Primer dato: las autoridades dicen que no hubo muertos en el Estadio Corregidora.

Segundo dato: la gente no cree en los informes oficiales.

¿Ustedes los creen? Yo tampoco.

¿Por qué la sociedad mexicana no confía en lo expresado por el gobierno? Evidentemente por las imágenes —las fotos, los videos— difundidas en redes sociales inmediatamente después de que estalló la salvaje batalla campal en el partido Atlas-Querétaro.

Todos vimos a los No Muertos: hombres inertes tirados en el piso, sin ropa, con los rostros destrozados, a quienes sus agresores—enloquecidos, enfermizamente violentos— seguían pateando, golpeando con palos y fierros.

Si no estaban muertos, ¿por qué el gobierno de Querétaro no los presenta?

El gobernador Mauricio Kuri —el mejor evaluado de los gobernantes locales en México— para recuperar la credibilidad debería hacer lo que recomienda Javier Tejado Dondé en El Universal:

√ “La única forma de cambiar la percepción pública es que el gobierno y la LigaMX hagan una verificación, de frente a la sociedad, y demuestren que cada persona que aparece inerte en el estadio esté con vida, den prueba de ello y muestren su estatus médico”.

√ “Es una tarea relativamente sencilla y se tiene que hacer para devolverle la credibilidad al gobierno estatal, a la liga y, desde luego, la tranquilidad a las familias que van a los estadios”.

¿Es mucho pedir? Si los No Muertos existen sería muy fácil presentarlos: deben estar en algún hospital recuperándose de las golpizas y no creo que se negaran a aparecer en los medios negando que fallecieron.

Bastaría con una fotografía de cada lesionado acompañada de una variante de la famosa frase falsamente atribuida a Don Juan Tenorio: “Los muertos que las redes mataron gozan de cabal salud”.

Si eso no es posible hacerlo, significará entonces que los No Muertos de La Corregidora no fueron a dar a los hospitales de Querétaro, sino que alguien se los llevó.

En tal hipótesis, los No Muertos no eran aficionado reconocibles de los Gallos o del Atlas, sino sicarios que andaban ahí para generar problemas o para proteger a algún jefe mafioso que, la de malas, se vio obligado a enfrentar a su tropa con la de otro patrón del crimen organizado, algo que no sería anormal en un país en el que abundan los grupos violentos del narco, que —objetivamente hablando— incrementaron su poder desde que Felipe Calderón tuvo la mala idea de declararles la guerra poniendo al frente de los operativos bélicos del gobierno a un aliado del Cártel de Sinaloa, Genaro García Luna.

No sería la primera vez que los criminales se llevaran a sus heridos, a sus muertos y a sus No Muertos. De ninguna manera es una hipótesis descartable.

Muertos o No Muertos, hubo barbarie

El hecho es que, muertos o No Muertos, lo que vimos en Querétaro fue simple y sencillamente barbarie. Todos estamos obligados a colaborar para que jamás se presente de nuevo en el futuro.

Lo inteligente sería partir de un análisis objetivo de las causas de la violencia en los estadios. ¿Lo intentamos?

No ayudan juicios que no sostienen como el de AMLO, que atribuyó la violencia en La Corregidora a “resabios del neoliberalismo”.

La tesis del presidente López Obrador la refutan los pacíficos aficionados que disfrutan del deporte profesional sin ninguna clase de violencia en las naciones más neoliberales, Estados Unidos y las más avanzadas de Europa.

Conste, no estoy afirmando que no haya pleitos en los juegos de futbol americano, de beisbol, de basquetbol o de soccer en tales países: los hay, sin duda, pero la policía interviene de inmediato y castiga a los alborotadores. Así de sencillo.

Porque en los estadios del neoliberalismo hay seguridad, bastante. Y mano dura contra quienes se violentan. Como debe ser, creo.

Por cierto, la violencia en los estadios mexicanos la importamos de los partidos de futbol en la hermana república no neoliberal de Argentina.

Menos ayuda culpar al presidente López Obrador de lo que pasó en el estadio La Corregidora, como lo han hecho tantas personas en redes sociales y hoy repite —con absoluta irresponsabilidad— Carlos Loret de Mola en El Universal:

√ “El nivel de agresión que vimos el sábado —y antes, en San José de Gracia, Michoacán— no es una cosa aislada”.

√ “Escuchamos todos los días desde la más alta tribuna del país mensajes de división y de ataque. De unos contra otros. De buenos contra malos”.

√ “El presidente López Obrador no se asume presidente de todos. Ejerce como el presidente de unos cuantos y solo para unos cuantos”.

√ “¿El discurso del odio y la división se habrá infiltrado en el ánimo general? Me temo que sí”.

√ “Al cabo de atizar el fuego todas las mañanas, la pradera terminó por incendiarse”.

El columnista de El Universal no es serio

Es decir, señor Loret, ¿antes del gobierno de AMLO no había pleitos brutales en los estadios, no eran frecuentes las masacres causadas por el narco, no desaparecían estudiantes, no desechaba el crimen organizado a sus muertos en fosas clandestinas?

La barbarie tiene muchas causas. Hay que analizarlas con seriedad como primer paso en la tarea de eliminarlas en definitiva. Politizar las tragedias no ayuda en nada.