Los nómadas digitales son un componente innegable de la gentrificación, aunque su verdadero impacto y relación con ella apenas se está estudiando. Normalmente suelen ubicarse en zonas muy específicas de ciudades de alta infraestructura y servicios, es decir, zonas de por sí muy pobladas y caras. Y hasta cierto punto es normal, pues uno no va a un país barato (más barato que el suyo) para vivir igual o peor; si un mexicano se fuera a vivir motu proprio a Nicaragua (por lo que fuera), y siguiera ganando en pesos mexicanos, lo último que haría es irse a los rumbos baratos y marginales. Lo malo es que, como suele suceder con el mercado inmobiliario, una oleada imprecisa de esas personas puede crear una euforia esquizoide entre los dueños de inmuebles e inmobiliarias, encareciendo barrios que no vienen al caso. Una bola de nieve.
Esta situación está provocando el desplazamiento de muchas personas debido a situaciones como el encarecimiento de la vivienda. De acuerdo con la firma Restart (empresa que apoya a nómadas digitales al dotarlos de asistencia técnica y computadoras configuradas con los programas de las empresas para las que trabajan, vaya héroes), México es el país de Latinoamérica con más nómadas digitales en su territorio. No es la única la causa, pues no se puede dejar de lado que en México hay 994,325 personas que residen en el país y que nacieron en el extranjero, de los cuales no todos son nómadas digitales, pero muchos sí llegan buscando una mejor calidad de vida a un bajo costo.
En los últimos años, las redes sociales se han inundado de quejas sobre la abundante presencia de extranjeros en colonias como la Roma o Condesa. De hecho, se ha hecho famosa la acusación de gentrificación de la zona, varios usuarios de TikTok y X, muestran a estos nuevos habitantes, por lo general estadounidenses en diferentes áreas comunes. La Ciudad de México se está convirtiendo en el foco de la gentrificación, por los efectos muy visibles en la zona centro de la ciudad, no obstante, parece que se encuentra en expansión a zonas como el poniente o sur. Aunque para el país puede representar un fenómeno novedoso, hay ya otros países que han experimentado la presencia de extranjeros por diversos orígenes, en muchos casos por exceso de turismo (a veces médico o de negocios), inmigrantes o movilidad de comunidades estudiantiles.
El efecto de la Ciudad de México sobre los extranjeros que radican en ella ya tiene precedentes en otros países, sobre todo los ubicados en Europa, Estados Unidos e inclusive algunos países asiáticos, pero vale la pena observar los siguientes datos:
Según un estudio publicado por la Coalición Nacional de Reinversión Comunitaria (NCRC, en inglés), siete localidades de Estados Unidos concentraron la mitad de los procesos de gentrificación desde el año 2000 hasta el 2013: Nueva York, Los Ángeles, Washington, Filadelfia, Baltimore, San Diego y Chicago.
Todas estas ciudades poseen economías vibrantes que, al tiempo que mejoraron la vida de muchos trabajadores, obligaron a más de 130,000 personas a abandonar sus barrios, al sentirse incapaces de afrontar los nuevos costes de vida.
Los residentes hispanos y afroamericanos fueron los principales afectados, ya que más de 110,000 habitantes afroamericanos abandonaron las zonas que tradicionalmente habitaban en el país y casi 25,000 hispanos sufrieron la misma experiencia.
A esto se suma el surgimiento de plataformas como Airbnb que no están debidamente reguladas y propician el encarecimiento de la vivienda al incorporar las propiedades a nuevos esquemas de alojamiento que pueden llegar a ser más redituables que una renta fija. Esquemas que, casi siempre, están en una zona gris de la ley y que, al mismo tiempo que encarecen la vivienda, sabotean a la industria hotelera formal. No es raro que en muchas ciudades donde sí hay autoridad y civilización, se haya ya prohibido o al menos obligado a cumplir con las normas del contrato de hospedaje y fiscales, lo que de hecho inhibe su expansión, porque el “valor” de esa empresa, consiste en no pagarle nada a nadie ni cumplir con ninguna regulación. Repugnante.
En fin, así como Starbucks convenció a sus empleados mal pagados de que eran “asociados”, y las plataformas de transportes a los choferes de que al pagar su propio taxi y gasolina “eran sus propios jefes”, Airbnb convence a cualquier Godínez con dos hipotecas de que puede ser empresario inmobiliario. Felicidades.