla social en sus barrios. Lo ha hecho desde una lógica de política pública progresista, entendiendo que el derecho a la ciudad no puede estar mediado únicamente por el poder adquisitivo.
¿Qué vamos a hacer en la ciudad de México? ¿Cómo vamos a gestionar este fenómeno? La respuesta no puede esperar mucho tiempo. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.