Desde que se anunció la manifestación que afirma defender al INE como respuesta a la reforma constitucional en materia electoral que propone el presidente Andrés Manuel López Obrador, el gremio mediático de nuestro país se ha expresado a favor de la marcha. Pero a unas horas del evento el apoyo de editorialistas en prensa escrita, lideres de opinión o conductores de televisión y radio, es descarado.

Simulan objetividad e imparcialidad preguntando ¿acudir o no a la marcha del 13 en defensa del INE? donde casualmente la gran mayoría coincide en asistir. En realidad, se trata de una campaña que pretende influir en la opinión ciudadana, no obstante, aunque la oligarquía edifique la más intensa operación desde medios corporativos y utilice a presuntos periodistas a favor de que el sistema electoral permanezca sin cambios, a la mayoría de la población parece que ya no la engañan quienes convocan o escriben contra la reforma y el presidente en medios tradicionales. El pueblo está informado y politizado.

De manera que con la resistencia a modificar el sistema electoral, atestiguamos como las viejas estructuras de poder hegemónico que configuró el antiguo régimen se debilitan y a pesar de que los grandes medios de comunicación procuran infundir pánico con discursos de autoritarismo presidencial que presuntamente nos lleva de vuelta al pasado, nada les funciona. Para muestra el contraste entre la opinión publicada y la opinión pública, donde 82 y 84 por ciento de la población está de acuerdo en reducir el número de diputados y senadores, 71 por ciento a favor de que las autoridades electorales sean elegidas por voto y no por cuates de partido. 66 por ciento de la gente apoya la reforma.

Ese actuar del cuarto poder es añejo y no es exclusivo de nuestro país sino un asunto global. Un ejemplo similar y reciente es un estudio que revisó 91 artículos de opinión en enero del 2022 en The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal en los Estados Unidos, revelando que las narrativas predominantes de los textos publicados eran a favor del conflicto militar con Rusia. Se concluyó que el 90 por ciento de las declaraciones promovían una guerra entre potencias. Las posturas de articulistas contrastaban con la opinión de la población pues únicamente el 31 por ciento de estadounidenses creía que se deberían enviar tropas a Ucrania. Detrás de la promoción bélica estaba la poderosa industria armamentista.

Por supuesto no es igual una campaña pro guerra que una contra el gobierno, pero evidencia las herramientas oligárquicas de manipulación. Quienes enfrentan ataques mediáticos con mayor severidad en cada proyecto, reforma o política implementada son gobiernos de corte progresista o de izquierda que proponen agenda de nación diferente al régimen conservador que ha sido derrotado en urnas o aquellos que propugnan transformar al Estado con una política económica posneoliberal —como se ha visto en América Latina—. De ahí que el modelo de comunicación del presidente Andrés Manuel López Obrador sin duda constituye una eficiente alternativa contrahegemónica que le ayuda a balancear opiniones negativas, contener estigmatización, desinformación, campañas peyorativas o desmentir noticias falsas sobre su administración, así como a informar a la población directamente por canales del Estado y redes sociodigitales, sin necesitar de forma imprescindible a los medios de comunicación tradicionales, corporativos o dominantes ni ser, por tanto, perjudicado por la voluntad del cuarto poder, que por tendencia internacional parece inclinarse a publicar la visión más conservadora que mantenga status quo o promueva el retorno al régimen anterior y en contra de proyectos que impulsen cambios legales, políticos y económicos profundos a favor de las mayorías.

“La mañanera” es una modificación comunicacional para la política del país que ha permitido informar a ciudadanos, equilibrar las fuentes informativas con las que cuenta el país que mayoritariamente son privadas y ser una defensa eficiente para los movimientos populares emancipadores ante resistencias oligárquicas. No puedo afirmar que dicha utilidad, función o provecho haya sido planificado por el actual presidente o si aparece como situación fortuita para su gobierno. Pero, en definitiva, las conferencias matutinas diarias que inició López Obrador en el año 2000 como jefe de gobierno del Distrito Federal, se convirtieron 18 años después en una extraordinaria alternativa mediática para la causa democrática que inició en la década de los ochenta con un movimiento que quizá sin darse cuenta enfrentaba además de corrupto poder político institucional, el enorme poderío del sistema mediático que operaba en el marco de la opinión pública y el sentido común manipulando a la población. Precisamente lo que vemos casi diario, pero con mayor énfasis en eventos particulares como la manifestación del próximo domingo: un aparente interés general, que es en realidad la resistencia de una elite encubierta por un discurso patriótico, democrático y ciudadano desde medios de comunicación. La diferencia con el pasado y a favor de la transformación, es que ahora tenemos “La mañanera”.

@JuanDávilaMx