Adán Augusto, ese señor que suena pero no suena, que está ahí pero no está ahí, que protagoniza pero no tanto, el que todos aseguran no conocer pero todos hablan de él, Adán Augusto, el Tlaxcala de la política. Si hoy estamos hablando del señor Augusto es porque se aventó un comentario controversial, amado por muchos y odiado por otros, mimetizando a su paisano del ejecutivo. Resulta que esta semana Mr. Augusto se burló de los habitantes de la Tierra de la Carne asada, del amor entre primos, de Texas del Sur, de Fosfolandia, de los principales exportadores de memes: Los regios.

Pero entremos en contexto: Hasta hace unos meses, cuando alguien hablaba de la Secretaría de Gobernación de la 4T automáticamente pensábamos en una cabecita de algodón, pero no en la cabecita de algodón por definición, la de AMLO, sino en la cabecita de algodón de Olga Sánchez Cordero. La querida Olga, promesa del progresismo en México, partícipe de marchas feministas, amante de los pañuelos verdes y morados, diosa de la esperanza de decenas de jóvenes que viven en un campamento a un costado del Senado, esos mismos que inhalan aires de legalización y exhalan más humo que la refinería dos bocas.

Sin embargo, Olga dejó la monotonía de la Secretaría de Gobernación para ir a experimentar la adrenalina de un campo bélico como es el Senado, donde ha sido árbitro de incontables fregadazos entre todas las bancadas.

Fue hasta que Olga abandonó el barco de la Secretaría, que Adán Augusto, entonces gobernador de Tabasco, se puso un gorrito de capitán (o quizá se lo pusieron) y decidió (o lo decidieron) dirigir el trayecto de esta embarcación llamada Secretaría de Gobernación, que durante años hizo mucho ruido pero nomás nunca pudo desembarcar los resultados progresistas que todos esperábamos.

El capitán Augusto optó por guardar el GPS del progresismo y decidió sacar el rústico mapa de la justicia social, con el que empezó a seguir la ruta de la embarcación llamada Poder Ejecutivo y a ponerse a hablar de los pobres, las comunidades indígenas y a criticar las decisiones de gobiernos anteriores. En pocas palabras, optó por ser vocero de esa izquierda que no le gusta a “los izquierdistas” de Polanco.

Esta agenda le está funcionando bastante bien, hemos visto que protagoniza, se pelea, confronta y copia las palabras de AMLO (hasta en la omisión de algunas molestas consonantes). Esta versión de AMLO 2.0 es lo que muchos simpatizantes esperaban ver en un secretario de gobernación; pero como diría Bart Simpson: “Insultar a los ciudadanos está mal. Eso hasta yo lo sé.”

Hace unas semanas que existe un pleito entre el gobernador de Fosfo León, Samuel García y el secretario Adán Augusto. Todo comenzó cuando Adán criticó la seguridad de Nuevo León, diciendo que el gobernador era tan flojo que desde la comodidad de oficina levantaba el teléfono rojo (o quizá naranja) para pedir más elementos de la Guardia Nacional para que se encargaran del orden, mientras él se encargaba de satisfacer las verdaderas necesidades de sus ciudadanos, como grabar sus tiktoks; entonces el señor García respondió diciendo que en Nuevo León la gente era más trabajadora y capaz que en otros lugares del país (declaraciones que el 97% de la población regia ha hecho por lo menos una vez en su vida). Obviamente el pleito de egos no iba a quedarse así y Adán Augusto respondió que la gente de Tabasco era más inteligente que la de Nuevo León. Desde entonces traen más pique que toda la campaña de vacunación del coronavirus.

Sí, es un error burlarse de la ciudadanía, sin importar cuánto lo merezcan. No es lo mismo escuchar a AMLO criticando al aire llamándole “conservadores, fifís, oligarquía o privilegiados” que decirle a toda una población que son menos inteligentes que otros mexicanos. Eso no estará bien nunca, eso alimenta la polarización y sólo le dará combustible al motor paranoico y dramático de la oposición para seguir gritando que “la 4T quiere dividir al país”. Estás viendo que los niños son llorones y todavía les pegas con la sonaja.

Esperemos que Mr. Augusto vuelva a ser ese político que confrontaba a la oposición de manera elegante, ridiculizándolos y respondiendo a todos balbuceos con tremendas cachetadas con guante moreno.