Empiezo por el internet de Aeroméxico. En realidad por el NO internet de Aeroméxico.
¿De qué hablo? De la muy mala red de una de sus salas de espera en el aeropuerto capitalino.
Media hora intenté conectarme a su Wifi AM Salón Premier y no lo conseguí. Ante el fracaso, recurrí a una red pública pensando que, por estar a disposición de todos los usuarios del aeropuerto, iba a ser muy mala.
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Acostumbrado a que no funcione lo público no creí que iba a tener éxito, pero, la verdad sea dicha, sorprendentemente la CDMX-Internet para Todos es una red bastante más eficaz que la ofrecida por la principal aerolínea de México, que por lo demás no es nada barata.
Ahora paso al desmadre de la mañanera de este lunes. Conste, no estoy utilizando una mala palabra, que no cunda el pánico.
El término ‘madre’, en este contexto, no tiene que ver con la progenitora de nadie, sino con el cauce de un río o arroyo.
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El hecho es que la mañanera se salió de madre, esto es, la libertad que el presidente AMLO permite a los reporteros y a las reporteras se desbordó y aquello terminó en un verdadero sainete indigno de un gobierno histórico como el de la 4T.
Cito a un periodista de primer nivel, Francisco Garfias, de Excélsior:
{username} (@panchogarfias) October 18, 2021
Sin duda, la reportera que preguntó y abusó del micrófono no es periodista —¡¡¡no puede serlo!!!—, o al menos no merece ser considerada una periodista seria.
En el mejor de los casos es activista de alguna causa política o social de Sonora y, seguramente, quedó satisfecha por haber llevado sus temas, muy de ella, a la mañanera.
Educado, Andrés Manuel la dejó hablar y hablar y, como seguramente no quiso perder el tiempo tratando de entender lo que ella decía, el titular del poder ejecutivo dijo algo así como que para eso sirven las mañaneras, y colorín colorado.
¿Para eso sirven? Creo que Andrés Manuel encontró útil la perorata de la señora para dar por terminada una conferencia de prensa en la que no hubo emociones fuertes y que, sin duda, ya aburría al presidente.