Érase que se era una jurista que apoyó durante años a un canciller para que llegara a la presidencia de un país risueño de Norteamérica. Pero, de pronto, doña Olga Sánchez Ordero abandonó a Marcelo Ebrard y se pasó al equipo de Claudia Sheinbaum. Expliquemos con detalles las cosas.

Es que hace algún tiempo el canciller Marcelo Ebrard me proyectaba —a mí y a muchas— la imagen de alguien que haría un buen papel en temas de política exterior e interior y que incluso podría hasta haber llegado a ser presidente de México.

No sé si porque cuando da sus mensajes se le ve muy serio y seguro de lo que dice o porque sabe hablar inglés —no muy bien, pero lo mastica, ya que AMLO ni eso—. Pero ni lo uno ni lo otro ha abonado para el grave problema que hay con las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y México.

Y es que el senador norteamericano John Kennedy francamente ofendió con sus dichos a nuestro país al declarar el día de ayer que gracias a Estados Unidos, los mexicanos no estamos comiendo alimentos para gatos ni viviendo en una carpa; tal cual así lo dijo.

Sí,  por supuesto que fue ofensivo. Pero creo que no debería de haber respondido el presidente López Obrador de la manera en que lo hizo el día de hoy pidiéndole a los mexicanos radicados en Estados Unidos e incluso a los  propios estadounidenses que no votaran por personas con esa mentalidad. Dijo que los dichos del senador fueron prepotentes, majaderos y muy ofensivos. ¿Lo fueron? Sí. Pero no era el papel del presidente de México reclamarle de esa manera.

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Entonces, de diplomático no tuvo nada el presidente de todos los mexicanos, porque se puso al tú por tú con esta trampa, diría yo, que le tendió el macabro senador Kennedy, quien inteligentemente supo cómo sacar de sus casillas a Andrés Manuel López Obrador y quizá, si uno lo analiza bien, ese era el objetivo.

Pero mientras se daba esta pelea como de adolescentes estudiantes de secundaria, no veo por ningún lado a Marcelo Ebrard intervenir, ni mediar ni resolver el conflicto. Sí condenó al senador gringo, pero sin demasiada fuerza. Y es que la verdad, pobre Marcelo, porque también me lo imagino sin mucha capacidad de maniobra porque, me parece, el presidente de todos los mexicanos se habrá enojado de tal modo por los dichos del senador Kennedy que seguro le dijo a Ebrard: “Tú no te metas… Déjamelo a mi”. Y débilmente Ebrard solo dijo que “pues sí, qué grosero es ese senador”

Ya no se diga en el tema migratorio, en el que hoy, tan serio como es él, Ebrard dijo que México no va a permitir que entren más de mil migrantes al día. Es de dar risa. Nadie se lo cree.

Entonces, ¿cuál es la función de Marcelo Ebrard? Pues prácticamente ninguna. Y aquí vamos con doña Olga.

La ministra en retiro, ex secretaria de Gobernación y senadora actualmente, “sin querer queriendo” nos vino a develar el porqué a Ebrard se le ve disminuido.

Ojo con esto: hoy doña Olga Sánchez Cordero declaró que podría morir tranquila si llegaba una mujer a ser presidenta de México. Así de fuerte.

Claramente doña Olga, a quién siempre se le veía muy sonriente con Ebrard, pues ahora le canta al canciller de qué lado se encuentra, y es que doña Olga Sánchez siempre ha ondeado la bandera feminista, y por más que quiera mucho a Marcelo Ebrard, pues la jurista se inclina por apoyar a su género.

Entonces doña Olga nos dice a todos, sin haberlo dicho —habilidad de gente de la política— que la mayor debilidad de Marcelo Ebrard ahora mismo es: ser hombre.

Porque, coincido con doña Olga, me inspira que una mujer sea presidenta de mi país... y Marcelo pues, tristemente, ve que se le aleja el apoyo, la ayuda de doña Olga Sánchez Cordero como quizá el hubiera esperado.

Yo, de verdad, no le veo fuerza a Marcelo Ebrard como competidor de Claudia Sheinbaum en la contienda por el 2024. Ya no lo veo como fuerte rival y las mujeres morenistas que apoyan a Ebrard se llegan a ver incongruentes al no apoyar a su propio género. Por eso doña Olga mejor se fue con Claudia: para no traicionar la causa del feminismo de la que ha sido todo un referente la ministra en retiro.

Muchos dirán que esta contienda no es de  cosa de género, pero hay algo que debemos de aceptar: ya le toca a la mujer en este país sobresalir y llegar a la presidencia.

Aún no veo con fuerza a ninguna otra mujer de la oposición competir contra Sheinbaum. Dicen que van, pero tímidas y no es para menos, debe de dar miedo aventarse un paquete como el de tomar las riendas de un país lastimadísimo por donde se le vea.

Como ciudadana común y corriente que soy, no le veo fuerza, pero nada de nada, a don Ebrard y sí ,como nos lo hizo comprender doña Olga, esta debilidad del canciller, que no podrá eliminar este año, es su género. Ser hombre es la brutal desventaja de Marcelo frente a Claudia.

Contra eso, ¿qué puede o qué podrá hacer Ebrard? Irse de Morena será la única salida, pero no le garantiza el triunfo.

En fin, algo grandioso tendría que hacer o qué decir Marcelo Ebrard para volver a “oxigenarse” políticamente hablando, pero siendo hombre… pues no veo cómo. Es tiempo de mujeres. Ese es el gran punto débil del secretario de Relaciones Exteriores. Así nos lo dio a entender sutilmente doña Olga el día de hoy con su declaración.

No veo cómo pueda lidiar contra eso el canciller mexicano, pero esperemos, todavía falta para el 2024. Veremos qué sucede. Lo de hoy es lo dicho al principio:

“Érase que se era una jurista que apoyó durante años a un canciller para que llegara a la presidencia de un país risueño de Norteamérica. Pero, de pronto, doña Olga Sánchez Ordero abandonó a Marcelo Ebrard y se pasó al equipo de Claudia Sheinbaum”.

Lo que va a pasar es que el grupo de mujeres feministas de la generación de doña Olga —más o menos de esa edad— que se han pronunciado a favor de Marcelo empezarán a imitar a la ministra en retiro: apoyar a la mujer que sí puede ser presidenta para no verse traidoras a la causa feminista. Y es que tanto nos ha costado lograr que una de nosotras pueda ser presidenta, para salir a última hora a apoyar a un hombre. No es correcto.

Es cuánto.