El estudio que dio a conocer el Coneval destaca que la pobreza creció entre 2018 y 2020, mientras que en los últimos treinta años se había registrado una tendencia constante a la baja.

La política social que López Obrador implementó significó un cambio radical, pero no para bien. Desde el sexenio del expresidente Ernesto Zedillo se había cambiado el rumbo de la política social hacia programas e instituciones que tendieran a reducir la desigualdad; la 4T, regresó a la política clientelar y electorera basada en dar dinero. ¿El resultado? El aumento de la pobreza y el ensanchamiento de la brecha de desigualdad.

El rubro de salud que había registrado mejoría en cuanto a cobertura y atención con la 4T colapsó de manera estrepitosa, no hay ni los más básicos medicamentos e insumos hospitalarios y se destruyó la base del Seguro Popular para implementar un ineficiente INSABI.

A ello se suma la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 y el proceso de vacunación, donde las autoridades de salud y los gobiernos estatales no han tenido la capacidad de ponerse de acuerdo, lo peor es que estas diferencias se hacen más evidentes con gobiernos de la 4T, como el caso de CDMX, donde el Dr. Hugo López Gatell y la (regenta) Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum no han sabido responder a la emergencia.

En cuanto a la vacunación, según datos oficiales se han aplicado 69 millones 820 mil 231 dosis y con esquema completo un 21% de la población, pero se han recibido 90´776,505 dosis. Es decir, hay 20 millones de vacunas que no se sabe que ha pasado con ellas. A lo anterior hay que agregar que por la variante Delta, los hospitales se volvieron a saturar y no existe una estrategia para atenderla.

Sin embargo, en su retórica fundamentalista, AMLO anunció que hablará este lunes con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris para pedirle más vacunas regaladas, mientras presume que México ha enviado vacunas a Paraguay, Bolivia, Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador y República Dominicana.

En el rubro de seguridad, el compañero camarada  asegura que todas las mañanas tiene una reunión con su gabinete de seguridad y que está informado de todo lo que pasa, pero la inseguridad crece, hay más masacres, feminicidios y el crimen organizado se disputa el territorio nacional como si no hubiese gobierno. La realidad es que la inseguridad ya rebasó por mucho los números macabros de sus antecesores.

En cuanto a corrupción, actualmente está peor que con Peña Nieto, con una diferencia abismal, hoy existe mucha más impunidad. Temas como la CONADE y Ana Gabriela Guevara, que se reflejaron en los peores resultados en la historia de México en Juegos Olímpicos, la Línea 12 del Metro, las explosiones en instalaciones de Pemex, los contratos a la prima de AMLO, las casas de Bartlett, los videos de Pío y Martín López Obrador, más de 80% de las compras del gobierno por adjudicación directa y que ante el fracaso de Hacienda en realizar las compras consolidadas, ahora las transfieren a la Función Pública para no dejar rastro de la corrupción.

La 4T envuelta en la opacidad

En el primer año del gobierno de AMLO la economía registró una caída del 0.1% que hace más de treinta años no ocurría y ya con pandemia, fue una de las economías con peor caída en América Latina, el 8.5%.

Con el neoliberalismo alcanzamos un “mediocre” crecimiento del 2.5%, AMLO aseguró que con la 4T sería del 6%, sin embargo, ahora nuestro mejor pronóstico es llegar a la situación pre-pandemia, es decir, al menos 0.1%.

Pero AMLO no para, sigue con su retórica electorera sin atender los temas de la agenda nacional y en el mismo juego, la oposición, que lejos de aportar propuestas se dedica a alimentar la polarización, mientras el país se aproxima a un punto de quiebre.

La polarización no conduce a nada, lo que urge es que gobierno y oposición se dediquen a atender los verdaderos problemas antes de que esto colapse.

¿Qué sigue?

AMLO se dedica permanentemente a hablar de sus obsesiones, rencores, revanchismos e ideas fundamentalistas, pero la realidad ya lo rebasó.

Andres Manuel hasta ahora no ha arreglado ninguno de los problemas que abordó y prometió resolver durante sus 18 años de campaña, ni la corrupción, la inseguridad, pobreza, crecimiento económico, salud o educación;  lo peor es que se han agravado y ya no hay argumentos para taparlos ni para echarle la culpa al pasado.

El discurso de presidente se desgastó, cuestionar a la prensa maligna, a los neoliberales, a los estudiantes que con esfuerzo han ganado una beca para estudiar posgrados dentro y fuera de México, fustigar a los poderes de la Unión que estoicamente mantienen su independencia, publicitar sus desayunos y sus tortas de tamal, hacer de las mañaneras un show cómico musical y escuchar a Marco Antonio Muñiz en lugar de informar, cada vez le resulta menos rentable.

El compañero ensimismado habla solamente por sus obsesiones, intereses y ambiciones personales. Desperdició un importante ejercicio democrático como lo fue la consulta pública con el solo afán de evadir la responsabilidad que le corresponde y atacar la corrupción con la ley en la mano y sigue con un proceso de revocación de mandato del que ni siquiera se ha preocupado por reglamentar y que contradice los principios democráticos contempla dos en la Constitución.

La pregunta es si ante este evidente fracaso, se retomarán agendas con la sociedad civil, intelectuales, expertos y corregir el rumbo o tendremos otros tres años de retórica sin soluciones.