Quiero pensar que la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social no ha vislumbrado el grave problema que hay en la aviación nacional; y es que no quisiera saber que sí lo ha vislumbrado, pero ha optado por la salida más cómoda: hacer como que no. Eso sería igual que permitir, tolerar e incentivar la simulación de democracia en la Reforma del 2019.

El STIA es un sindicato familiar

El Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica, Comunicaciones, Similares y Conexos de la República Mexicana (STIA), es un sindicato familiar (léase negocio familiar) de los Romo; Rubén Romo Martínez fue en su momento Secretario General, convirtiéndose en 2018 en Secretario General Adjunto, y sus hijos Jorge Romo Ceciliano, Patricia Romo Ceciliano y Rubén Romo Ceciliano, ocupan desde entonces los cargos de Secretario General, Secretaria del Interior y Secretario de Trabajo y Conflictos, respectivamente.

Pero no es el único sindicato que regentea este personaje Romo; también es Secretario General del Sindicato Progresista “Justo Sierra” de Trabajadores de Servicios de la República Mexicana. Casualidades de la vida: la sede sindical es exactamente la misma que tiene el STIA, ubicada en Barranca del Muerto. Estos trabajadores del Sindicato Progresista tienen su Contrato Colectivo con las Librerías El Sótano.

Este mismo sindicato, con Romo al frente como Secretario General, también ostenta el Contrato Colectivo de los trabajadores al servicio de la empresa Gentera, una empresa multinacional mexicana de servicios financieros con sede en la alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México, que se dedica a los sectores de crédito y seguros.

No estoy en contra de que los trabajadores del mundo se unan. El problema surge cuando este tipo de sindicatos se convierten en el modus vivendi de una familia que detenta diferentes contratos colectivos, de empresas diversas. De hecho, en el libro publicado en 2009 “Evaluación de la Contratación Colectiva en el Distrito Federal” quedó registrado que Rubén Romo ostenta más de 945 contratos, gracias al contubernio con las autoridades, convirtiendo el sindicalismo en un negocio millonario, denunciando por Alfonso Bouzas, Investigador titular “C” de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, con una trayectoria de más de 45 años en los que ha sido catedrático de las Facultades de Derecho, Economía, Ciencias Políticas y Sociales, Contaduría y Administración, todas de la máxima casa de estudios del país.

Dentro de los diferentes sindicatos que actualmente tienen relación con la industria aérea, encontramos ejemplos como el Sindicato Independencia cuyo Secretario General Tomás Del Toro es trabajador de tierra de Aeroméxico, y él por lo menos tiene noción de cuál es el trabajo aeronáutico. Esto se repite en otros sindicatos como el de sobrecargos (ASSA) y el de pilotos (ASPA), ambas asociaciones gremiales cuyos líderes son, respectivamente, sobrecargos y pilotos.

Pero en el caso del STIA, que detenta varios contratos con empresas de aviación, queda de manifiesto la gran ignorancia que los líderes y representantes tienen sobre las labores que deben desempeñar los tripulantes de dichas aerolíneas, es decir, sus agremiados.

Este sindicato ha falseado y simulado los resultados de algunas votaciones, como en el caso de las sobrecargos de Aerolitoral, mejor conocida como Aeroméxico Connect, que en asamblea votaron en contra de aceptar un convenio de ahorros, pero este hombre, junto con sus hijos, apareció al lado de Luisa Alcalde y Andrés Conesa, firmando dicho Convenio de Ahorros, ignorando olímpicamente que en fue rechazado por los trabajadores en votación.

Ya le habían avisado a Luisa Alcalde

Así como lo está leyendo, de un plumazo desestimó la decisión de la Asamblea y este sindicato terminó firmando con bombo y platillo, ante una Luisa Alcalde que ya había sido prevenida de estos hechos por las propias sobrecargos que la fueron a buscar para denunciar este hecho.

Hoy, el tema de la degradación a Categoría 2, no sólo es responsabilidad de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), y de  la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), sino también es competencia de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, pues hay que velar que las condiciones de los trabajadores de la industria estén apegadas a lo que indica la Ley Federal del Trabajo, y en el caso de los empleados de las líneas aéreas, que se cumpla con lo que está establecido por la Ley de Aviación Civil.

Casos pendientes de arreglar en la aviación mexicana

Tenemos graves ejemplos de casos como el de los trabajadores de la aerolínea Transportes Aeromar, a quienes no les están pagando sus sueldos. Correos de la empresa van y vienen para sus trabajadores, informándoles que los pagos se harán diferidos y recortados. Esto, aunque no lo parezca, pone en riesgo la seguridad aérea. Si de verdad a la actual administración le preocupa la recuperación a Categoría 1, Luisa Alcalde debería ser la primera en poner orden y obligar a que la empresa cumpla con sus obligaciones adquiridas, como lo es el pago de los salarios.

Sumemos que ahora Volaris ha descubierto que los sobrecargos además de personal de seguridad a bordo, pueden ser vendedores de tarjetas de crédito. Mejor aún, así la empresa que dirige Enrique Beltranena se ahorra varios empleados y convierte a los tripulantes de cabina en empleados multifuncionales.

Eso sí, también se ahorra el dotarlos de las herramientas necesarias para desempeñar esa nueva función a bordo, porque no solo es salir con el carro de servicio a vender las bebidas y comidas a los pasajeros del vuelo, a eso hay que sumarle que los sobrecargos de Volaris están obligados a proporcionar “detalles a los pasajeros”, y a tomarse “selfies” con ellos, para subirlos a las redes sociales haciendo marketing de forma gratuita; también tienen por obligación organizar concursos, cantar, tocar algún instrumento musical a bordo, con la finalidad de entretener al pasaje.

Todas estas actividades, denuncian estos trabajadores, las tienen que realizar en los vuelos. No sería extraño si se tratara de un grupo de gente que se dedique a la “animación de eventos”, pero se está olvidando que la función del sobrecargo de aviación es principalmente ser personal de seguridad a bordo y auxiliar de los pilotos.

Así está marcado en la Ley Federal del Trabajo. Está bien que se dé un servicio, no tiene que ser gratuito para el pasajero. Volaris ha decidido subir los carros de servicio con la comida y bebida, pero esta se ha de vender. El detalle es que la empresa está dándoles a sus sobrecargos funciones muy diferentes a la primordial, que es la seguridad a bordo.

Más delicado se torna cuando se les exige a estos sobrecargos que pongan de sus propios recursos personales para brindarle una experiencia al pasajero, por ejemplo a través de concursos de dibujo, pero es el tripulante quien paga las hojas y los colores; Volaris les dice a sus trabajadores que pueden dar un plus, tocando a bordo algún instrumento musical, o cantar una canción, pero entonces el trabajador debe llevar de su casa el instrumento musical, que evidentemente no es proporcionado por la aerolínea.

Pero la denuncia que en fechas recientes están haciendo los sobrecargos es la que tiene que ver con la venta a bordo de las tarjetas de crédito. El sobrecargo tiene que utilizar su teléfono personal, junto con su plan de datos móviles, para usar una app, e ingresar la solicitud; tiene la obligación de generar mínimo 12 solicitudes al mes.

Luis Alcalde y el Capítulo IV de la Ley Federal del Trabajo

Maestra Luisa María: Usted conoce el Capítulo IV de la Ley Federal del Trabajo, y sabe que establece que la función primordial de los tripulantes de cabina de pasajeros es el ser personal de seguridad a bordo. Sí, el texto legal faculta al empleador a asignar otras funciones, pero también está en la ley que la empresa está obligada a proveer las herramientas necesarias para llevar a cabo dichas funciones.

Agregar la venta de instrumentos de crédito mediante aplicaciones digitales, a las ya de por sí muchas actividades extras, deja de lado la seguridad del vuelo, pues el sobrecargo estará más interesado en ingresar el mayor número de solicitudes, que atender una emergencia a bordo.

Esto deriva en poner en riesgo la seguridad del vuelo, y tener tripulaciones no enfocadas en lo que debe ser su trabajo. Sobra decir que este tipo de dinámicas de poco ayudan para salir de la Categoría 2, la cual ha impedido el crecimiento de las líneas aéreas nacionales, dejando como “ganonas” de la degradación a las aerolíneas extranjeras, primordialmente las norteamericanas. Interesante “casualidad”.

Si de verdad queremos que regrese la Categoría 1, Luisa Alcalde tiene muchos frentes abiertos con los trabajadores de aviación. Estos han sido tan solo unos cuantos ejemplos, porque hay mucho más, de trabajadores de tierra, mecánicos, ingenieros de vuelo, etc.

Aguas con la simulación en los sindicatos de aviación

La titular de la Secretaría no puede seguir permitiendo la simulación que hacen los sindicatos de aviación con sus respectivos agremiados. Desde dirigencias sempiternas, acuerdos no aprobados por asambleas, nulo respeto al trabajo, permitir que no paguen salarios, entre otras muchas cosas.

Si queremos regresar a Categoría 1, hay que demostrar que tenemos una aviación fuerte, con personal que sepa cuál es su función y con todo en regla; de esa forma poder hacer que la derrama económica se quede en el país y termine beneficiándonos a todos, independientemente de que seamos o no usuarios de los aviones.

Muchos consideran que no hacer nada es un refinado arte, pero esto no aplica cuando se es servidor público.