Las entrevistas que concedió Xóchitl Gálvez en las últimas horas a dos medios de comunicación; solo han servido para ratificar lo que ya algunos sabíamos y/o sospechábamos, e incluso había yo compartido en mi colaboración más reciente, después que se conocieran los resultados de la contienda electoral del 2 de junio; y me refiero a que los partidos políticos la dejaron sola, la engañaron, la utilizaron, y la humillaron. Que nunca tuvo el control de su campaña; y que no era ella quien tomaba las decisiones en el famoso cuarto de guerra.

En dicha colaboración, la cual titulé: “Nos guste o no”, hablé justamente de lo que finalmente ha dado a conocer la ex candidata de Fuerza y Corazón por México.

En la entrevista con el periodista Roberto Zamarripa, para Reforma, Gálvez Ruíz, afirmó, las estructuras partidistas estuvieron ausentes y fue la ciudadanía la que hizo el trabajo territorial durante las campañas. Por ejemplo, citó el caso de los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Campeche que cuando los visitó se dio cuenta que los partidos no habían hecho nada en comparación con los trabajos de Morena.

También señaló que el dirigente del albiazul limitó los recursos, e incluso ella no pudo decidir en qué se destinaba el dinero en su campaña, y que tampoco conoció datos reales de encuestas”.

En mi columna del pasado domingo 9 de junio escribí:

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“Y más allá de que sigo pensando que nos debe una explicación a los millones de simpatizantes que la apoyamos y le otorgamos nuestro voto, creo debemos canalizar el enojo y la tristeza a lo que nos queda, que es el deseo de sacar adelante a nuestro país sin esperar nada de los partidos tradicionales que, ha quedado muy claro, han resultado los grandes perdedores de la contienda.

Y en este punto no debemos ser condescendientes; hay que decirlo con todas sus letras, los partidos políticos nacionales que impulsaron la candidatura de Xóchitl Gálvez le fallaron.

Le fallaron al no cuidar los votos en la elección. La gente salió a votar por ella en todo el país, más de 15 millones de mexicanos acudimos al llamado de estar el domingo 2 de junio en las casillas para emitir nuestro sufragio por Xóchitl, pero la falla fundamental es la estructura de los partidos PAN, PRI, y PRD. ¿Cómo es posible que una vez concluida la jornada electoral hayan salido a solicitar las actas y fotografías de las sábanas de votación, entonces quién vigiló las casillas?, ¿cómo se organizaron? ¿qué hicieron sus respectivas estructuras?”.

En el mismo texto, también compartí las razones por las que mucha gente se negó a otorgarle su voto a la abanderada de oposición:

“Pero los errores estaban desde antes, y de hecho ya lo habíamos advertido; es decir, los dirigentes nacionales y estatales de los partidos estuvieron más preocupados por asegurar sus curules, en colocar a sus cuates, novias, novios, amigos, compañeros, cómplices, en las posiciones privilegiadas para administrar la derrota dejando a un lado a sus militancias.

Es innegable que un alto porcentaje de mexicanos se negaron a dar sus votos a gente que tienen ubicada con una pésima reputación. Quiero decir, los dirigentes del PRI y PAN que con total descaro se colocaron al frente de las listas de plurinominales”.

Después de la entrevista de Xóchitl con Carlos Loret de Mola y Roberto Zamarripa, escuchamos voces que sugieren las renuncias de los tres dirigentes a sus respectivos partidos. Yo lo hice en esa colaboración del pasado domingo 9 de junio, cuando detallé:

“Sin duda, es momento de reflexionar el futuro de esos partidos, y de entrada, estoy convencido que por dignidad, y mostrando aunque sea un poquito de decoro, los señores dirigentes nacionales de los tres partidos de la alianza Fuerza y Corazón por México deben renunciar, -aunque en el caso de Jesús Zambrano habrá que reconocerle un mejor prestigio en relación a Alejandro Moreno, y Marko Cortés-, y dejar que esos partidos quizás se salven oxigenándose, escuchando a sus militancias.

Los dirigentes de los partidos, en su infinita arrogancia y soberbia desdeñaron a los ciudadanos, a las asociaciones, a los cientos de organizaciones que salimos en varias oportunidades a las calles para marchar, para manifestarnos, para levantar la mano y hacerle sentir a nuestra candidata todo el apoyo de los mexicanos”.

Hoy más que nunca estoy convencido que los tres presidentes deben dejar las dirigencias de sus partidos: Jesús Zambrano porque en 15 años al frente del PRD no pudo salvar el barco y hoy tiene que lidiar con la vergüenza de haber perdido el registro de un partido al que me tocó pertenecer en su mejor momento y del cual no queda rastro de lo que fue; Marko Cortes, después de sus enormes pifias, no puede permanecer a la cabeza de un partido al que ya le hace más daño que bien, y es el mismo caso de Alejandro Moreno “Alito” con el PRI. La gente que se ha quedado en ambos institutos políticos lo hace por amor y por convicción. Marko y Alito deben presentar sus renuncias y permitir se propicie una necesaria reconstrucción que solo puede impulsar la militancia que ha permanecido firme a pesar de no ser tomada en cuenta.

Y sin poder dejar de tocar el tema; debo decir que si Marko Cortes tuvo o no la razón al molestarse con Xóchitl Gálvez por salir anticipadamente la noche del 2 de junio a reconocer su derrota y felicitar a Claudia Sheinbaum, las formas cuentan y haberle levantado la voz, o mejor dicho, puesto una “gritiza” como dijeron antes, y el saber además que no era la primera vez que lo hacía, es motivo para que no solo salga a ofrecer una disculpa pública sino a entregar su carta de renuncia, si le queda una pizca de valor.

Xóchitl respondió algunas de las explicaciones que nos debía a quienes cruzamos su nombre en las boletas electorales, pero no estoy seguro que hayan sido suficientes frente a la enorme tristeza y decepción de verla derrotada ante una Claudia Sheinbaum que utilizó la maquinaria del Estado y todas las ventajas que tuvo a su alcance para imponerse, y que la humilló y despreció en cada debate. Ahora está anunciando una gira, no queda claro cuál es su intención y qué respaldo espera y de quién, ni hacia dónde va. Ojalá ella sí lo tenga claro y le vaya bien.

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